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Melaní Luraschi: una carrera que va de Maldonado a París y suma un disco hecho en la casa de Atahualpa Yupanqui

La cantante habla de "Je Suis Nenette", el disco que grabó en Cerro Colorado para valorizar la figura de Nenette Pepin Fitzpatrick, quien co-escribió canciones con Yupanqui bajo el seudónimo de Pablo del Cerro.

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Melaní Luraschi.
Foto: Difusión.

Melaní Luraschi ya tenía una carrera armada en Uruguay. Había publicado dos discos inspirados en el folclore latinoamericano, un libro de poesía y su dúo con Eduardo Larbanois acumulaba dos EP y varios conciertos. Además había lanzado una canción con el argentino Lisandro Aristimuño y se desempeñaba como corista del proyecto Villazul. Sin embargo, sentía que estaba lista para un cambio.

Luraschi, de voz dulce y calma —pero siempre llena de expresividad—, ya había recorrido varios países de Latinoamérica y Europa, y en 2021 vivió una experiencia crucial: fue seleccionada para participar de una residencia de producción musical en Bolonia (Italia). Duró tres meses, compartió con varios artistas latinoamericanos y aprovechó la ocasión para salir de gira por la región. El cierre fue en París y tuvo como invitado especial a Larbanois, que justo estaba en Francia con su familia.

El recital coincidió con su cumpleaños número 28 y la cantante lo sintió como una señal. “Esa noche fue una marca en mi vida”, le cuenta a El País. “Estando con Larbanois me di cuenta de que París, y aunque solo había estado ahí tres días supe que esa era la ciudad donde quería vivir. Así que cuando volví a Uruguay, hice todos los papeles y viajé”.

Era agosto de 2022 cuando Luraschi partió a Europa. Se anotó a la universidad París 8, y entre la confusión que provoca semejante cambio de vida en tan poco tiempo, recibió una noticia que la sorprendió. “Profundo”, la canción que grabó con Julieta Rada y que lanzó justo antes de partir a Francia, había sido seleccionada para la banda sonora de El fin del amor, la serie que Lali Espósito y Vera Spinetta protagonizaron en Prime Video. Era un buen augurio.

El arte, dice, fue clave para encontrar su lugar en la capital francesa. “Es una ciudad por la que han pasado muchísimos músicos y poetas, y eso se nota. Creo que por eso es un lugar tan inspirador: en París pululan artistas de todas partes del mundo. Y eso es muy bello”, define. Con la música de raíz como bandera, entró en contacto con artistas locales y músicos latinoamericanos y de a poco generó un circuito de shows. Es más, cantó en la Asamblea Nacional de París durante un homenaje al jurista francés Louis Joinet, y hasta se presentó en Viena.

Y así como esa señal que tuvo en aquel recital con Larbanois, en noviembre del año pasado la uruguaya vivió otro instante decisivo. Daniela Massone y Agustín Arosteguy, profesores del seminario “Música y geografía” de la Universidad de Buenos Aires, la contactaron desde Argentina con una propuesta tan sorpresiva como la inclusión de “Profundo” en El fin del amor. Querían que viajara a Cerro Colorado (Córdoba) para investigar la historia de Nenette Pepin Fitzpatrick, la pianista francesa que fue esposa de Atahualpa Yupanqui y que bajo el seudónimo de Pablo del Cerro, co-escribió 65 canciones del artista. La lista incluye a los clásicos “Luna tucumana”, “Guitarra, dímelo tú”, “El arriero va” y “El alazán”.

“Fue todo muy rápido”, relata desde Vilassar de Mar, un pueblo a 30 minutos de Barcelona en el que el canto de las gaviotas se filtran en la llamada (“Y eso que estoy alejada de la ventana”, dice, sorprendida). “En noviembre me llamaron, presentamos el proyecto a Ibermúsicas y en febrero ya estaba viajando”. El proyecto tuvo como rótulo “una inmersión poética y musical”, y el título sintetizó a la perfección su objetivo. Luraschi vivió ocho días en la Casa Museo Atahualpa Yupanqui y escribió y grabó una canción por jornada. El resultado es Je suis Nenette, el álbum más profundo de su obra.

“Este es un disco para estudiarlo y debatirlo”, define. “Por eso siento que si lo presento en Uruguay no tendría que limitarse a cantar las canciones, también me gustaría generar un conversatorio”, suma y adelanta que planea hacerlo antes de que termine el año.

Así como ya había hecho con la obra de Violeta Parra, Lhasa de Sela y Chabuca Granda, la uruguaya investigó la vida de Nenette, fallecida en 1990 a los 82 años. La diferencia, esta vez, es que estuvo más cerca que nunca del lugar de los hechos. Además de hospedarse en la casa donde la francesa vivió durante años junto a Yupanqui, estuvo en contacto permanente con el hijo de la pareja, Roberto “El Coya” Chavero, entrevistó a los allegados a la familia y se rodeó de los mismos paisajes que Nenette. “La casa está envuelta de cerros enormes que te abrazan. Todas las mañanas salía a caminar y me sentaba en silencio a ver el paisaje”, cuenta.

Se mimetizó tanto con el lugar, que incluso se armó un estudio en la cocina de Nenette y Yupanqui. “Fue muy especial porque, además, usé la primera o la segunda toma de las canciones que compuse cada día. Están vestidas por lo que pasaba en ese momento y que es irreproducible, como el clima y el sonido ambiente. Eso le da un toque muy especial al álbum. Siento que Je Suis Nenette es como una foto analógica que no tiene posibilidad de retoque”. Es por eso que en la mitad de “Si supieras”, una de las canciones más delicadas del álbum, se oye de fondo el canto de los pájaros. Es lo mismo que sucede en esta entrevista, pero con las gaviotas de Vilassar de Mar.

El álbum abre con, justamente, “Je Suis Nenette”, en el que Melaní se acompaña de un bombo legüero para declarar su intención. “Soy el mito, el misterio, el silencio y la desaparición, / Las cartas sin fechas y sin nombre, la no nombrada, aquí estoy”, canta como si encarnara a la homenajeada.

El resto de las canciones, que como dijo Luraschi merecen tomarse un tiempo para ser escuchadas con atención, repasan distintas etapas de la vida de Nenette. El seudónimo de Pablo del Cerro aparece en “Romance del piano que navega”, mientras que las cartas que Yupanqui le escribió a su esposa desde París inspiraron a “Confesión del Cerro”. El cierre, con “Mon dernier tango”, fue un agradecimiento a la tierra que recibió a la francesa.

La letra fue inspirada en una frase que le dijo “El Coya” y que le quedó resonando durante días: “Lo más hermoso que nos dejó Nenette fue dar lo mejor de sí en una tierra que no era la de ella”. Es que Luraschi, que ahora reparte su vida entre España y Francia, siente que es la intención es la misma. “Cuando uno migra se lleva un montón de cosas de su tierra e incluso pasa a amarla más porque se da cuenta de cosas que están buenísimas. Y quiero compartir eso en mis canciones”.

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