ENTREVISTA
Antes de su doble fecha en el Antel Arena, Lucas Sugo habló con El País. "Necesito cantarle a la gente para sentirme vivo", comenta.
"El espectáculo del Antel Arena va a tener varios reencuentros en uno”, promete Lucas Sugo. Y los detalles que le adelanta a El País lo demuestran. El primero, y más importante, es el reencuentro con el público tras más de un año de pausa obligada. Por eso, los recitales de este sábado y domingo en el estadio cerrado más grande de Uruguay serán toda una fiesta musical (todavía quedan entradas a la venta en Tickantel). “El 95% del show va a ser charanga”, comenta sobre el género musical que lo formó.
Pero el reencuentro continúa. Sugo retomará los arreglos originales de éxitos como “Cinco minutos”, “Amiga”, y “Nudo en la garganta” e incluso se tomará un momento con su guitarra para cumplir con los pedidos de su público. “Es una especie de Lucas Sugo a la carta”, adelanta. “Además voy a tener el honor de compartir escenario con el baterista fundador de Los Iracundos, ‘Juano’ Velázquez, con quien voy a cantar dos canciones. Tiene una carga afectiva muy grande porque me crié admirándolos. Es un reencuentro con mi niñez”.
Por otra parte, adelanta que este fin de semana hará un anuncio “muy especial” al público. “Voy a contarle a la gente que me voy a presentar en un lugar muy especial que todavía me falta pisar, para celebrar mis 30 años en la música”, comenta.
“Quiero que la gente prepare su mente antes que su corazón”, dice antes de su vuelta al Antel Arena. “Se tienen que agarrar de la palabra ‘responsabilidad’, y si eso está primero, el disfrute va a llegar solo”, agrega sobre la necesidad de respetar los protocolos sanitarios vigentes.
Sobre su vuelta a los escenarios, la necesidad de cantar frente al público y la inminente llegada de su hija Isabella, Lucas Sugo habló con El País.
—A finales de 2019, cuando presentaste dos shows agotados en el Antel Arena, comentaste que estabas cumpliendo un sueño. Ahora volvés para otros dos recitales. ¿Qué representa en tu carrera?
—Es una alegría y una fiesta. Como la idea del espectáculo es “el reencuentro”, estoy buscando un repertorio acorde a la ocasión. En cada show que hago en Montevideo trato de ponerle nueva ropa a las canciones para no repetirme; por eso hago un tango, un rock o un reggae. Pero ahora tenía que bajar un cambio y reflotar las versiones originales. Te lo digo como oyente: a veces uno va a ver a una persona que tiene incorporada en sus afectos porque es la cortina musical de su vida, pero el artista desdibujó tanto la canción que pierde un poco su esencia. Como esto es un reencuentro, quise volver a los arreglos originales para que cuando arranque la canción le pase algo a la gente. Además, este va a ser mi show más charanguero en Montevideo.
—Mencionaste que las canciones son “cortina musical” de la vida, y en tu caso hay mucha identificación con el público. La última vez que hablamos me comentaste que “la gente sostiene esta historia”. ¿Cómo valorás esa relación que construiste?
—Me he dado cuenta que la música tiene algo mágico porque te da la posibilidad de llegarle al corazón de la gente. En algún momento podrá haber sonado como una frase hecha, pero con la pandemia nos dimos cuenta de que el estado anímico recibe un masaje cuando uno recibe música. En los momentos de dificultades, nosotros logramos sacarle una sonrisa a la gente cuando escuchan nuestras canciones. Suena cursi pero es verdad. Y ser cortina musical de la vida de la gente es increíble. Por ejemplo, entrar a la vida de un niño que se acomoda la moña de la túnica mientras la madre escucha a Lucas Sugo es algo increíble.
—Y lo bueno es que en el Antel Arena el público va reencontrarse con ese artista que lo acompañó durante todo ese tiempo. Y, para vos, ¿qué representa un recital?
—Hay una frase medio trillada pero que sirve muy bien: es ver el vaso medio lleno. La pandemia me permitió darme cuenta y reafirmar que nací para esto. No sé si lo hago bien o de una manera mediocre, pero sé que necesito cantarle a la gente para sentirme vivo. Yo me alimento del ida y vuelta con el público, porque siempre me recontra carga de energía positiva.
—¿La pausa obligada por la pandemia te ayudó a confirmarlo?
—Sí, fue como por inercia. Todos los sábados durante la pandemia necesitaba agarrar la guitarra; antes, cuando estaba de gira, llegaba a mi casa y no quería saber nada. Pero ahora, mi cuerpo y mi espíritu me pedían cantar. Y te voy a ser sincero:los sábados de noche ponía los karaokes, cerraba los ojos y me veía cantando frente a la gente. Me emocioné porque durante esos tiempos de tremenda incertidumbre confirmé que mi pasión es muy fuerte.
—Cuando te presentaste en el Antel Arena en 2019 cientos de personas se vinieron del interior para verte. ¿Sentís que hay una identificación especial con el cantante de Tacuarembó que triunfa en Montevideo?
—Creo que es la metamorfosis del plural que se transforma en singular. ¿Qué quiero decir con esto? Que me he dado cuenta que juntos somos uno. Siento una conexión y un afecto especial porque mi sentimiento de agradecimiento es genuino. Ayer me puse medio a lagrimear porque pasé por el club donde arranqué a cantar; era un lugar muy modesto y recordé que a los 14 años estaba cargadísimo de sueños y cantaba en lugares que me daban un poco de vergüenza porque eran bailes de barrio y había mucha discriminación en el liceo. Imaginate que yo era cantorcito de cumbia, así que cuando iba por el pasillo me decían de todo; pero era mi sustento y mi sueño. Entonces, veo aquella realidad y la de ahora, y veo que pasó algo en el medio. Y el secreto es la gente, que es la que me puso acá.
—Si bien en tu último trabajo, Sentimiento y pasión, te abriste a nuevos géneros, siempre mantuviste las raíces de la charanga. Por eso te preguntaba sobre esa identificación extra con el público del interior.
—Sí, es que yo lo siento como un: “Vamo’ a verlo a este, que es uno de los nuestros”. Va por ese lado. Uno trata de defender lo nuestro con la mayor prolijidad posible y compromiso. El ser una persona del interior que no se codea con excesos, que hace música para la familia hacen al combo de que la gente sienta que soy uno de ellos. Yo puedo cantar con Valeria Lynch y con el Chaqueño Palavecino y recibo otros colores en mi música, pero sin perder la identidad. Para mí uno de los momentos más emocionantes de mi show en el Gran Rex fue cantar “Cuando cante el gallo azul”. Te lo cuento y se me eriza la piel.
—Mencionaste al Chaqueño Palavecino, y hace unas semanas publicaste "Dos caras", una canción donde fusionan sus estilos. ¿Cómo fue la experiencia?
—Es otro de los regalos que me está dando este camino. Yo admiro muchísimo al Chaqueño y siento que es uno de los cantantes de folclore más grandes de Latinoamérica. Por eso, cuando le planteé la inquietud de generar un encuentro musical y accedió, fue un honor. Fue tanta la motivación que cuando me dijo que sí enseguidita hice una canción. Cuando se la presenté le encantó e hicimos la producción con el bajista de Soledad y el guitarrista de Luciano Pereyra. La idea era generar una fusión, por eso tiene los violines del Chaqueño y ese sonido autóctono de argentina, junto a algunas cosas mías. Es una linda mistura artística y quedé re contento con el resultado final. Al Chaqueño le encantó y hemos entablado grandes charlas telefónicas; ha querido ayudarme en mi carrera y me orienta. Son cosas muy lindas que coinciden con lo que grande que es artísticamente.
—Hace un tiempo anunciaste que estás esperando la llegada de Isabella. ¿Cómo te estás preparando para volver a ser padre?
—Estoy muy feliz. En mi carrera están pasando cosas fantásticas, pero no le llega ni a los pies a la emoción de ser papá. Con Antonella, mi compañera, estamos con una ansiedad tremenda. En las redes soy muy discreto con el tema de mi familia, por eso solo hago algún anuncio para mantener a la gente enterada, pero te puedo decir que estamos disfrutando de este período. Estamos muy fortalecidos como pareja y nos sentimos preparados para recibirla en una casa donde hay mucho amor.