Los días de Ella Fitzgerald en Uruguay: su paso por Canal 10 y el recuerdo de una jam session con Julio Frade

En mayo de 1960, Ella Fitzgerald, que atravesaba el mejor momento de su carrera, visitó Uruguay para presentar dos conciertos en el Cine Central. También actuó para Canal 10 y Radio Carve.

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Ella Fitzgerald en Uruguay, 1960.
Foto: Archivo El País.

"Un pirómano destruyó la casa de Beethoven en Bonn”, destacaba El País en su tapa del martes 10 de mayo de 1960. Aquella primera página se completaba con un panorama de las principales noticias del día: “Odios raciales estallan en la Federación de Rodhesia”, “Dotricós, presidente de Cuba, visitará Uruguay” y “‘Nuestros proyectiles se dirigirán hacia Noruega y Pakistán’, dijo Kruschev”. Es más, incluía una fotografía de una sonriente Marlene Dietrich que celebraba, con “cerveza y salchichas”, el regreso a su país natal. “Alemana de larga militancia contra el nazismo, no parece preocupada por algunas manifestaciones hostiles contra ella”.

Unas páginas más adelante, en la sección de Espectáculos, un anuncio resaltaba entre las críticas a las películas Reto al destino y La Ley: “Ella Fitzgerald, ‘La Primera Dama del Jazz’, en sus dos únicas presentaciones en Montevideo. Hoy y mañana a las 22.30. Cine Central”. La estadounidense, una de las voces más emblemáticas de la historia del jazz, llegaba a Uruguay en el mejor momento de su carrera.

Solo el año anterior, o sea en 1959, había publicado cinco discos producidos por el legendario Norman Granz, del sello Verve. Entre ellos, el memorable Porgy & Bess, grabado junto a Louis Armstrong; y Ella Sings The George And Ira Gershwin Song Book, un colosal box-set de 59 canciones.

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El anuncio de la visita de Ella Fitzgerald a Uruguay.
Foto: Darwin Borrelli.

Fitzgerald visitó Montevideo en mayo de 1960 luego de terminar con la gira europea en la que se grabó Ella in Berlin: Mack the Knife, el álbum en vivo más icónico de su carrera. Ese trabajo, registrado en febrero en el Deutschlandhalle de Alemania, se publicaría a finales de aquel año y le permitiría ganar dos premios Grammys. A su vez, su versión de “Mack the Knife”, que fue parte de los conciertos en Montevideo pero cuya grabación en Berlín recién se editaría en agosto, le permitió estar 14 semanas en las listas de éxitos estadounidenses. Por lo tanto, Fitzgerald llegó a Uruguay con un futuro clásico entre manos.

Por si fuese poco, la cantante —que en ese entonces tenía 43 años—, estaba acompañada por un quinteto lleno de figuras: el trompetista Roy Eldridge, el baterista Gus Johnson, el guitarrista Jim Hall, el contrabajista Wilfred Middlebrooks y el pianista y director musical Paul Smith. Era su primera gira por Latinoamérica, y también tuvo paradas por San Pablo, Río de Janeiro y Buenos Aires. Según anunció El País en la previa, “en Porto Alegre estaban dispuestos a pagar una cifra fabulosa por su actuación, pero Ella tenía que elegir entre Porto Alegre y Montevideo y no quiso dejar de cumplir con el público uruguayo por el que siente profunda simpatía”.

Sus conciertos en Uruguay fueron en el Cine Central —en el mismo complejo del Cine Plaza— el martes 10 y el miércoles 11 de mayo. Pero no fueron los únicos. En ambas noches, Fitzgerald se presentó en el Zafiro Room del Victoria Plaza y la actuación fue transmitida en directo por Radio Carve; el miércoles, además, actuó en Saeta TV, o sea en Canal 10.

En 1999, y en diálogo con César Di Candia para Búsqueda, el camarógrafo Jorge Severino recordó el paso de la artista por el canal. Sin embargo, la anécdota no tiene nada de glamorosa. “Tuve que hacer maravillas con la única cámara que disponíamos”, relató. “Cuando vino Ella Fitzgerald a cantar, pidió para ir al baño y pasamos una vergüenza espantosa porque era un establo donde solamente podían ir los hombres. En el recinto no había nada, ni siquiera papel o un lavatorio con un jabón. Cuando salió nadie quería enfrentarla por temor a un insulto, pero ella no dijo ni una palabra. Realmente era una dama”.

Los conciertos en el Cine Central

Ambas actuaciones en el Cine Central iniciaron a las 22.30 y Fitzgerald interpretó 14 canciones por noche. Según la crítica publicada en El País por un periodista que firmaba como H.S., “dejó satisfecha a toda la audiencia, que la ovacionó”. Si bien no quedó registro de sus conciertos, el repertorio incluía clásicos como “Mack the Knife”, “The Lady Is a Tramp”, “How High Is the Moon” y “Misty”. Todas forman parte de Ella In Berlin: Mack the Knife, así que una escucha atenta al álbum en vivo invita a imaginarse cómo fue su paso por Uruguay.

“Sus variaciones musicales son casi siempre inesperadas. Del susurro casi imperceptible salta a los agudos frenéticos, pero toda nota tiene su validez comprensible, su afinación precisa, su justificación”, escribió H.S. “No bien entra en escena todo se concentra en su persona. El fanático del jazz se olvida que detrás están sentados Roy Eldridge y Gus Johnson, y se siente absorbido por un manantial cuyo curso solo es variado por el tenor de los temas a interpretarse, que abarcan varios géneros pero que son reducidos a diferentes estados de ánimo (...) Puede ser en dos momentos sucesivos femeninamente delicada en ‘The Man I Love’ y un instante después la humorista popular en ‘Mack the Knife’".

Más adelante, escribió: "Su cualidad musical está balanceada por un sentido propio de un jazzman, modelo 1945. Su aclamado 'How High Is the Moon', de vieja relación con la cantante, rompe la tradición natural de sus mayores (Bessie Smith, Billie Holiday), pero no se separa del jazz, sino que descubre zonas inexploradas. Esos monosílabos incomprensibles, que parecerían grotescos en otro, adquieren validez en su interpretación. Y como otros artistas de su categoría, no se contenta con una entrega rutinaria de su interpretación: las dos versiones que ofreció en el Central fueron diferentes. Esa es otra ventaja que lleva a los potenciales imitadores que se animen a seguirla".

Por último, aseguró: "De todos los artistas de jazz, Ella ha arribado en mejores condiciones para ser recordada. Después de 25 años de actuación siempre en ascenso, donde las intuiciones han podido ser descubiertas hasta gobernarlas con lucidez, ha coincidido su mejor momento expresivo con su visita. Su paso por Montevideo junto al notable conjunto que la acompañó será recordado durante mucho tiempo".

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El programa de mano de los conciertos de Ella Fitzgerald.
Foto: Archivo.

Luego de cada uno de los conciertos, los músicos que acompañaron a Fitzgerald visitaron la Peña del Jazz —que era uno de los clubes de jazz más importantes del momento— para dos jam sessions que se extendieron hasta la madrugada. “Después de ejecutar varias piezas sin medir su duración, Eldridge dijo en voz alta que ahí nadie estaba trabajando y todos podían tocar, siendo posteriormente acompañados por varios conocidos instrumentistas locales”, relató al otro día El País.

El pianista Julio Frade, que en ese entonces tenía 16 años, fue parte de aquellos encuentros históricos. Así lo recuerda: “Nos llevamos a los músicos a la Peña, que quedaba a una cuadra del Cine Central. Fitzgerald no vino pero sí estaban Smith, Hall y Eldridge, que se trajo dos estuches de trompetas. Abrió la primera y se puso a practicar con la trompeta antes de tocar; cuando abrió la segunda, no había ningún instrumento... ¡Era una botella de gin! ¡ Se la tomó como si fuera agua!”.

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