"En silencio, como todas las madrugadas”, cuenta Martinho Da Vila, vía mail, cuando El País le pregunta cómo se dispone a contestar el cuestionario que le llegó desde Montevideo. Tal como narra en “Sempre bela”, de su flamante disco Violões e Cavaquinhos, desde hace años el artista de 86 años cambió la noche por el día. “En general, me acuesto al amanecer luego de ver los primeros signos del nuevo día”, relata ahora. “Y aunque el día esté nublado, ¡estoy feliz! Me gusta mucho el amanecer. En las noches escribo, planeo presentaciones y así no suena el teléfono ni nadie molesta mis pensamientos”.

Da Vila, leyenda de la canción brasileña y visitante asiduo de Montevideo, volverá al Auditorio Nacional de Sodre el domingo 28 de julio para celebrar los 50 años de “Canta, canta minha gente”, su canción insignia, que acaba de reversionar junto al rapero L7NNON. Cuando se le pregunta sobre el motivo de la vigencia de aquella canción de 1974, responde: “Creo que el secreto está en la melodía, el estribillo y, principalmente, su mensaje”. Es que la música como forma anteponerse a la tristeza ha sido una convicción. “La alegría es una filosofía de vida”, le aseguró a este diario en 2023.

En la previa de su nueva visita a Montevideo —las últimas entradas están a la venta en Tickantel por 4400 pesos—, va una selección de su entrevista.

—Usted ya ha actuado en Montevideo en varias ocasiones. ¿Cómo definiría su relación con el público uruguayo?

—Mi relación con el público uruguayo es íntima. Siento que yo soy de allá y que el público es de acá.

—El interés por transmitir alegría está reflejado en una gran parte de su obra. ¿Cuándo descubrió que la música era una forma de lograrlo?

—La samba, que es lo que más canto, siempre transmite alegría y al mismo tiempo lleva a la reflexión.

—En diversas entrevistas, usted mencionó que todos sus álbumes parten de un concepto. ¿De qué álbumes se siente más orgulloso y cuáles siente que no recibieron la atención que merecía?

—Realmente mis discos son conceptuales. No tengo uno que me deje más orgulloso, pero sí siento que Lusofonía no recibió la atención merecida.

—En 1959 usted escribió “Machado de Assis” para la escola do samba Boca do Mato. Esa fue una de sus primeras composiciones, y años después usted la grabaría para el disco Samba enredo. “Machado de Assis”, según contó en sus memorias, lo llevó a descubrir el mundo de la literatura. Ahora que lleva publicados diversos libros, ¿puede contarme la historia de la canción?

—Cuando estudié la vida de Machado de Assis para hacer ese samba enredo me identifiqué con su vida y obra. Al igual que él, yo viví en la favela, pero la diferencia es que él nació ahí y yo no. Cuando escribí la samba enredo, mencioné obras que aún no había leído, como Dom Casmurro, Quincas Borba y Esaú y Jacob. Así que empecé a leerlas y fue ahí que desperté las ganas de escribir, y así empecé.

—En 1967, usted participó del Festival da Record con “Menina Moça”. Ocurrió en un momento en que la samba era interpretada solo por gente del entorno. ¿Qué tan importante fue presentar esa canción, que luego sería censurada, en el festival de tendencias musicales?

—En ese momento la samba tenía un público más restringido y no participaba de los grandes eventos musicales. Yo presenté “Menina Moça” sin muchas esperanzas, pero la canción clasificó y así fue la primera vez que Partido Alto dejó el gueto para participar en un gran evento. La canción habla de la insatisfacción femenina, y la censura de la época consideró que estaba atentando contra la institución familiar porque hablaba de divorcio y separaciones. Entonces, me prohibió grabarla… mucho tiempo después pude hacerlo.

—“Casa de Bamba”, una de sus primeras composiciones, sería grabada por Jair Rodrigues, y gracias a esa versión lo contrataron en el sello RCA. Sin embargo, usted quería ser compositor antes que cantante, ¿qué lo llevó a cambiar de opinión?

—Jair Rodriguez fue el primero en grabar “Casa de Bamba”, que yo canté en el festival de Record en 1968. En consecuencia, el sello RCA me quiso contratar como cantante. Sin embargo, yo no quería ser cantor. Lo que me hizo cambiar de opinión fue pensar y ver que cuando cantaba en fiestas o en la escola de samba, a todos les gustaba mucho lo que escuchaban. Fue así que me animé y, sin darme cuenta, asumí el oficio de cantor.

—En Violões e Cavaquinhos, usted volvió a grabar “O Pequeño Burgués” y “Para que dinheiro?”, dos canciones de su primer disco solista. ¿En qué piensa cuando recuerda a aquel joven que presentaba su música por primera vez en un álbum?

—Me acuerdo que sentía mi voz diferente. Pero cuando grabé por primera vez, me gustó lo que escuché.

—En Violões e Cavaquinhos también reversiona a “Calango vascaíno”, de 1974. Escucharlo cantar “Se a morte é um descanso, eu não quero descansar” a los 86 años adquiere un nuevo sentido.¿Qué tanto define esa frase su forma de ver la vida?

—La muerte es un descanso y yo no quiero descansar. Me gusta soñar proyectos y la creatividad y la actividad contribuyen en mi vitalidad.

—¿Qué se transforma de Martinho da Vila cada vez que sale a cantar a un escenario?

—Como todos, a veces me siento un poco indispuesto, pero en días en que tengo shows, la energía del público y su recepción siempre es buena, entonces salgo con energía al escenario y canto con alegría.

—¿Qué podría adelantarnos de su concierto del Auditorio Nacional del Sodre? ¿Qué le gustaría que sucediera para que su regreso a Montevideo sea inolvidable?

—El espectáculo va a ser alegre, y mi satisfacción es transmitir alegría. Mi objetivo es que es el público salga más feliz de la sala que cuando entró.