Marihel Barboza repasa su carrera: Conjunto Casino, Grupo Antillano y el día que cantó en el show de Xuxa

Este miércoles y jueves, Marihel Barboza llegará a La Trastienda para celebrar sus 40 años de carrera junto a invitados como Luana y Chacho Ramos. Antes de los shows, dialogó con El País.

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Marihel Barboza.
Foto: Alejandro Persichetti.

Cuando Marihel Barboza repasa la contratapa de Qué meneo!, su primer disco junto a Conjunto Casino, su voz se tiñe de una ternura casi maternal. La foto principal de aquel vinilo de 1984 muestra al grupo liderado por Ernesto Negrín; abajo, sola y en un recuadro con bordes negros, Marihel, con un vestido rosado y labios pintados, sostiene un micrófono con ambas manos y sonríe con inocencia. “Ay, los rulitos”, le dice a El País con una carcajada. “Cuando veo esa foto pienso en esa chiquilina de 23 años que se animó, que tuvo constancia y que, a pesar de los pesares, siguió adelante cuando mucha gente no la veía dentro de la música tropical”.

En ese momento, Barboza no tenía nada que ver con la escena. Es más, ni siquiera conocía a Conjunto Casino. Se presentaba de domingo a domingo con el Trío Cóctel Internacional e interpretaba un repertorio de boleros, canciones en portugués y éxitos del momento. Además había cantado en el Parador del Cerro junto a la orquesta estable del lugar. Allí conoció a Nelson Curbelo, tecladista y arreglador de Conjunto Casino.

Negrín, que había grabado discos clave de la música tropical como Qué golazo (1977) y La Salsa Nostra (1979), quería renovar su sonido y pensó en sumar una voz femenina a su grupo. Curbelo sugirió a Marihel y ella, que venía de la escuela de folclore, se animó. “Me pasaron un cassette con ‘Sueños nada más’, me lo aprendí y me fui a probarlo a los estudios IFU. La idea no era grabarlo, pero cuando lo hice me pidieron repetirlo, lo grabé y quedó. Negrín me preguntó si quería entrar al grupo y yo quedé sorprendida. ¡No lo tenía previsto!”, narra.

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Marihel Barboza en la contratapa de "Qué meneo!", de Conjunto Casino.

Así que le pidió unos días para pensarlo, lo habló con su familia y, finalmente, se decidió. “Es que todo fue como mágico, y cuando las cosas se dan así, chau”, asegura. “Sueños nada más”, compuesto por José María “Catusa” Silva y Negrín, fue una prometedora carta de presentación. Con su voz juvenil, limpia y cálida, canta con seguridad frases como: “Quiero volar al mundo de los sueños, / Y trepar la justicia hasta la cima, / Tomar la paz y repartirla en trozos, (...) / Robar el sueño y dárselo a mi pueblo, / Y transformar su dolor en melodía”.

“¡Es tremendo lo que decía!”, dice ahora mientras repasa la letra. “No era cualquier tema, y más en el entorno y en la época; era 1984. Pero bueno, siempre digo lo mismo: lo viví con tanta naturalidad que lo canté como he cantado tantos otros, pero este, además, tenía el plus de estar en un conjunto de música tropical. Estaba jugando en la A”.

Sin embargo, los inicios de Barboza en la escena no fueron simples. La presencia de una mujer en una conjunto de música tropical no era común en la época. “Los primeros dos años fueron difíciles porque los empresarios decían que no iba a funcionar”, relata. Pero el éxito de “Niégalo”, del disco El colchón, cambió el panorama. La confirmación llegó en 1987 con “Collé Collé” y “Enamorada”, ambas de Casino Y Mas Casino. “Ahí comenzó la verdadera historia”, asegura. “Fue un cambio radical”.

Así llegaron los Discos de Oro y Platino, las giras por Uruguay y unas cuantas actuaciones en el exterior. Incluso llegó a cantar en el programa de Xuxa. “Fue en 1991 y con el Conjunto Casino hicimos ‘Oye mi canto’. Fue una experiencia muy fuerte”, relata. El video, que se encuentra fácilmente en la web, muestra a Marihel al frente de la orquesta mientras una batucada ondea banderas de Estados Unidos, Paraguay y Brasil. El estudio está repleto de niños disfrazados de animales. “Xuxa era una divina, y nosotros éramos re cholulos”, dice, con una carcajada. “Nos sacamos fotos sin parar con ella y compramos un montón de afiches y pósteres para que nos lo firmara. Estábamos locos de la vida”.

Al año siguiente, en 1992, la cantante se animó al cambio y dejó Conjunto Casino para entrar a Grupo Antillano, otro histórico de la música tropical. “No lo sentí como un nuevo comienzo, lo vi como la continuación de un camino con otra visión musical”, explica sobre su ingreso al grupo liderado por Raúl Cabrera. “Siempre me gustaron los desafíos, y allá me recibieron como si fuera de la familia”. Debutó con “Suspiros”, que se convirtió en otro de sus clásicos de su repertorio.

Con Grupo Antillano grabó versiones tropicales de hits del momento como “Mi enfermedad”, “O Canto da Cidade”, “Un mundo ideal” y “Se me ha perdido un corazón”, y álbumes memorables como El canto de mi país (1993) y Travesía (1994).

“En Antillano había una dedicación increíble en los estudios de grabación. Pasábamos casi 400 horas para grabar un disco y hasta dormíamos en los estudios de Sondor”, cuenta. “Por eso a veces a uno le cae un poco mal que menosprecien a la música tropical; siempre pienso: ‘si estuvieran en la interna y vieran la cantidad de trabajo y preocupación que hay detrás de los arreglos y de los coros, entenderían todo’. Hoy escucho los discos de Antillano y todavía no puedo creer todo lo que se cantaba y tocaba ahí”.

Barboza fue parte del grupo durante nueve años y luego se lanzó como solista. En 2005, además, ingresó al mundo del carnaval de la mano de Sarabanda. “Me agarró de grande y todavía recuerdo que alguien me dijo: ‘Una vez que entrás, no salís más’. Y es verdad”, dice la cantante, que junto a la comparsa recibió tres menciones como mejor interpretación vocal femenina. En 2014 cambió de rubro y se sumó a la revista Tabú, con la que ya lleva ganados seis primeros premios; en 2022, además, fue nombrada Figura de Oro.

“El carnaval te atrapa”, reafirma. “Cuando llega enero y ensayás con 40 grados hasta los domingos, decís: ‘¿Por qué dije que sí? Pero después, cuando salís con buen espectáculo, se te va volando. El concurso está muy lindo, pero a mí me apasionan los tablados. Es lo que me hace feliz”.

En 2014 publicó Mi voz, su debut solista, que incluye la participación de aristas como Chacho Ramos y Freddy “Zurdo” Bessio. Con este último interpreta la murga-canción que le da nombre al álbum y resume el significado el canto en su vida: “Mi voz, mi refugio, mi guarida, / Le doy gracias a la vida por todo lo que me dio”. Sobre esa letra, dice: “Hay pasajes que me cierran la garganta porque yo di mi vida por la música y si tuviera la oportunidad de volver a nacer, haría lo mismo de nuevo. No hay vuelta, esto es lo mío desde que tengo seis años”.

Hoy y mañana, Barboza llegará a La Trastienda para repasar sus cuatro décadas de música con un espectáculo que promete ser una celebración. Tendrá como invitados a su hermano Jorge Barboza y a Luana, Chacho Ramos, Majo Álvarez y Aldo Martínez. La primera función está agotada y quedan las últimas entradas para la segunda función; se venden en Abitab, de 1000 a 1500 pesos.

“Yo voy a estar en una fiesta; es mi cumpleaños”, dice, entre risas. “Siempre entrego el alma en cada presentación y me provoca una inmensa felicidad ver que la gente disfrute de las canciones. Es algo mágico y transformador”.

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