"Led Zeppelin I": la historia del disco grabado en tiempo récord que inaugura una colección de El País

Este martes, es el lanzamiento de la colección de vinilos "Clásicos del rock" de El País con la reedición del primer disco de Led Zeppelin; esta es su historia

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Led Zeppelin.
Foto: Archivo.

Tiene una de las portadas más memorables de la historia del rock. La fotografía tomada en 1937, que captura el instante exacto en que el dirigible alemán Hindenburg se incendia en Nueva Jersey, es tan magnética como el riff inicial de “Good Times Bad Times”, el tema que abre Led Zeppelin I. En ambas cartas de presentación habita el espíritu del cuarteto de veineañeros ingleses: la primera llama la atención de la vista y la segunda conquista los oídos. El efecto es similar. Se trata de una declaración de principios agresiva, provocadora e imborrable.

Ese álbum, que mañana inaugurará la colección de vinilos de El País Clásicos del rock (costará 900 pesos e incluirá un fascículo sobre la historia de la banda), es una pieza esencial para entender la última gran revolución del rock de los sesenta y el rol de Led Zeppelin en el incipiente movimiento del heavy metal. Publicado en 1969 y grabado y mezclado en apenas 36 horas —un hito similar al de Please Please Me, de los Beatles, que se hizo una jornada—, contiene las bases estilísticas de un repertorio que luego incluiría clásicos como “Black Dog”, “Kashmir”, “Whola Lotta Love” y “Ramble On”.

“El primer disco se hizo de manera metódica, con una eficiencia impecable”, le dijo el guitarrista Jimmy Page a Rolling Stone en 2013. “‘Good Times Bad Times’, la primera canción, marcó nuestro proceso de composición. Cuando la hicimos fue como: ‘Wow, todo el mundo explota a la vez’”. En el riff crudo que creó el bajista John Paul Jones, en los tresillos en el bombo del baterista John Bonham, en el solo de guitarra de Page y en el aullido con el que Robert Plant libera toda su energía está la esencia del sello Zeppelin.

Todo suena como si el grupo se conociera desde hace años —ya que se mencionó a los Beatles, las horas eternas que tocaron en Hamburgo y en el Cavern Club de Liverpool permitieron que Please Please Me se grabara tan fácilmente—, pero en realidad sucedió todo lo contrario: en Led Zeppelin I recién se estaban acostumbrando a tocar juntos. Y esa frescura del descubrimiento mutuo se percibe enseguida. Cada uno da lo mejor de sí para darle una personalidad al proyecto, y canciones hipnóticas como “Dazed and Confused” y “How Many More Times” lo demuestran. El oyente es testigo del nacimiento de un sonido que se volvería escuela.

Gran parte de la responsabilidad recae en Jimmy Page, el fundador de la banda. En esa época ya era una figura de la escena musical londinense. Había trabajado como sesionista para los Kinks, los Who y Donovan. Con este último, conocido como el Bob Dylan británico, grabó el disco Sunshine Superman (1966), donde también tocó el bajista y arreglador John Paul Jones, que tenía un currículum igual de respetable: trabajó con los Beach Boys y hasta hizo los arreglos de cuerda de la bellísima y psicodélica “She’s a Rainbow” de los Rolling Stones.

Jimmy Page, a su vez, era parte de The Yardbirds, el grupo de blues y R&B del que salieron Eric Clapton y Jeff Beck. A mediados de 1968, cuando ambos guitarristas ya habían abandonado el grupo, Page se propuso rearmarlo. Bajo el nombre de los New Yardbirds y junto al bajista Chris Dreja contactaron a varios artistas. El cantante ideal, pensaron, era Terry Reid —al que conocía como “Superpulmón” por su energía histriónica—, pero el artista rechazó la invitación. Eso sí, les recomendó a un joven llamado Robert Plant, fanático del blues y el folk.

La audición, contó Page, consistió en interpretar “Somebody to Love”, de Jefferson Airplane. Cuando Page arrancó, el guitarrista lanzó un “gemido primigenio” que lo dejó hechizado. “Cuando me contó que hacía varios años que cantaba, no entendía por qué todavía no se había hecho famoso”, aseguró. Fue Plant quien sugirió que contactaran al baterista John Bonham, con quien ya había trabajado en el grupo Band of Joy. “No conocía a nadie capaz de tocar con ese swing y esa onda”, recordó el guitarrista.

El grupo estaba casi listo, pero Dreja decidió abandonarlo para dedicarse a la fotografía. Cuando John Paul Jones se enteró que había una vacante en el bajo, llamó a Page y le pidió una oportunidad. El guitarrista no lo dudó.

El cuarteto se encontró por primera vez en el sótano de una disquería londinense. Page, el director musical, propuso que tocaran “The Train Kept A-Rollin’” para probarse y lo que sucedió fue histórico. “Cuando escuché tocar a John Bonham me di cuenta de que esto iba a ser genial”, contó años después Paul Jones. “Era un tipo que sabía lo que estaba haciendo. Nos convertimos en una banda instantáneamente”.

Armaron un repertorio basado en clásicos de los Yardbirds, versiones de clásicos bluseros y novedades como “Communication Breakdown” y “I Can’t Quit You Baby”, y salieron de gira por Escandinavia. Todavía eran los New Yardbirds. A la vuelta a Londres se cambiaron el nombre a Led Zeppelin, y entraron al estudio Olympic para darle forma a lo que sería Led Zeppelin I. Todo ocurrió de manera casi instantánea.

La clave, según Page, era la química en el grupo. “Teníamos empatía con Robert”, definió. “Yo sabía cómo armar ‘Babe, I’m Gonna Leave You’. Establecí la atmósfera con la guitarra acústica y la sección tipo flamenco, pero Robert le puso corazón. Compuso una melodía vocal increíble y plañidera. Cuando estás en un grupo, intentás sacar lo mejor de cada integrante, y nosotros logramos sacar algo bueno el uno del otro”.

“La verdad es que todavía no nos conocíamos”, sumó Plant en otra entrevista. “Cuando estábamos en el estudio, yo volvía a la sala de playback y me ponía a escuchar las grabaciones. Tenía tanto peso, tanta potencia... era devastador. En ese momento todavía tenía mucho que aprender en cuanto a mi voz, pero el entusiasmo y la chispa surgieron de trabajar con Jimmy”.

En esas 36 horas de trabajo registraron nueve canciones infalibles. En 45 minutos se pasean por el acid rock de “Dazed and Confused” y por una balada folk como “Baby, I’m Gonna Leave You”, que decanta en un golpe certero de riffs furiosos. Homenajean al bluesman Willie Dixon con las sensuales “You Shook Me” y “I Can’t Quit You Baby”, se permiten un guiño a la música sacra con la preciosa introducción de órgano Hammond a “Your Time Is Gonna Come” y hasta fusionan elementos del folk inglés y la música hindú a la instrumental “Black Mountain Side”. Led Zeppelin I no se parecía a ningún otro disco de la época. Era único.

El álbum se publicó en enero de 1969, y aunque la crítica de la época no fue favorable con el lanzamiento, sí fue un éxito de ventas. Led Zeppelin salió de gira por Estados Unidos para conquistar el mercado estadounidense y le dio forma al que sería Led Zeppelin II, el disco que los consagraría como estrellas mundiales. Pero las bases estaban en ese disco debut, que ahora está de regreso con El País. Y es ideal para escucharlo en vinilo.

Así será la colección de vinilos "Clásicos del rock" de El País

Desde mañana y todos los martes cada quince días, El País presentará una reedición de un vinilo clásico de la historia del rock. Cada álbum costará 900 pesos y se acompañará de un fasículo con la historia de la banda. Pedilos llamando al 29004141, con tu canillita o en la web de Coleccionables El País.

Tras la salida de Led Zeppelin I, este será el orden de los siguientes nueve títulos:

  • David Bowie - The Rise and Fall of Ziggy Stardust
  • Ramones – Ramones
  • The Doors - The Doors
  • Iron Maiden - The number of the beast
  • Deep Purple - In Rock
  • Eric Clapton – Unplugged
  • Coldplay - Parachutes
  • Prince - Purple Rain
  • Van Halen – 1984

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