Por Manuella Sampaio
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Es martes al mediodía, casi entrando a la tarde, y la música llena una de las salas de ensayo del Teatro Solís. Desde el fondo del salón se ve cómo los arcos de los violines suben y bajan guiados por la batuta de Martín García, director de la Orquesta Filarmónica de Montevideo. Seremos unas 80 personas en el salón. Y aunque hay concentración en el aire, también hay distensión. Posicionados ante la orquesta están los nueve integrantes de Cuatro Pesos de Propina. A la orden de García, todos entran en acción.
Es un momento raro: una banda surgida de las entrañas del under montevideano, que parecía haber quedado a la deriva tras la salida de su cantante y compositor, tocando junto al prestigioso cuerpo orquestal y ensayando para dos funciones en el Solís agotadas, hoy y mañana.
Esos dos mundos —la banda y la orquesta—, se nota, se miran mutuamente con admiración y respeto. La unión ayuda, por ejemplo, a la propia banda a redescubrir sus temas. En “La palabra precisa”, el sonido del trombón invade amigablemente los oídos, dándole un cierre imponente a la canción. La sonrisa de satisfacción es general. Son los Cuatro Pesos de Propina de siempre, pero como nunca antes se los había oído.
Minutos antes del ensayo Gastón Puentes y Rodrigo Baleato, charlaron con El País. Desde un café sobre la calle Bacacay, mientras miraban al emblemático teatro al fondo, adelantaron lo que estaban preparando para este novedoso concierto que corona sus 23 años de trayectoria.
—Ustedes vienen de tocar una variedad de estilos dónde predomina el rock, el ska y el reggae, que quizás no están tan asociados al estilo sinfónico. ¿Cómo nació la propuesta de este concierto?
Rodrigo Baleato: La idea surgió en 2019, pero en ese entonces el año de la Orquesta Filarmónica ya estaba planeado así que quedó para 2020, pero con la pandemia no pudimos concretarlo. Se dio finalmente en 2023. Es una forma de unir dos géneros que están vistos desde lugares distintos, que la gente considera uno superformal y el otro reinformal. La orquesta tiene toda una historia que la lleva a hacer una especie de aval. Si la gente toca con la Filarmónica es porque está avalado por ellos. Pero en definitiva es hacer música.
Gaston Puentes: Por un lado intentamos abordar desde ese lugar, pensando que es un grupo de personas yendo a tocar; por otro lado, se nos presenta la oportunidad de plasmar un concierto de una forma única. Hay mucho de lo que representa para el inconsciente colectivo sobre lo que significa tocar con una Filarmónica, de esa representación que hacemos como sociedad, pero yendo a lo concreto no es más que juntarnos con gente a tocar música (se ríe) como lo hicimos siempre, con toda la responsabilidad y seriedad que eso implica para que el concierto esté brutal.
—¿Les genera algo distinto tocar en el Solís?
Puentes: Hay algo en el oficio que es desmitificar un poco todo, bajarlo a tierra. Entonces por un lado es el Solís, un lugar emblemático de la ciudad y por ese lado te dan ganas de subirte a ese escenario y darlo todo. A la vez también es eso, un escenario más. Vamos a subir a hacer lo que sabemos hacer y lo que hicimos siempre en cualquier escenario, así sea de maderita o un teatro increíble. Pero, sí (hace una pausa y mira al teatro), el Solís tiene una mística.
—¿Cómo fue el proceso de seleccionar los temas y adaptar las canciones?
Puentes: Fue difícil hacerlo porque había muchas cosas a tener en cuenta para el momento de armarnos una lista; por ahí fuimos hilvanando de alguna manera, pensando en canciones y en cómo quedarían, en salir también un poco del esquema del toque en vivo clásico de la banda, porque hay canciones que iban a funcionar de otra manera.
Baleato: Había que abrir la música, dar aire para que la orquesta tuviera su lugar y ahí entró Franco Polimeni, que hizo unos arreglos divinos para que ellos puedan tocar nuestra música. Siguen siendo los temas de Cuatro Pesos, pero dimos espacio para que tengan su lugar y su protagonismo. Uno de los objetivos de entrada era que hubiera un equilibrio para que no fuera un concierto en donde la Filarmónica solo acompañase la banda. Sería un desperdicio.
-Habrá nuevos instrumentos y sonoridades arriba del escenario, ¿cómo están siendo estas instancias de compartir en los ensayos?
Puentes: Están los códigos al momento de tocar, que son distintos. Si miro al director cuando estamos ensayando me pierdo (se ríe). Como la banda está acostumbrada a tocar, a trabajar con metrónomo, una forma más ajustada de ir sobre el curso, son conceptos diferentes pero encontramos un lenguaje en común, un punto medio.
Baleato: Hay muchísima música en lo que nosotros hacemos, pero ahora, de repente, aparecen violines, fagotes y cornos, es una locura. Melodías que no pasaban, acordes y ritmos nuevos: es un enriquecimiento y para nosotros es alucinante y sorprendente encontrar que nuestra música está fresca otra vez. Por otro lado, Martín tiene un acercamiento súper respetuoso hacia lo popular y lo valora mucho. En el primer ensayo, cuando hicimos el intervalo, vino hasta nosotros convencido de que iba a estar buenísimo, y de ahí en adelante fue solo disfrute, porque cuando ves que del lado de ellos también están contentos y te saludan con una actitud positiva, es que está funcionando la música. Hay temas más tranquilos que quedan realmente impresionantes.
—Las entradas se vendieron muy bien. ¿Cómo encaran esa respuesta del público?
Baleato: Fue un empujón para nosotros, hace un par de semanas que el jueves venía bien y después el viernes. Nos distendió un poco que haya una respuesta, que la gente que nos acompaña quiera ver este espectáculo. Vender entradas no es tan fácil en Uruguay pero este show tenía los valores agregados de la Filarmónica y el Solís, funcionó súper bien. Que esté lleno, en definitiva hace que nosotros también lo disfrutemos.
—¿Pueden dar algún adelanto de lo que el público va a encontrar?
Baleato: El repertorio se basó en una visión histórica de la banda, vamos a narrar este recorrido musical por temas de los seis discos. Queremos contar nuestra historia y van a encontrar un show precioso.