Puede ser por la mansedumbre y por su eventual bravura. Por lo dulce del agua, el calor y el frío, la profundidad y la hondura. Y también porque así como separa, une: porque el río es eso que acerca y aleja a Diego Presa y Julieta Díaz, un uruguayo y una argentina que emprendieron en pandemia un proyecto compartido que, ahora, da su siguiente gran paso.

Presa —cantante y compositor local, voz principal de Buceo Invisible, fino solista— y Díaz —actriz prestigiosa de cine, televisión y teatro; aficionada escritora desde temprana edad— atienden con sus propios nombres el dúo rioplatense que se estrenó en 2021 con El revés de la sombra, un EP de seis canciones, y que acaba de lanzar su primer disco largo.

Es Río, que incluye ocho temas propios y dos versiones —una de Gabo Ferro, otra de Alfredo Zitarrosa— y que presentarán en vivo mañana, a las 21.00 en la Sala Zavala Muniz del Teatro Solís. Van con banda completa y quedan las últimas entradas a la venta en Tickantel.

En charlas telefónicas individuales, cada uno por su lado, Presa y Díaz coinciden en que lo que más cambió entre El revés de la sombra, que era un trabajo prolijo y cauto, y Río, que tiene otra soltura, es el vínculo.

“Más que nada es una profundización, un ir más allá en la cuestión vincular y del oficio”, dice Presa a El País. “Con Julieta nos hemos ido conociendo en todos estos meses, y si bien aquello fue un primer acercamiento —que salió divino, pero no dejaba de ser algo muy fresco en el doble sentido, porque guardaba cierto esplendor del momento en que uno conoce alguien y también un cuarto con la pintura fresca—, en la medida en que fuimos profundizando la parcería compositiva se tomó otro peso”.

“Y hay algo de conocerse más, al otro y a uno mismo”, dice Díaz, “porque en este camino tan personal, al ser tan vertiginoso y natural y frondoso —porque hay mucho material en cajas todavía, muchas canciones que hicimos—, siento que se va avanzando profundamente. O quizás es la edad: uno se conoce más, y al encarar un proyecto artístico tan personal ya tenés algo ganado quizás, hay algo facilitado”.

En Río, Julieta Díaz continúa en el desarrollo de su faceta de cantante, pero acá abre la voz y explora otras posibilidades para acercarse a texturas más del rock o el pop rock como en “Arrancar el día” o “La luz que me esperaba”. Dice que a veces le cuesta escucharse y que se inclina a interpretar desde la intimidad, como si en verdad estuviera cantándole al oído a quien la escucha.

“Cantar es más íntimo, cantar las propias palabras es más desnudo, me siento más expuesta, a veces me da adrenalina”, dice en comparación a su veta de actriz y su vida en los escenarios. “Hay algo más personal: te vengo a mostrar esto que soy y eso me da más vértigo, pero también más placer”.

Foto: Gisela Filc

En ese sentido, Presa destaca de su colega —que acaba de filmar una película para Netflix, No me rompan, de Azul Lombardía y con coproducción uruguaya— la forma fresca que tiene de acercarse al arte.

“Más allá de su popularidad -porque es una actriz muy popular, conocida-, tiene un acercamiento muy fresco y llano con el hecho artístico y la posibilidad de crear. Y este camino nuevo que está recorriendo, de la música y la composición de canciones, del escenario musical, lo vive con un gran entusiasmo que conlleva hasta cierta inocencia, y eso me parece fascinante”, dice.

En Río, un disco para el que también probaron nuevas formas de composición (de la melodía a la letra y no al revés, que era lo que habían hecho hasta ahora), esa frescura y la estrechez de la relación se hace carne en las canciones, incluso en la forma en la que versionan “Volver a volver” del argentino Gabo Ferro y “La canción quiere” del uruguayo Alfredo Zitarrosa, que son dos maneras de ver el mundo.

Es lo que buscan, además, que se transmita mañana en la Zavala Muniz. Del disco, Presa espera esto: “Que se escuche como una obra, como un disco que tiene un sentido. Estaría buenísimo que se escuche así, que a esta altura, por cómo se consume la música, es una especie de acto de resistencia”.