Ni “Azuquita pa’l café” ni “San Zarabanda”. Tampoco “Samaritanas del amor” y, al contrario de lo que se podía esperar, ni siquiera “Mi historia”, el tema estrella del disco con el que celebra sus 60 años de carrera. Si se trata de su testamento musical, Miguel Ángel Muniz no duda. Nombra a “Yo soy el cantor del pueblo”, la canción del cubano Willy Chirino que grabó junto a Conjunto Casino para La bailanta del Uruguay (1991), y canta: “Yo vengo del corazón del pueblo, / Yo canto a la gente que yo quiero, / Mi música es una mano amiga, / que a todo el que quiera lo levanta”. Luego se ríe por unos instantes. “Mirá, se me pone la piel de gallina”.

“Yo siempre fui así, siempre fui bohemio”, comenta, sentado en el sillón de su apartamento en el barrio Larrañaga. “Después me quedaba en el baile o en el bar de la esquina a conversar y contar anécdotas. A mí me encanta estar con la gente”.

Miguel Ángel Muniz, que hizo de la música su herramienta para conectar con el otro, lo define así: “Cantar es una cosa hermosa”.

Debutó a los 14 años al frente de la Sonora Guantánamo, ya lleva seis décadas casi ininterrumpidas de carrera (“nada más estuve fuera de concurso cuando me operaron las dos caderas”, dice) y a los 75 no piensa en el retiro. Por eso, este jueves va a presentar uno de sus espectáculos más ambiciosos. Se trata de Voces de Oro y Platino, el proyecto que encabeza junto a sus excompañeros de Conjunto Casino, Marihel Barboza, Miguel Villalba y Raúl Testa, y que hará en el Teatro de Verano.

Las últimas entradas se venden en Tickantel, los precios van de 1000 a 1500 pesos y hay 2x1 para socios de Club El País. El grupo interpretará canciones del álbum Reencuentro (2019), que incluye nuevas grabaciones de clásicos de Conjunto Casino como “Collé Collé”, “Azuquita pa’l café” y “Torero”, y tendrá como invitados a Rolando Paz, Gerardo Nieto, Freddy “Zurdo” Bessio y Francis Andreu.

En la previa, va esta entrevista con Miguel Ángel Muniz.

—En 2022 te vi cantar en “Noche de Gala Tropical” en el Auditorio Nacional del Sodre, y te llevó menos de un minuto lograr que la gente se pusiera de pie para bailar “Azquita pa’l café”. Luego de 60 años de carrera, ¿sentís que encontraste el secreto para encender al público?

—Yo siempre fui de transmitir mucho. Es algo que viene de Conjunto Casino y en esa época no existía el micrófono inalámbrico, pero sí tenía cables largos, y en un baile me tiré para cantar entre la gente y me senté en una mesa para hacer unas canciones. El dueño de la orquesta, Ernesto Negrín, se enojó porque tenía miedo de que el dueño del baile viniera a rezongarnos. Cuando nos íbamos, vimos que venía caminando hacia nosotros el dueño, y Ernesto dijo: “Uy, no nos contratan más”. Pero unos cuantos metros antes de llegar, el tipo empezó a aplaudir: “Eso es lo que quiero”. De ahí me tiraba siempre para abajo del escenario, cosa que ahora no puedo hacer (se ríe).

—¿De dónde surge ese interés por romper la barrera con el público?

—Son cosas espontáneas que nacen de golpe. En aquellos años era más seria la cosa, pero yo siempre tuve eso: soy el que se mueve arriba del escenario y conecta con el público. Con los años vas bajando las revoluciones, pero me encanta. Hace unos días canté en un lugar en el que tocás al ras del piso, así que ahí me fui para todos lados, y al público le encanta que estés tocando al ladito. Ojo que todavía tengo nervios como si fuera la primera vez, pero después de que estoy ahí arriba y hago las primeras notas se transforma algo. Lo traigo desde pibe.

—¿Recordás la primera vez que te escuchaste en la radio?

—(Se toma unos segundos para pensar) No sé, pero de lo que sí me acuerdo es del primer disco, que se llama Copamos la banca. Las fotos las hicimos en el casino del Parque Rodó, y la idea fue fácil; éramos el Conjunto Casino, así que nos fuimos para ahí, nos sacamos una foto alrededor de la ruleta (se ríe y se interrumpe). Mirá, te voy a decir la verdad: yo me escucho y no me gusto (hace una pausa). Pero por algo todavía estoy cantando... Se ve que al público le gusta.

—¿Qué te desagrada de tu voz al escucharte cantar?

—Tengo una voz rarísima, por eso no me gusta. Pero por algo será que grabé tanto. Ahora, ya te digo que este espectáculo de las Voces de Oro y Platino va a ser rompe y raja porque vamos a tratar de mejorar lo que hicimos en su momento.

—Si vamos al inicio de tu carrera, ¿qué te interesó de la música tropical para que te dedicaras a ella?

—A mí siempre me gustó ese sonido, aunque al principio me dedicaba más al bolero. Después me metí de lleno en lo tropical y por más de que me quisieron llevar del país para cantar otros ritmos, nadie me pudo mover de ahí. Todos los músicos de aquella época nos nutríamos de Cortijo y su Combo y de El Gran Combo de Puerto Rico, que se formó después con exmúsicos de Cortijo. De ahí viene la cosa. Luego empezaron a aparecer otras orquestas, pero tenías que encontrar a alguien que viajara a Estados Unidos para que te trajera los discos.

—¿Qué álbumes pedías?

—Los de la Sonora Matancera, de Celia Cruz, y de una orquesta mexicana que se llama Sonora Santanera. De ahí sacaba algunos boleros como “En la cantina” (canta un fragmento), y otros ritmos que en Uruguay ya no se tocan. Mirá que acá había orquestas como la Cienfuegos, que en una sola vuelta tocaban cinco ritmos...

—Bueno, en los inicios de Conjunto Casino también interpretaban ritmos como guaracha, porro, guaguancó y bomba. Sin embargo, con los años la plena pasó a tener el protagonismo. ¿Cuál es la clave de que ese género atraiga tanto al público uruguayo?

—La plena es divina. Tiene sabor y cuando está tocadita es preciosa. Cualquiera de los ritmos son buenos, pero ese es como que entró y entonces quedó la costumbre de sacar la mayor cantidad de plenas posibles para tener en el repertorio.

—“Azuquita pa’l café” es un buen ejemplo: la versión original, de El Gran Combo de Puerto Rico, es una guaracha, pero se volvió un éxito cuando Conjunto Casino la llevó a la plena. ¿Qué tiene de especial para que mantenga su encanto luego de tantos años?

—No sé qué tiene, porque yo grabé temas con mejores melodías, letras y arreglos, pero “Azuquita pa’l café” tiene algo distinto. Desde la primera vez que la tocamos en el baile Sudamérica explotó. No siempre las orquestas fueron bien miradas y había lugares en el que no llegabas, pero gracias a esa canción, un día vino el dueño de Casino y nos dijo que íbamos a tocar en el Club Banco República. “¿Qué?”, le dijimos. “Pero si ahí son todos rockeros, ¡nos van a matar!” (se ríe). Y sin embargo no. Esa canción nos abrió las puertas para que la música tropical se metiera en otros lados, y eso es lo más importante de “Azuquita pa’l café”.

Voces de Oro y Platino nació a fines de 2018, cuando Miguel Ángel Muniz, Marihel Barboza, Raúl Testa y Miguel Villalba se reencontraron en el estudio de Sondor para volver a grabar varios de los clásicos de su época en Conjunto Casino. El álbum, justamente titulado Reencuentro y ganador de un premio Graffiti, se publicó en 2019 y se presentó con un show de entradas agotadas en el Auditorio Nacional del Sodre.

En enero de 2020, el grupo actuó en el Festival de Música Tropical de Trinidad, y tenía planeadas otras presentaciones pero la irrupción de la pandemia puso en pausa su trabajo. Ahora, volvieron por la revancha y celebrarán sus 35 años juntos con un concierto en el Teatro de Verano que contará con la dirección de Oscar Gómez. Habrá 12 músicos en escena, bailarines, invitados y un repertorio infalible.