"Ya nos instalamos acá, nos trajimos la cama y los muebles al Luna Park”, bromea Luciano Pereyra al inicio de su videollamada con El País. A su lado, Abel Pintos sonríe y asiente. Es martes a las 18.45, y en unas horas, los argentinos darán la función número 22 de las 34 programadas con Es ahora, un espectáculo con el que celebran su amistad y fusionan repertorios.
Cada noche ofrecen dos horas de concierto en un formato 360°, donde intercambian canciones como “Oncemil”, “La llave”, “Porque aún te amo” y “Tu mano”, y reflejan la complicidad que domina esta entrevista.
La conexión entre ambos artistas trasciende el escenario. Pintos confiesa que muchas veces se encontró “jugando a ser Luciano” mientras miraba sus conciertos en YouTube: le hacía coros, decía: “dejame esta parte a mí” e incluso se animaba, en privado, a imitar sus pasos “locos”.
Pereyra, por su parte, tiene una anécdota todavía más emotiva. Durante el cierre de su gira Hasta el alma en Buenos Aires, invitó a Pintos al escenario y lo sorprendió leyendo una carta que le había escrito en 2010 mientras atravesaba un quebranto de salud. “Mi oración y mi fe se elevaron en tu nombre en los momentos más difíciles a la distancia, pero desde lo más profundo de mi alma”, decía ese mensaje que hizo llorar a Pintos apenas escuchó a Pereyra leerlo en voz alta. Sin saberlo, aquel gesto dio origen al proyecto que hoy rompe récords de convocatoria en Argentina.
El miércoles 26 de febrero, el show 360° desembarcará en el Antel Arena, con entradas disponibles en Tickantel. La preventa para BROU comenzará el martes a las 11.00, mientras que la venta general se habilitará el jueves. Los precios van entre 3200 y 9500 pesos.
En la previa, va a esta entrevista.
—Lo primero que les tengo que decir es que, finalmente, Abel se sacó las ganas de tirar unos pasos al estilo de Luciano en “Camina (suave y elegante)”...
Pintos: (Lanza una carcajada)
Pereyra: (Lo señala) Él es un gran bailarín encerrado (se ríe). Es un espejo esto, porque uno se copia del otro. Está bueno porque durante tantos años nuestras carreras han ido creciendo de manera paralela, y si bien los encuentros no fueron muchos, yo crecí con su música. Era cuestión de tiempo hacer este concierto y yo siempre digo lo mismo: los tiempos de Dios son perfectos. Todo lo que aprendimos del otro lo pudimos hacer carne y llevarlo en vivo. Disfrutamos de cranearlo y de tener la posibilidad de disfrutarlo con tanta gente cada noche. Hoy es la noche 22 de 34, y todavía seguimos sin creer lo que estamos viviendo. Todavía no entendemos lo que pasa, pero yo me voy a mi casa y Abel a la suya, y por ahí nos mandamos un mensaje: los dos tenemos una sensación de felicidad y un agradecimiento al público impresionante.
—Uno de los aspectos más interesantes del show es que Luciano cante el estribillo de “Oncemil” y que Abel haga el de “Porque aún te amo”. ¿Qué representa eso para ustedes?
Pintos: Estamos descubriendo que éramos más parecidos artísticamente de lo que imaginábamos, porque veo a chicas con remeras del fan club de Luciano, que sé que lo siguen hace mil años, cantar “Oncemil”, y las veo cómodas. A mí me pasa lo mismo. También nos damos cuenta de que tranquilamente podríamos haber escrito esas canciones para el otro, y hubiesen tenido el mismo éxito. Me parece que cantar la canción del otro le da la oportunidad al público de que pueda experimentar lo mismo que vivimos nosotros en el escenario.
Pereyra: Para mí también es una responsabilidad. Imaginate estar en el Luna Park cantando el estribillo de “Oncemil” o “La llave” y divertirnos en “Camina (suave y elegante)” teniendo a Abel enfrente. Es muy lindo y es una sensación de desahogo, porque los estribillos de este pibe no se cantan, se gritan (carcajada de ambos). Entonces, estoy ahí arriba, y estoy cantando con él y con el público… ¿Qué más puedo pedir?
—¿Qué puntos de contacto encontraron en su obra mientras armaban el repertorio?
Pintos: Pensamos en un balance porque los dos somos muy eclécticos musicalmente, y tuvimos a lo largo de nuestras carreras un recorrido de diversidad musical...
Pereyra: (Interrumpe) Perdón, no puedo aguantar la risa. Porque tiraste el “ecléctico” y justo pensaba en esa palabra...
Pintos: Somos dos eclécticos…
Pereyra: ¡Tiene un pasado muy ecléctico!
Pintos: Ahora somos mayores..
Pereyra: Eclécticamente hablando, ¿no? (carcajada de ambos) Así estamos boludeando todo el día…
Pintos: ¡Siempre eclecticlísimos! (Se ríen) Bueno, la cuestión es que los dos tenemos una época folclórica notable porque es nuestra raíz. Después tuvimos una época de la balada, de la canción de amor con el pop, donde tuvimos la suerte de dejar nuestra huella. Y también tenemos una música que nos divierte y que nos hace bailar, entonces tener hits en distintos géneros está buenísimo. A la hora de hacer la lista de temas, encima compartida, fue un trabajo laborioso encontrar el equilibro.
—¿Por qué eligieron traer a Montevideo su espectáculo?
Pereyra: ¡Cómo no ir!
Pintos: Es un lugar natural para nosotros. Así como para Lucho podría haber sido Luján o para mí Bahía Blanca, Montevideo está igual de cerca en nuestros corazones, no solo en lo artístico, sino también en lo personal.
—El origen del proyecto se relaciona con la carta que Abel le mandó a Luciano en 2010 cuando estaba con problemas de salud. Años después, Luciano la leyó en un concierto. ¿Qué significó eso?
Pereyra: Más allá del agradecimiento que tuve el día que la recibí después del momento que me tocó vivir, fue importante saber que además de acompañarme con sus canciones, Abel me acompañó desde su lado humano. Y no encontré mejor momento y oportunidad para agradecérselo que en un concierto mío y con un público que también es de él. Cuando hay un gesto humano como el de él, que viene acompañado de buena vibra y desde el alma, estas cosas no se olvidan. Entonces, haber leído esas palabras de Abel en un concierto, sucedió en el momento justo. Tuve que esperar muchos años para estos conciertos, pero los tiempos de Dios son perfectos. Es una forma de agradecerle y hacerle saber que su oración llegó.
Pintos: Lucho leyó la carta después de que terminamos la primera canción que compartimos ese día, y mientras estábamos cantando no quería que se terminara, pero no estaba conversado. Y cuando sucedió eso de la carta, me marcó porque me hizo dar cuenta de la cantidad de años que llevábamos compartidos sin darnos cuenta. Eso hizo un trabajo en nuestras mentes y nuestros corazones para el momento que estamos viviendo ahora.
—El repertorio tiene dos momentos muy emotivos: Abel cantando “Tu mano” y Luciano interpretando “La llave”. ¿Qué les pasa cuando viven eso?
Pintos: Es una forma de reflejar lo que verdaderamente nos pasó en este proceso. Porque nosotros, cuando realmente queremos decir algo que cale profundamente en otra persona, elegimos cantarlo más que hablarlo. Por eso elegimos una canción del otro para hacerlo y además conectar con la gente, porque yo sé que el público de Luciano se emociona mucho con “Tu mano” así como yo me emociono al cantarla, y él sintió lo mismo con “La llave”.
Pereyra: La música se encargó de cruzarnos y de juntarnos, y me emociona que las canciones que escribí suenen en la voz de Abel, porque siento que al fin encontraron una voz. Lo que pasa es que uno se acostumbra a interpretarlas, pero cuando viene otra alma y la canta con su corazón y su impronta, te caés de culo. En cada concierto tengo una platea preferencial al verlo cantar a mi lado.
—Van por la noche 22, y aunque ya agarraron la costumbre de estar en el Luna, cada día es como dar examen. ¿En qué piensan cuando están por salir a escena?
Pintos: Nosotros hablamos mucho de lo loco que sigue siendo estar en la noche 22 con 8.000 mil personas esperando...
Pereyra: Y que sea un martes o un miércoles…
Pintos: Es que si lo pensás fríamente es un desmadre (se ríe). Ayer hablábamos de que ambos estamos con las cosas de fin de año en la cabeza, y entonces te ponés a pensar dónde vas a pasar Navidad y Año Nuevo. Estás pensando en el pan dulce, y de repente vas al Luna Park…
Pereyra: ¡Y el vitel toné!
Pintos: (Lanza una carcajada mientras y se tira para atrás mientras se agarra la cabeza con las manos)
Pereyra: El otro día estábamos a punto de salir, teníamos todo preparado, se apaga la luz y el equipo gritando que estamos listos para arrancar, y Abel me dice: “Sabés que estaba con unos quilombos porque tuve que ir a encargar el vitel toné” (carcajada de ambos). Y yo le respondo: “No, claro, qué quilombo, porque yo ya encargué la carne para el asado por si vamos a pasar en casa...”. Y de la nada le comenté: “¿Te das cuenta de lo que estamos diciendo?”. Es un martes, estamos tentados subiendo la escalera y pensando en el vitel toné…
Pintos: (Se ríe) Es que es así: en un momento en la panadería encargando el vitel toné, y de la nada hacés un corte para ir al Luna Park a cantar frente a 8.000 mil personas. Ahí decis: “Esto es una locura hermosa”…
Pereyra: Es una bendición.
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