La historia de Mateo x 6, el proyecto que debutó "a pérdida" y ahora festeja 30 años con un Solís agotado

Este jueves, el colectivo llegará al Teatro Solís para celebrar, con entradas agotadas, sus 30 años. En la previa, Jorge Schellemberg y Ney Peraza dialogaron con El País sobre la historia del grupo.

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Mateo x 6.
Foto: Difusión.

"Cuando empezamos Mateo x 6 pensamos que íbamos a hacer unas poquitas funciones, pero ya cumplimos 30 años; es prácticamente la mitad de nuestra vida”, comenta, entre risas, Jorge Schellemberg, uno de los rostros del colectivo que celebra y pregona el legado de Eduardo Mateo.

En agosto de 1993, cuando el proyecto debutó con un miniciclo en el Teatro Stella, la visión general en torno a Mateo —que había fallecido tres años antes— era muy distinta. No existían documentales ni reediciones de discos como Mateo solo bien se lame o Cuerpo y alma en la vuelta; y faltaba un año para que se editara Razones locas, el libro de Guilherme de Alencar PintoRazones locas, el libro de Guilherme de Alencar Pinto que dimensiona la magnitud del artista. Era impensado toparse con remeras con el rostro de Mateo en las calles montevideanas o, incluso, que fanáticos japoneses recorrieran Tristán Narvaja buscando sus vinilos.

Sí, por supuesto, había un círculo de músicos y melómanos interesados en el autor de varios capítulos clave de la música uruguaya. También se habían hecho homenajes como el espectáculo La penúltima musicasión, que se celebró en 1991 en el Teatro Solís con figuras como Fernando Cabrera y Litto Nebbia; y Jaime Roos, Ruben Rada y Hugo Fattoruso habían cantado, ese mismo año y en el Estadio Franzini, una histórica versión de “Amigo lindo del alma”.

A mediados de 1993, el músico Ney Peraza estaba trabajando en lo que más adelante sería el libro Mateo, cancionero para guitarra. Durante el proceso, Guilherme de Alencar Pinto le mostró una serie de grabaciones de Mateo que había rescatado durante la investigación para Razones locas —el libro se editaría al año siguiente por Productora Editorial / Metro— y algo se encendió. “Guilherme había entrevistado a cientos de personas que conocían a Mateo, y había conseguido cintas y cassettes viejos de temas inéditos que se le habían ocurrido, que grabó y después se olvidó”, relata a El País.

“No te voy a decir que en ese momento era un erudito de Mateo, pero había un montón de canciones que nunca había visto en un concierto de él. Fue conmovedor”, rememora. “Entonces dije: ‘a estas canciones hay que hacerlas en vivo’”. Así es como nació Mateo x 6, el grupo originalmente formado por Edú Lombardo, Mandrake Wolf, Popo Romano, Juan Carlos Ferreira y los ya nombrados Peraza y Schellemberg. “El repertorio original, salvo tres o cuatro canciones, era de inéditas”, narra Peraza. “Estábamos copados y pensamos que la idea era atractiva; tenía que haber un público interesado en eso”, dice y se interrumpe. “Pero no salieron los cálculos como pensamos. Las primeras funciones fueron a pérdida y pensamos en dejar por ahí el proyecto”.

Sin embargo, al año siguiente el panorama cambió. Se editó Razones locas, Jaime Roos supervisó el primer volumen de Mateo clásico y varios artistas le dieron forma a La carpeta azul, un álbum colectivo con inéditos de Mateo que tuvo la participación de Mateo x 6 en temas como “Soliloquio” y “Las Resurrecciones de Guli-Guli”. “Y bueno”, dice Peraza. “Nos entraron a llamar de todos lados, nos empezamos a producir a nosotros mismos y seguimos tocando”.

En todo este tiempo, Mateo x 6 grabó dos discos en vivo, agotó funciones en el Auditorio Nacional del Sodre y en el Teatro Solís, tocó en varias salas del interior y se enfrentó a algunas encrucijadas. La más notoria fue la de la salida de Ferreira, que en 2014 sería reemplazado por el baterista Martín Ibarburu. Pero 30 años después de aquellos primeros shows a pérdida, el grupo sigue activo y hoy llegará al Teatro Solís para celebrar, con entradas agotadas desde hace días, su recorrido.

Más allá de la fecha redonda, el concierto que iniciará a las 20.00 será aún más especial: en vez de seis, habrá siete músicos en el escenario. Juan Carlos Ferreira será parte del concierto y se encargará de los teclados —toda una novedad para el grupo— y percusiones. Luego del show del Solís, el colectivo planea ofrecer una serie de funciones en el interior. Por lo pronto, ya está confirmada la del viernes 22 de setiembre en el Teatro Macció de San José (Tickantel, $650 a $850).

“Me siento un privilegiado de poder estar donde estoy y haciendo lo que hago”, dice Schellemberg a modo de balance. “Es una belleza poder compartir esto con un público joven”. Peraza, por su parte, comenta: “Nos consta que mucha gente que nos va a ver nació cuando Mateo ya había fallecido; eso es divino, aunque el objetivo principal era disfrutar tocando entre nosotros”.

Esta mirada retrospectiva también abre el espacio para analizar las enseñanzas que Mateo le dejó a ambos. “Como persona, me dejó el coraje de apostar por la música”, dice, sin dudarlo, Schellemberg. “Yéndole mal, yéndole muy mal, yéndole espantosamente mal, igual apostó por su música, por vivir de eso y por lo que sintió que tenía que hacer”, asegura. “Y como músico... bueno, no creo haber logrado incorporar ni el uno por ciento de la cosas que Mateo lograba hacer con el talento que tenía”, admite. “Pero sí sé que muchas de las cosas que me gusta hacer en materia musical tienen que ver con la experiencia de haberlo escuchado a él”.

Al respecto, Peraza —que analizó la obra de Mateo con profunda atención mientras trabajaba en Cancionero para guitarra— dice: “Descubrí que sus canciones tenían planos superpuestos, y que la música agarraba un viaje distinto dependiendo de qué guitarra escucharas. Aprendí muchísima música sacando sus canciones; la riqueza de la mano derecha de Mateo arpegiando o rasgueando es bestial. Entonces, solo con meterte en ese viaje hace que incorpores un montón de cosas sin proponértelo. Se te impregna su criterio arreglístico y armónico. Era un adelantado a su época”.

Ahora que su repertorio agota el Solís, que la colección Discos de Estuario publicó libros como Mateo solo bien se lame y Mateo y Trasante, que Daniel Charlone dirigió el documental Amigo lindo del alma y que hasta Mateo solo bien se lame fue nombrado como mejor disco de la historia uruguaya en una encuesta realizada por El País en 2020, Schellemberg es directo: “Siempre hubiera sido más lindo que lo hubiera podido ver en vida. Pero si sus canciones no estuvieran sonando, sería más injusto todavía. Aunque sea tarde, lo más importante es que su obra siga viva”.

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