“La vida es como andar a caballo, si mantienes la rienda apretada quizás es más fácil porque está todo bajo control, pero si la soltás te puede llevar a lugares divinos. Está bueno soltar la rienda”, dice Juan Wauters, el músico uruguayo-neoyorkinoque está de vuelta por Montevideo: se presenta mañana en La Trastienda y quedan entradas en Abitab.
Resultó que no solo la gente conectó con sus canciones como también le ayudaron a reconectar con su país natal. Wauters —que vivió su infancia y adolescencia en el barrio La Mondiola y a los 18 (hoy tiene 40) emigró con su familia a Estados Unidos— tiene un público fiel en varios países. Pero acá, en su tierra natal, la cosa es distinta. “Mi vida quedó marcada desde que nos fuimos”, dice. “Siempre añoré y amé Uruguay desde lejos, entonces volver y reencontrarme con el país y con la gente en función de la música, ha sido superespecial”.
Desde un bar en el corazón del centro Montevideano, el músico se ríe cuándo cuenta a El País que durante un tiempo vio a Uruguay como “la tierra prometida”. “Nos pasa mucho a los emigrantes. Después se volvió algo tangible”, cuenta. En 2016 descubrió que su música había llegado hasta acá e hizo su primer concierto en el país, un momento que marcó el inicio de lo que hoy se extiende a su vida personal. “Era un sueño para mí tocar acá. Se dio y fue muy especial. Ha sido pieza fundamental para sanar mi relación con Uruguay”, dice.
De a poco, el sentimiento de ser un exranjero en su propio país fue desvaneciendo y ahora Juan construye una familia acá: hace nueve meses nació Luiza, su primera hija, y le dio un nuevo sentido de pertenencia. “Mirando hacia atrás siento que estaba corriendo siempre hacia algún lado, constantemente escapando de algo. La pandemia me ayudó a entender que está bueno estar tranquilo y no andar corriendo por ahí”, cuenta.
“Me fui un mes de gira y pensé ‘qué lástima, perdí un mes de su vida’, pero siento que ella, cuando crezca, me tiene que ver realizado en lo que amo hacer. Si dejo de hacerlo y después me siento frustrado, pienso que eso a futuro puede ser traumático, porque la mayor parte de mi ingreso entra a través de los conciertos, además es mi pasión. Estamos tratando de equilibrar las cosas, es muy desafiante porque quiero quedarme acá ahora que tengo a ella y su mamá”, prosigue.
Aunque su vínculo con Uruguay tiene una raíz fuerte, también siente que Nueva York es su lugar. “La existencia es mucho más fácil, menos pesada, si sos de un único lugar. Mi vida sería más fácil pero me genera ansiedad pensar en mudarme de manera definitiva y sentir que mis herramientas de poder generar dinero se limiten, porque tengo mi trabajo musical desarrollado allá. Es un trauma que tengo, porque cuando mis padres quedaron sin dinero la vida se desmoronó. Es algo en lo que estoy trabajando”.
En menos de diez años grabó seis discos, giró por América Latina, Europa y Estados Unidos, grabó con artistas importantes y no dejan de llegarle invitaciones. Mientras charla con El País le llega un mensaje desde Chile por una propuesta de programa televisivo donde la idea es hacer dos de las cosas que más le gustan y dieron forma a su carrera: viajar y cantar. También le llegó una invitación para protagonizar una película uruguaya a fin de año. Se trata de la primera ficción del director Sergio De León (La intención del colibrí) actúa y participa en la banda sonora.
Cambiar y cuestionarse no es un problema para Juan. Como la mayoría de las personas que emigran, se acostumbró a reinventarse. Hacerlo, le permitió conectar con la gente desde un lugar especial, el de una música que creció en el ambiente underground de Nueva York y que mezcla sonidos latinoamericanos, es cantada en inglés y español y es también su diario personal, un bricolage de sentimientos, vivencias y sonidos.
El año que viene se cumplen 10 años de North American Poetry , su primer disco. Desde entonces, siente que el cambio ha sido una constante, pero que puntualmente dos cosas han marcado su carrera: “entender mi música como un emprendimiento profesional y las colaboraciones que hice y que me han enriquecido mucho, aprendí a ceder espacios. Antes hacía todo, componía, grababa, quería ejercer el control total, porque como en mi vida han pasado cosas de las cuales no tuve el control, quería ejercer ese control con mi música, sentir seguridad ahí”.
En junio lanzó Wandering Rebel, su sexto disco. Con canciones íntimas como “Nube Negra” y “Amor, Amor”, Juan toca cuestiones que exigen el ejercicio de mirar hacia adentro y buscar respuestas en uno mismo. El disco también trajo la pegadiza “Milanesa al pan”, donde está Zoe Gotusso y menciona elementos clásicos de la cultura rioplatense.
“Tengo la filosofía de ser agradecido y que la vida me lleve adonde quiera”, dice. “Pero me gustaría, por ejemplo, alguna vez escribir una canción que describa lo que es ser un inmigrante en Nueva York y que los inmigrantes escuchen y se sientan identificados. Quiero hacer la canción que explique ese sentimiento, quiero conectar con la fibra de la humanidad”, comparte Wauters, quien habla y canta desde la espontaneidad y sueña en transformar lo complejo en canciones que vuelen a todos lados.