Las cinco claves de la fiesta popular por los 300 años de Montevideo que reunió a más de 250 mil personas

Desde el canto colectivo de "A Don José" a los 300 tambores que se encargaron de cerrar la fiesta, un repaso a cinco aspectos clave del festejo de 11 horas que llenó de música al Centro y la Ciudad Vieja.

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Público en el festejo de los 300 años de Montevideo.
Foto: Leonardo Mainé.

Será, al final, una de las mayores fiestas del año. Según cifras de la Intendencia, 250 mil personas asistieron el sábado al festejo por los 300 años del proceso de fundación de Montevideo, que se celebró con 40 shows repartidos en cinco escenarios del Centro y Ciudad Vieja (y el viernes con un concierto en conjunto entre la Filarmónica y la Sinfónica de Montevideo).

En total fueron 11 horas de música ininterrumpida e interpretada por más de 600 artistas, y estas fueron sus cinco claves.

La variedad

La grilla del espectáculo ofreció un panorama bastante abarcativo del presente de la música uruguaya. La novedad estuvo representada por Luana, Zeballos y Niña Lobo —plena, rap y rock—, entre varios artistas emergentes, mientras que la tradición quedó en manos de Ruben Rada y su fiesta de candombe, y de Larbanois & Carrero y un repertorio folclórico que se engrandeció con varios invitados.

En el medio, hubo de todo: rock eufórico con Buitres y Hereford, el minimalismo de Fernando Cabrera y su caja de fósforos en “Viveza”, hits tropicales de la mano de Karibe con K y su orquesta, murga con Agarrate Catalina y Asaltantes con Patente y hasta un repertorio de raíz con las 10 guitarras de los 300 años.

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Las diez guitarras por los 300 años de Montevideo.
Foto: Leonardo Mainé.

La integración

Cada uno de los escenarios presentó propuestas lo suficientemente variadas como para que el público pudiera escuchar diversos géneros. En ese sentido, los de la Intendencia —el balcón y el Gaucho— fueron el epicentro de la integración musical. Caminando apenas unos pasos se podía pasar de Lucas Sugo a Luciano Supervielle junto a un cuarteto de cuerdas, y de Larbanois & Carrero a F5. La señora de bastón que bailó los temas de Zeballos con pequeños saltos y movimientos de cabeza a lo pogo de rock fue la imagen viva de esa unión.

Los intercambios

Los festivales siempre son una buena ocasión para los encuentros musicales, y la fiesta del sábado tuvo unos cuantos memorables. Christian Cary y su hijo Lucas interpretaron “Cielo todo gris” durante el show de La Triple Nelson, Cuatro Pesos de Propina hizo “Mi revolución” junto a Agarrate Catalina, que a su vez se encontró con Camila Sapin para cantar “Todo el año es rock and roll”; Luana invitó a Miriam Britos y a Marihel Barboza a su concierto y, entre otros cruces, Rada cantó “Flecha verde” y “Candombe para Gardel” con Facundo Balta.

Rada, a su vez, también le cedió el escenario a su hija Julieta, quien junto al baterista Juan Chiavassa y al pianista Leo Genovese adelantó dos canciones de su futuro disco de versiones de candombe: “Adiós a la rama” y “Baile del candombe”. Y hubo quienes, como Guzmán Mendaro, tocaron hasta en cuatro shows.

El canto colectivo

Cuando se trata de festivales, no se puede dejar de lado al público y a su constante intercambio con los artistas, con el canto colectivo como lo que mejor define esa relación. Y de eso, el sábado hubo bastante. Cuadras repletas de gente coreando el estribillo de “Muriendo de plena” junto a Rada, la Plaza Cagancha convertida en un tablado —luces de colores incluidas— mientras Agarrate Catalina se despedía al grito de “Un camión que se va”, el baile con los brazos en alto y el pedido de Karibe con K para sumarse a “Polvo de estrellas” y la gente que, desde los balcones frente a la IMM, siguió el coro inoxidable de “Que digan lo que quieran” con Luana.

En esa línea, el concierto de Larbanois & Carrero merece un párrafo aparte. En el escenario Gaucho, el dúo invitó a Catherine Vergnes, Numa Moraes, Washington Carrasco, Cristina Fernández, Mauricio Ubal y Ruben Olivera para interpretar himnos del repertorio local. Los más significativos fueron “A redoblar” —con la plegaria colectiva de “Porque el corazón no quiere entonar más retiradas”— y “A Don José”, que hizo cantar a varias generaciones y clavó nudos en la garganta.

El cierre candombero

Cerca de las 2.00, cuando Karibe con K cerró su show, el broche de oro quedó en manos de “300 tambores laten por Montevideo”, una propuesta que unió a músicos de siete comparsas bajo la dirección de Mathías Silva. Los tamborileros salieron desde la Intendencia, mientras las vedettes y los gramilleros bailaban en el balcón entre banderas de Uruguay. El candombe tuvo el protagonismo que merecía y cerró la fiesta con un ritmo que, por un rato, fue el latido vital de una ciudad llena de música.

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