"El discurso de los Grammy es como un espacio en la Matrix que no existe”, comenta entre risas Joaquina a El País. Todavía es 2023 cuando la cantante de 19 años evoca la noche en que recibió el Grammy Latino a mejor nuevo artista. “Desde que tengo seis años digo, en chiste, que estoy practicando mi speech para los premios porque sabía que un día me lo iba a ganar. Pero lo veía como algo demasiado lejano; como una de esas cosas que sientes que te van a pasar en 50 años”.
Y sin embargo sucedió. Era 16 de noviembre y Joaquina estaba nominada en dos categorías: álbum de cantautor por Los mejores años, su brillante EP debut, y artista nuevo. En la primera perdió ante De todas las flores, de Natalia Lafourcade, pero triunfó en la segunda, presentada por Carlos Vives. “¡Qué emoción tan grande!”, celebró el colombiano apenas abrió el sobre con el resultado. “En ese momento me di cuenta de que era yo porque, media hora antes del premio, lo conocí en la alfombra roja y tuvimos una conversación muy linda. Así que cuando dijo eso pensé: ‘Ay, no puede ser’”.
Todo esto lo cuenta desde el último piso de un hotel de Pocitos. Joaquina está sentada frente a una larga mesa de madera y, mientras narra la secuencia, le dedica algunas miradas cómplices a su madre, Camila Canabal, quien estuvo a su lado durante toda la ceremonia. Quiere asegurarse de que no se le escapa ningún detalle. “¡Nunca pensé que esto podía pasar! Mi mamá puede dar fe de eso”, dice en un momento.
Es 14 de diciembre y Joaquina está en Montevideo para el cumpleaños número 98 de su bisabuela. Si bien nació en Venezuela y vive desde los seis años en Miami, la artista celebra sus raíces uruguayas. “Es como mi segundo país”, asegura. “Mi madre nació acá, pero cuando tenía unos meses se fue con sus padres a Venezuela”, dice sobre Camila, que supo ser una figura de la televisión venezolana y ahora es blogger, tiene su propia marca de bolsos y acumula más de tres millones y medio de seguidores en Instagram. “Mucha de mi familia está en Uruguay, crecí viniendo muchísimo a Montevideo y Punta del Este”.
Entonces retoma su relato sobre la noche en que recibió el Latin Grammy. “Después de que Carlos Vives dijo mi nombre, todo pasó en cámara lenta. Recuerdo que a unos metros tenía a Karol G, superlinda y sonriendo, mientras yo pensaba qué iba a decir”, cuenta. Mientras abrazaba a su madre, un hombre corrió hacia ella y le regaló la bandera de Venezuela. “La tenía por si ganabas”, le dijo el desconocido. Cuando subió al escenario, Joaquina se quebró. “Lloré como una magdalena, pero, ¿cómo no?”, dice y se interrumpe. “Lo que dije me salió del alma”.
Sobre el final de ese minuto y medio que vivió en cámara lenta, una frase resume su camino: “Si hay algo que esto me enseña es que creer en ti, en lo que escribes y en la música que haces siempre va a valer la pena”.
Mientras repasa su historia, no hace más que reafirmarlo.
Joaquina, que hoy tiene 200 mil oyentes mensuales en Spotify y además compuso canciones para Aitana ("Dararí") y Juanes ("La versión en mi cabeza"), escribe desde que tiene ocho años (“Era la típica niña que se excedía de páginas cuando escribía ensayos”, ejemplifica) y a los 12 decidió que quería dedicarse a la música. Sin embargo, no fue hasta la irrupción de la pandemia que pudo sumergirse en su vocación. “Como las clases eran online tenía mucho tiempo libre, así que me animé a subir a Instagram pedacitos de cosas que escribía”. Tenía 15 años.
Gracias al algoritmo de la plataforma, una productora la descubrió, la contactó y la invitó a una sesión de composición para una cantante. “Mis papás me llevaron porque era la primera vez que entraba a un estudio. Mientras componía, tenía el celular con las clases por Zoom de fondo”, relata.
Esa experiencia la alentó a apostar por su sueño y en 2020 publicó “Primer amor”, su sencillo debut. “Me animé a decirle a mis padres que quería dedicarme a la música, y me encerré a escribir; por un año me desaparecí y compuse cientos de canciones hasta que me llegó una oportunidad muy especial”, comenta en referencia al programa académico de la Art House Academy & Abbey Road Institute que dirige el célebre productor Julio Reyes Copello. Se graduó con dos diplomas, uno de interpretación musical y otro de producción, y empezó a trabajar en las canciones de Los mejores años.
El EP, editado en mayo del año pasado, funciona como un álbum de fotografías del momento exacto en que uno empieza a despedirse de la adolescencia. “Toda mi vida me dijeron que los 17 iban a ser mis mejores años, pero en realidad sientes todo como si fuera un big deal y a la décima potencia”, asegura. Fue así que Joaquina compuso una balada cruda, honesta y vulnerable sobre lo que significa esa etapa bisagra. “Asusta dejar de ser niña para ser adulta (...) Nunca lo he dicho, pero no imagino la vida después de los 24”, admite en la canción que da título al proyecto.
Las otras cuatro, que se pasean por el rock y pop y dejan estribillos memorables —se recomienda arrancar con “Freno”, un hit instantáneo—, abordan las contradicciones que definen a esa etapa llena de descubrimientos. “Quiero estar feliz por ti, pero me da rabia”, le canta a un ex en, justamente “Rabia”; “Aunque algo en mí le hace caso al instinto, da miedo admitir que esto no lo he sentido”, revela en la cautivadora “Blanco y negro”; y “Dicen que la tercera es la vencida, voy por la quinta, ¿qué hago mal?”, confiesa en “Freno”. Sobre esta manera de componer, resume: “El ser humano está lleno de contrastes y contradicciones, y me gusta hablar de eso en mis canciones”.
Joaquina, que acaba de componer el tema principal de la serie Zorro (Prime Video), está trabajando en el que será su primer álbum. El día en que se encontró con El País estaba a punto de lanzar Los mejores años (notas de diario), una versión extendida de su EP que incluye demos y hasta una versión del tema homónimo grabado en Abbey Road con acompañamiento de orquesta, y se preparaba para viajar a Argentina para cantar como invitada en el show de Aitana en Buenos Aires. Con 19 años, tiene un futuro sumamente prometedor.
Si quedan dudas, basta con escuchar “Quise quererte”, el primer adelanto de su próximo disco. Sobre un riff folk y de espíritu casi rockero, la artista habla sobre lo que implica el final de una larga amistad. “Clavaste un puñal en mi espalda mientras me abrazabas”, acusa. Sin embargo, luego canta: “Yo quise quererte y no me arrepiento”. Es una luminosa lección sobre cómo plantarse ante el dolor.
“Tengo todo para demostrar ahora”, comenta cuando se le pregunta qué busca con su próximo proyecto. “Quiero tomarle una fotografía a mi vida en este momento y convertir lo que me pasa en imágenes y canciones”.