Marisa Monte vuelve a Uruguay y habla de la mezcla, de Drexler y la necesidad de resistir

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Marisa Monte. Foto: Leo Aversa
Foto: Leo Aversa
Leo Aversa

ENTREVISTA

La cantante brasileña vuelve a Montevideo y presenta su disco "Portas", el 27 y 28 de setiembre en el Auditorio del Sodre. Antes conversó con El País.

Marisa Monte tardó 10 años en lanzar un nuevo proyecto solista; sin embargo, el hiato estuvo lejos de ser una pausa. Durante ese tiempo produjo canciones de otros artistas, hizo duetos con cantantes como Cesaria Evora y David Byrne, y sacó, junto a Arnaldo Antunes y Carlinhos Brown, el segundo álbum de Tribalistas. También compuso las canciones que hoy hacen parte de su nuevo disco de estudio, lanzado en julio de 2021: se llama Portas, y este mes lo presenta en Uruguay.

Portas fue hecho, mezclado y masterizado en medio de la pandemia, entre encuentros presenciales y virtuales. Mientras Monte grababa en Brasil, otros integrantes de su equipo lo hacían en Lisboa, Madrid, Barcelona, Los Ángeles y Nueva York, lo que lo convirtió en el disco “con más colaboraciones internacionales sin salir de Río”, dice la brasileña a El País. Y aunque la idea era hacer un disco en donde el toque simultáneo y las miradas cómplices fueran parte de su arquitectura, el uso de los nuevos formatos no afectó la “dinámica humana” tan preciada por la artista, ni mucho menos comprometió la calidad, rasgo distintivo de su trabajo.

“Para mi sorpresa, la tecnología nos posibilitó experimentar formas de relacionamiento que no habríamos intentado si no fuera por la necesidad extrema. En ese sentido, la conectividad digital del mundo contemporáneo fue fundamental en la pandemia”, comenta en entrevista vía mail la cuatro veces ganadora del Grammy Latino, que aunque escucha nueva música —“Bala Desejo”, por ejemplo—, confiesa que siempre vuelve a los mismos clásicos: Paulinho Da Viola, Originais do Samba, Clementina de Jesús.

En Portas, canciones como “Calma” y “Pra Melhorar” cargan un tono optimista, con vista a días mejores, y parecen dar un mensaje esperanzador en tiempos pandémicos. Sin embargo, las letras estaban escritas hace varios años, y demuestran el poder atemporal de una música que apunta al individuo y a la vida misma.

“La mayoría de las músicas ya estaban prontas cuando empezó la pandemia. ‘Calma’ es sobre una relación, sobre alguien queriendo desistir y otro manteniendo la fe. Pero a pesar de no ser literalmente sobre el momento que estamos pasando, es siempre bueno mantener la calma y pensar en el futuro. ‘Pra Melhorar’ la hice con Seu Jorge y con su hija Flor, en Los Ángeles hace cinco años. Yo tenía la melodía pronta y cuando empecé a cantarles, ella empezó a arriesgar unas palabras y terminamos la letra juntos. Esa música nos recuerda aquel viejo dicho: ‘quién canta, sus males espanta’. Estimula a las personas a respirar hondo y poner para fuera lo que está preso adentro”.

Con este disco, cuenta, Marisa Monte buscó hacer “un contrapunto crítico al negacionismo” y una “resistencia poética y amorosa”. Es un trabajo que la cantante califica de “afirmativismo” y que nace, dice, “de la necesidad de resistir afirmando los valores fundamentales como la naturaleza, el amor, el saber, la ciencia, la paz, el arte, la cultura, la belleza, la armonía”.

Una de las características fundamentales de la obra de Monte, que este año cumple 35 años de carrera, es el trabajo en conjunto con otros artistas. Portas no es la excepción y trae fuertemente el signo colaborativo y transgeneracional. Cinco de las canciones del disco llevan también la firma de Chico Brown, hijo de Helena Buarque (hija de Chico Buarque) y Carlinhos Brown, su amigo y compañero de estrada con Tribalistas.

“Siento orgullo en decir que tengo compañeros de varias generaciones distintas; me intereso por la gente, independientemente de la edad. Me gusta el intercambio y creo en la mezcla”, afirma.

El nuevo disco tiene también una propuesta visual, que la artista resume como “un diálogo entre los límites del aislamiento y la libertad de la imaginación”, y que está codirigida por Batman Zavareze, con quien la cantante ya trabajó en los espectáculos de Tribalistas.

“Elegí la obra de la artista plástica Lúcia Koch, que desarrolló la serie ‘Fundos’, y a partir de cajas creó un juego de escalas, luces, sombras y simula ambientes arquitectónicos. A partir de ahí un equipo genial de editores, iluminadores, escenógrafos y programadores, con Cláudio Torres y Batman Zavareze al frente, desarrolló y fue más allá de la idea inicial. El resultado se ve en el espectáculo”, invita. El público uruguayo lo podrá ver en vivo, este mes en Montevideo: Monte estará el 27 y 28 de setiembre en el Auditorio del Sodre, y quedan las últimas entradas en venta en Tickantel.

En algunos shows de su gira por Brasil están ocurriendo protestas políticas, algo que la cantautora ve con naturalidad en un momento importante y preelectoral. “Me parece normal y muy saludable que el público quiera manifestarse colectivamente y amplificar sus sentimientos. Es un ejercicio cívico, de libertad, potencia y democracia”, reflexiona.

En octubre de 2021, Marisa Monte recibió el premio Tenco en Italia, por el conjunto de su obra, y se convirtió en la primera mujer brasileña en recibirlo. En el escenario y en sus redes sociales agradeció, no sin antes reconocer a las que la precedieron: “Yo no estaría acá, para recibir ese reconocimiento, si no fuera por todas las bravas mujeres de la música brasileña que vinieron antes de mí. Espero estar abriendo puertas para muchas otras en el futuro”.

En la premiación cantó, además, junto al uruguayo Jorge Drexler, con quien tenía un interés confeso de colaborar hacía mucho tiempo.

—Hace seis años, por lo menos, dijiste que te gustaría trabajar con Jorge Drexler. El año pasado finalmente pudieron concretar su colaboración con la canción “Vento Sardo”. ¿Cómo recordás ese proceso?

—Conozco a Drexler hace algunos años y nuestra aproximación se dio a través de la música. Él es un artista genial, un compositor brillante, que admiro mucho como persona y como creador. Creo que toda colaboración empieza con la admiración mutua. Hace algunos años nos encontramos en unas vacaciones en Cerdeña, y allí mismo en un barco hicimos esa canción, que es un homenaje al viento, ese elemento que simboliza la constante mutación, la fluidez, la adaptación a cualquier obstáculo, con su fuerza y ligereza simultáneas. Me gusta mucho charlar con él, y el intercambio intelectual y afectivo que hay.

De Uruguay, en tanto, dice que es un país que le encanta y no ve la hora de poder “andar en bicicleta por la rambla de Montevideo”. Y como con Drexler, asegura que al público local la une una relación de “admiración, amor y felicidad recíprocas”. Esa relación que reafirmará, entre el viento y las canciones, en esta primavera.

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