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Knak lanzó un disco que superó el millón de escuchas en 10 días, pero lo que más le importa es dar esperanza

El uruguayo Knak acaba de lanzar un disco que ya superó el millón de escuchas, y celebra que su familia no glorifique ese logro. Con 22 años fantasea con versionar un clásico de Rada y aspira a impactar en la juventud; de eso, esta nota.

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Knak para el disco "Kápsula".
Foto: Lucas Luques

Su base de operaciones es El Recoveco, un café minúsculo en el centro de Montevideo del que habla con el cariño que se habla de un hogar. Tiene dos cuadros en la pared del fondo, una hilera de plantas sobre un mueble, un tocadiscos y una selección de vinilos que va de Buenos Muchachos al jazz, el color blanco como principal protagonista. No hay nada especialmente llamativo, nada que dé pistas de que en esos metros cuadrados Knak pensó, conversó, contó y cocinó el que tiene todo para ser, quizás, el disco uruguayo más escuchado de 2024.

Kápsula, el disco que lanzó en la noche del 23 de mayo, acaba de superar el millón de reproducciones solo en Spotify. Es un tercio de lo que su antecesor, Orgániko, consiguió en un año entero.

“Es una locura”, dice Knak, sentado al fondo de la cafetería que es un poco su casa, el último viernes de mayo y a dos días de volver a Melo, su lugar de origen. “Afuera capaz que no es nada, pero acá en Uruguay un millón, para un disco de un uruguayo, es una banda”.

En su biografía de Spotify, en el perfil que cada mes escuchan 494.124 personas y en el que podría hablar sobre números y conquistas, Knak solo tiene esto: un emoji de una bandera de Uruguay, como si esa imagen pudiera resumirlo. Dice que es porfiado. No hay nadie que pueda sacarle la idea fija de quedarse en esta tierra y volcarlo todo a construir una escena, un terreno fértil para los que vendrán. Él y los suyos saben lo que es tocar y mover el trap sin un mínimo de infraestructura. Y saben, también, lo esencial que es un marco de referencia.

Por eso en “No estoy en flex”, la canción que abre el disco, Knak declara: “Si ves sigo así, sigo en mi país, no me fui de aquí aunque cueste el doble / Estoy a un río de hacer la mía, no pensar en na’ y ganar el doble / Y yo me moví e igual volví para serme fiel, porque yo soy noble / Prefiero marcar, dejar un legado, partir los beats y morirme pobre”.

De esa noción —la plata más fácil y la elección más difícil—, del amor romántico, la familia y algunas oscuridades, Kápsula está atravesado. Es un disco que comprime un tiempo, el año torbellino que Knak pasó desde el lanzamiento de Orgániko hasta hoy.

“En cuestión de un año aprendimos, nos rodeamos de mucha gente que nos hizo aprender muchas cosas de música, no solamente ir al estudio a grabar con los pibes sino eso de: ‘sentate y escribí’. Estoy escribiendo de una manera mucho más sincera, y eso es lo que más me enorgullece del disco”, dice. “Fue un año en que viví muchas cosas en cuanto a lo personal, estuve de novio, me dejé, viví cosas rezarpadas, shows que para mí eran una locura. Todo eso fue en el proceso del disco y por eso se llama Kápsula. Porque yo dije, ¿qué hago con toda esta data? Es un poco guardar recuerdos, momentos, sentimientos en ese disco. Y capaz que dentro de tres años sale Kápsula II contando otro momento de mi vida, no sé. Dejé la puerta abierta para que siga pasando”.

La búsqueda de "Kápsula" y el futuro de Knak

Para hacer Kápsula, Knak (Juan Pablo Tort, 22 años) se aferró a ese concepto y a algunas otras nociones: la necesidad de experimentar, su propia búsqueda con el Auto-Tune y la marca registrada que logró al poner la voz ronca y raspada al servicio del procesador, el sonido de Tadu Vázquez —el productor uruguayo con el que firma el disco y que está, dice, “en un nivel muy alto”— y lo que aprendió del contacto con “gente musical” que le tira “la buena”. Nombra a Luis Angelero (ex Boomerang, hoy en Cuarteto de Nos, con un proyecto solista y que puso guitarras en “H2O” y “Mi futuro al azar”), sus conversaciones con el argentino YSY A, el mensaje que le mandó Juan Campodónico luego de su deslumbrante paso por el Cosquín Rock y hasta lo que sacó de ver la película sobre Ruben Rada.

“En ‘Suave’ y en varios temas hay sonidos del beat que los hago yo con la voz, que se me ocurren y Tadu sabe recibir. Yo intervengo una banda, sin saber nada. Una cosa que me quedó de la peli de Rada fue eso, que él dice que nunca estudió música y que canta los arreglos. Yo hago eso, pero tan ignorante musicalmente que ni sabía que eso era un arreglo”, dice. “Es reloco”.

Para Knak, en este momento, la base está en nutrirse, y con eso hace su mundo. Abre su Spotify personal y están, como escuchas recientes, el propio Rada (a quien acaba de mostrarle un experimento sobre “Cha cha muchacha” hecho con Tadu y que fantasea con mostrar), el nuevo disco de Trueno, Charly García, Usted Señalemelo, raperos de Detroit.

En Kápsula conviven sus inquietudes. Dice que estaban muy permeados por el indie —y muy “podridos” del trap— cuando llegaron al estudio y le dieron forma a “Conjuro”, la canción más distinta de Kápsula, un pop de pista que nació hace un año, luego de Orgániko (el grueso del álbum se trabajó intensamente este verano). Después, para el beat de “Vale todo”, un tema en el que se arriesga al erotismo de lo prohibido y que hizo con el argentino Marlku, la referencia fue algo “sigiloso” a lo Backstreet Boys. En “No nos hace bien” o “Tan igual” le abrió la puerta a Barta, un productor de 15 años (e hijo de Diego Bartaburu de No Te Va Gustar) que además, resalta, le aportó “muchísimo” a las baterías de la refinada “Daily”, que se metió en la lista de los 50 temas más virales de Spotify Uruguay y que habla de lo difícil que es mantener una relación de pareja cuando apenas se pasan los 20 años y se está intentando tocar el cielo con las manos.

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Knak (Juan Pablo Tort) en el estudio de grabación.
Foto: Lucas Luque

Así como hay sexo, ternura y ambición, Kápsula también le guarda un lugar a las raíces. En “24 de diciembre”, la canción más emocional del disco, Knak coló audios de su hermana, su madre y su abuelo, una muestra de afecto que les reveló recién el 23, en la fiesta de lanzamiento de disco que hizo en Plaza Mateo (antes en Argentina) y con entradas agotadas.

“Están muy orgullosos, saben que es reloco lo que está pasando, pero para ellos ‘Juampi está haciendo música’. No dimensionan lo que es un millón de escuchas”, dice. “No lo glorifican, y a mí me gusta. Melo es el lugar donde yo bajo todo y pienso para dónde ir después”.

Después es el futuro. Este año, Knak arrasó con el escenario central del Cosquín Rock Uruguay y fue una noche de quiebre en una carrera que ya le había regalado abrir los recitales locales de Duki o YSY A. Ahora prepara tres fechas en Argentina, la presentación de Kápsula para el 20 de julio en Sala del Museo, una serie de conciertos descentralizados en Montevideo, llegar a Chile y a España y, para diciembre, un show en el festival Buenos Aires Trap.

Si mira en abstracto, siente que le falta un tercer paso para terminar de consolidarse. Todavía no sabe cuál es, pero tiene claro que va por buen camino. Hay algo que le pasa ahí, en la cafetería, cada vez que llega una persona que quiere saludarlo, hablarle de música, conocerlo. “Me hablan muchos pibes del interior y me recontrallena porque siento que estamos llegando al público que yo quería, porque estamos impactando culturalmente en los jóvenes de Uruguay. Y hay que saber qué transmitir con esa llegada. Ser responsable con lo que se dice”, suelta Knak. “Este es un disco esperanzador, que transmite que se puede. Y ese es un buen mensaje para los pibes”.

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