RESEÑA
El cierre del festival Primavera 0 recibió a Cat Power y a Jack White en un espectáculo que fue uno de los puntos altos de los últimos tiempos.
Para cuando llegó el turno de "Seven Nation Army", hacía rato que Jack White había dejado de deberle algo —si es que eso existe, si es que un artista efectivamente genera algún tipo de deuda con su público— a los miles que se agrupaban en el Teatro de Verano. Si se hubiera ido de este, su primer show en Uruguay, sin tocar el mayor himno de su carrera, no se le habría podido reprochar nada. Es lo que pasa con los grandes artistas.
Este martes, en el cierre de la décima edición del festival Primavera 0, el músico estadounidense ofreció una noche histórica en Montevideo. Pero histórica de verdad: es probable que haya sido, sino el mejor (¿y eso quién lo califica, quién lo evalúa?), uno de los mejores recitales de rock extranjero que ha pasado por esta tierra.
Es que Jack White, referencia del rock contemporáneo desde que marcó su tiempo con The White Stripes, autor e intérprete sólido y profundo que se expandió en formaciones como The Racounters y The Dead Weather y aparte, como si eso no fuera suficiente, en una inquieta carrera solista, está en la cima. Y a un país como este, son pocas las veces que artistas así de relevantes llegan en momentos así de altos.
Jack White todavía conserva la ansiedad de aquel sonido encrespado con el que cruzó los noventa como faro de una toda una generación, pero a lo largo de los años lo ha fundido con su amor por el blues, su hambre de experimentación y su necesidad de libertad. Hoy, con 47 años, esa abstracción llamada "madurez" parece permitirle procesar la música de una manera tan personal como fresca y contundente. En el Teatro de Verano fue, sencillamente, superior.
Acompañado de una banda arrolladora —Dominic John Davis en bajo, Quincy McCrary en teclados y voces secundarias, y el excepcional Daru Jones en batería—, con un setlist que fue construyendo paso a paso y que le hizo lugar a temas de todos sus períodos, el cantante y guitarrista fue un temperamental director de orquesta que controló cada segundo de su concierto blanco y eléctrico. El público le devolvió una energía entusiasta que alcanzó su pasaje más vibrante en los bises, con una seguidilla que incluyó "Steady, as She Goes", la reciente "What's the Trick?" y, entre otras, la belleza de "We're Going To Be Friends".
Sin grandes parlamentos, sin mucha sonrisa, sin mayor margen para lo predecible —hasta sorprendió tocando una Loog Guitar, ese instrumento de diseño uruguayo de alcance internacional— y sin ningún artificio que fuera capaz de opacar la música, Jack White trajo a Montevideo una monumental ofrenda de rock. Su rabia, su extrañeza y su distorsión le dieron forma a un show de esos que, dentro de mucho tiempo, todavía reverberarán en algún espacio, en algún rincón.
El magnético regreso de Cat Power
Para el cierre de los 10 años de Primavera 0, el festival de la productora Gaucho que este año ya había recibido a Gorillaz con Nathy Peluso y el local Zeballos, la cancionista Cat Power concretó su regreso a Montevideo con un show climático y encantador.
Bañada por un velo de luces azules y magentas que difuminaban su cara y apenas recortaban la silueta negra en el escenario, la cantante estadounidense hiló, acompañada de un prolijo trío, temas propios y ajenos en un selist que tuvo tanto de sensualidad como de mantra.
El magnetismo de su voz, que pudo sortear alguna incomodidad con elegancia y oficio, fue la apertura triunfal de una noche que cumpliría cualquier promesa. Una de las grandes noches del año musical local.