Lenine con El País: "Uruguay se estableció en mi vida y ya es parte de mi tradición"

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Bruno Giorgi y Lenine. Foto: Difusión.

ENTREVISTA

El músico brasileño dialogó con El País antes de presentar "Rizoma", el espectáculo que ofrecerá junto a su hijo Bruno Giorgi, en el Auditorio Nacional del Sodre

"Voy a hablar en portuñol”, anuncia Lenine al inicio de su entrevista telefónica con El País. “Tenemos la misma raíz, que es el latín, pero debo admitir que muchas veces no logro encontrar las palabras justas. Por eso prefiero las entrevistas cara a cara: eso facilita mucho la comprensión porque las expresiones también hablan. Pero vamos fazer un intento, cara”, propone con una cálida carcajada desde su Brasil natal.

Lenine, un asiduo visitante de escenarios uruguayos, se prepara para un nuevo regreso a Montevideo, que el miércoles 3 de agosto lo llevará al Auditorio Nacional del Sodre. Pero el autor de clásicos como “Paciência” y “Simples Assim” no estará solo: al igual que lo hizo en febrero durante su paso por el festival Medio y Medio, el brasileño se presentará junto a su hijo Bruno Giorgi, quien produjo todos sus discos desde Chão (2011).

“Uruguay se estableció en mi vida hace un largo tiempo y ya es parte de mi tradición. Por eso he presentado cada uno de mis proyectos allí”, asegura. “Conozco el candombe y la murga, y cada vez que tengo la oportunidad de visitarlos tengo la certeza de que comprenden mi trabajo. Eso me permite sentir que tengo una relación de intimidad con ustedes”.

Durante su diálogo con El País, Lenine se toma su tiempo para encontrar el término en español que más se acerque a lo que quiere transmitir respecto al concepto detrás de “Rizoma”, una propuesta que va mucho más allá de la música. Piensa, se corrige, rearma sus frases y vocaliza con delicadeza para que sus palabras sean comprendidas a la perfección. Yo, por mi parte, me animo a preguntar en un portugués improvisado. Minutos después llegamos a un acuerdo: es mejor que hable en su lengua madre. “Va a ser mejor, cara”, acepta con simpatía.

A continuación, un resumen de esta entrevista con Lenine.

—El nombre de tu nuevo espectáculo se inspira en el concepto que los filósofos Gilles Deleuze y Felix Guattari tomaron para sus trabajos. ¿De qué manera define tu nueva búsqueda musical?

—La verdad es que mi primer encuentro con el concepto de rizoma se debe a mi pasión por la botánica. Refiere al crecimiento y la evolución de todas las relaciones como las raíces de los árboles. Me basé en la idea de que el universo siempre se mueve hacia el caos pero, en algún momento, logra encontrar el orden. Lo que sucede es que el comienzo de la vida de todas las plantas es aleatorio, pero luego se crean conexiones; es lo que luego Deleuze transporta al universo de la filosofía y la antropología. Ese concepto me vino muy bien porque, al final, de eso se trata el mundo de la creación y es lo que sucede con mi hijo cuando presentamos este espectáculo. Las cosas se unen y conectan de una manera rizomática.

—La idea de encontrar orden en medio del caos debe tener un significado aún mayor en el contexto sociopolítico que se vive en Brasil. ¿Estás de acuerdo?

—Sí. Es que en estos tiempos sombríos de pandemia y pandemonio, en Brasil estamos viviendo una época medieval. Los valores se perdieron de una manera preocupante y la única forma de encontrar un poco de orden es a través del camino colectivo, que es el único método para sobrevivir como seres humanos. Sin embargo, lo que se vive en Brasil hoy es totalmente contrario: el individualismo, la barbarie y la violencia nos dominan. En este momento estoy trabajando en mi próximo disco y en cada show toco una o dos canciones nuevas. No es casualidad que la primera se llame “Confia em Mim”.

—¿Podrías adelantar una frase?

—Claro, la letra comienza de esta manera (Hace una pausa y comienza a cantar): “Espera un poco más, que otro tiempo va a llegar, / Ten fe en lo inesperado”. La escribí porque siento que se perdió la confianza en el ser humano y, en este momento, en Brasil se vive una barbarie. Estoy seguro de que se va a acabar en octubre, pero el mal que le hizo a mi país es impensable e inmensurable.

—Y no es un fenómeno derivado de la pandemia. Ya lo habías abordado en 2018 con “Intolerância”.

—Totalmente. Y tengo que decirte que durante un largo tiempo perdí el interés en la música. La guitarra, mi instrumento, se peleó conmigo (se ríe) y estuve alejado durante más de un año. Esto no es nuevo porque mi relación con la música suele ser cíclica; por eso grabo discos cada dos o tres años. Es fundamental para redescubrir y encontrar otros caminos, pero a causa de la pandemia y de lo que se está viviendo en Brasil, mi distanciamiento fue más profundo. Llegué a olvidarme de lo que hacía, por qué lo hacía y para quién lo hacía.

—Imagino que, al igual que Caetano Veloso con el espectáculo “Ofertório”, la experiencia de tocar con tu hijo te ayudó a reconectarte con la música.

—Sin dudas. La culpa de este regreso y de este recomienzo la tiene Bruno. Fue él quien me invitó a trabajar nuevamente cuando me convenció de colaborar con las bandas indies que producía. A partir de eso comencé a encontrarme con él una vez por semana para conversar y tocar un poco. Antes de la pandemia había creado el espectáculo “Em Trânsito”, con el que apenas pude girar. Fue una etapa difícil pero, en compensación, había esbozado un nuevo proyecto que aún no tenía nombre pero sí una selección de canciones. Bruno me propuso retomarlo y, de repente, me di cuenta de que para mí es imposible distanciarme de la música. Para mí es vital no solo grabar, componer y tocar; lo más importante es estar en un escenario cantando mis crónicas. Así nació “Rizoma”, un espectáculo que comparto con mi hijo y en el que interpreto las canciones que todavía me siento capaz de cantar. Es un lugar inspirador porque cada noche tocamos nuevas versiones de mi repertorio; lo siento como una redención.

—Ahora que pudiste reencontrarte con la música, ¿sientes que es un espacio para generar esperanza y unión en tiempos tan difíciles?

—Sí, porque el arte es algo liberador. Invita a conocer las visiones diferentes y las diversidades, y tiene una verdadera función social. Ahora que estoy de gira con “Rizoma” noto que la música funciona como un trampolín emocional. El público responde de una manera totalmente diferente a como lo hacía antes de la pandemia. Además, mis canciones adquieren nuevas lecturas y el ritual de hacer un show y de encontrarme con el público adquirió otro significado. Cuando subo al escenario siento que juntos creamos una atmósfera positiva que invita a la mejora del ser humano. Eso me da la certeza del papel importantísimo que el arte tiene en la vida y me permite confirmar por qué me dedico a esto. Creo que la herramienta que tengo para tratar de hacer del mundo un lugar un poco mejor es a través de mi arte.

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