Liliana Herrero, la Visitante Ilustre que llega al Solís: "Siento que pertenezco a Uruguay"

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Liliana Herrero. Foto: Marcos Crapa.

ENTREVISTA

Antes de presentar el espectáculo "Orillas" en el Teatro Solís y de recibir el galardón de Visitante Ilustre, la cantante argentina repasó su carrera con El País. "Yo canto para quebrarme", asegura.

El repertorio uruguayo alimenta la obra de Liliana Herrero desde hace décadas. En sus discos suelen aparecer canciones de Fernando Cabrera, Jaime Roos, Osiris Rodríguez Castillos, Daniel Viglietti y otros grandes compositores locales. Es más, en 2006 grabó el disco doble Litoral, cuyo segundo capítulo estuvo dedicado enteramente a 12 clásicos locales como “El tiempo está después”, “Ky Chororo” y “Gurí pescador”.

Herrero, que desde hace años se consolidó como una de las voces más queridas y respetadas de la región, está lista para regresar a Montevideo, la ciudad de la que siempre se sintió parte. Apenas unas semanas después de sus dos show junto a la española Silvia Pérez Cruz y la brasileña María Gadú en elfestival Medio y Medio de Punta Ballena, la artista nacida en Entre Ríos llegará mañana al Teatro Solís para presentar “Orillas”, su nuevo espectáculo.

Acompañada por el guitarrista Pedro Rossi y el contrabajista Ariel Naón, Herrero ofrecerá una especie de abrazo musical entre los repertorios uruguayos y argentinos con un recital íntimo que incluirá la participación especial de Pablo “Pinocho” Routin, Edú “Pitufo” Lombardo y Juan Pablo Chapital. Las entradas están a la venta en Tickantel, y los precios van de 900 a 1800 pesos.

El reencuentro con Montevideo tendrá una carga aún más especial para Herrero porque hoy, a las 13.00 recibirá el reconocimiento de Visitante Ilustre en el Teatro Solís.

Antes de su concierto, la argentina repasó su carrera con El País y habló sobre Canción sobre canción, el álbum donde versiona a Fito Páez.

—El disco Canción sobre canción funciona como una celebración de su larga amistad con Fito Páez. ¿Cómo surgió?

—Lo que pasa es que Fito Páez es responsable de que yo esté cantando profesionalmente. Hace muchos años hicimos un demo en Rosario, donde vivía en ese momento; armé una banda con músicos rosarinos y grabamos el primer disco (Liliana Herrero, 1987) con la producción de Fito. Luego llegó el segundo (Esa fulanita, 1989) y el tercero (Isla del tesoro, 1994), y así se fue armando una sucesión de discos y de conciertos. Pero la verdad es que esos tres discos fueron hechos así, sin pensar que íbamos a seguir grabando; lo digo en plural porque Fito también lo sentía así. Para mí no era necesario grabar.

—¿En serio?

—Sí, porque me parecía que ya alcanzaba con cantar en algunas peñas con amigos o en mi casa. Pero bueno, él me insistió con tanta vehemencia que accedí. En resumen, Fito Páez es el responsable de todo (risas).

—Volviendo al álbum, ¿qué tuvo en cuenta para seleccionar las 11 canciones?

—Siempre supe que iba a hacer un disco con las canciones de Fito pero sin su intervención. No fue fácil elegirlas e incluso volví a escuchar toda su discografía durante un año. Tenía ganas de que el repertorio se basara en la época en que él vivió en mi casa de Rosario, y por eso elegí temas que compuso en casa con un tecladito o mientras estábamos de vacaciones. Le encantó el resultado y cómo intervenimos las canciones porque, como intérprete, considero que siempre hay que interrogar la canción para producir otra sonoridad, otra estructura y otra forma. Recuerdo que me llamó un día, me dijo: (imita su voz) “Nena, lo que hiciste no se puede hacer. Es maravilloso”. Luego, lloramos juntos al teléfono. Me puso muy feliz saber que algo que hice con tanto amor y respeto emocionó al propio autor.

—Ya que mencionó a la interpretación, su versión de “Tema del hombre solo”, de Jaime Roos, resume a la perfección su personalidad. Además de reimaginar los arreglos, usted canta como si estuviera a punto de quebrarse.

—Es que yo canto para quebrarme. Y no en el sentido de autodestruirme, sino de quebrar aquello que ya estaba organizado para ponerlo en otro lugar. Puede que al compositor no le guste el resultado —ya me ha pasado—, pero no le doy importancia porque hice lo que mi corazón me pedía. Con tantos años de música y a esta edad, solo hago lo que mi corazón me dicta. El resto no importa.

—¿Qué representa el canto en este momento de su vida?

—Es el momento de mayor libertad para mí. Cuando estoy en un escenario, aunque sienta el dolor más grande —en este caso el de la muerte de Horacio González, mi esposo, que falleció el año pasado—, sé que él estaría celebrando que esté cantando. Es que para mí el canto es un lugar de libertad, y en ese sentido, funciona como quiebre de lo que uno hace todos los días. Siento que esa distancia me saca de los dolores más profundos de mi vida.

—Antes de su recital del sábado en el Teatro Solís, usted recibirá el galardón de Visitante Ilustre. ¿Cómo tomó la noticia?

—No imaginaba que pudiera ocurrir (risas). El otro día me encontré a Fernando Cabrera y le pregunté que tenía que hacer ese día; “agradecé”, me respondió. Así que voy a seguir sus instrucciones y voy a agradecer con todo mi corazón este reconocimiento que me otorga un país al que amo y del que no me puedo separar desde mi niñez. Siento que, de algún modo, pertenezco...(hace una pausa y se quiebra) a esta tierra. Perdón, es que me emociono mucho...

—Entiendo perfectamente. Es que Uruguay forma parte de su repertorio desde su primer disco, cuando grabó una versión de “Canto al Río Uruguay”, del argentino Ramón Ayala, que describe algunos de nuestros paisajes.

—Exacto. Está presente desde niña porque yo soy entrerriana y siempre me gustó la idea de que nos íbamos para el oriente. Y ese oriente significó no solo hermosos encuentros con personas en Uruguay, sino también con los ríos, los paisajes y la música. Después uno se encuentra con personas valiosas como Daniel Viglietti, Fernando Cabrera, Hugo y Osvaldo Fattoruso, Ruben Rada, Urbano Moraes, los Ibarburu, Mariana Ingold, Carlos Quintana y muchos más. Dar nombres me pone nerviosa porque siempre tengo miedo de olvidarme de alguien.

—Bueno, con varios de ellos usted grabó el disco Litoral, que tuvo un capítulo dedicado a la música uruguaya. ¿Qué le seduce de nuestro repertorio?

—Muchas cosas. Ustedes tienen melodías hermosísimas como la canción "Nueva”, de Hugo Fattoruso. Además, poseen textos muy profundos y un interés por rescatar su memoria. Y como para mí la música es una comunidad libre y emancipada, siempre observé que en Uruguay todos tocan con todos y que se conocen; eso es importantísimo.

—El de este sábado será su primer recital en Montevideo en años. ¿Qué espera de esa noche?

—Espero que les guste lo que hago, que disfrutemos todos y que estemos dando vueltas y vueltas, girando en el mismo horizonte de felicidad y de ruego por un poco de paz, que es lo que necesito en este momento. Mi esposo solía decir que Uruguay es un país al que uno quisiera pertenecer... (hace una pausa), y ahora que estamos hablando de esto, recuerdo esta frase con mucho amor. Llegar al Teatro Solís es una conmoción.

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