Un show, pero también una fiesta, pero también una excusa para emocionarse. Esa combinación es lo que, desde una tarde de descanso en una gira por Europa, Ale Sergi y Juliana Gattas anuncian que traerán al país. El viernes 20, Miranda! debutará en el Antel Arena para dar su concierto más grande en Uruguay. Es el último chispazo local de la explosión que trajo Hotel Miranda!, un disco de grandes éxitos reversionados que les permitió compartir sus temas con otros músicos, muchos de la nueva generación, para iniciar una nueva vida.
Eso quedó reflejado el año pasado, primero con dos Auditiorio del Sodre con entradas agotadas con anticipación, y luego con el cierre del festival Montevideo Late, en una Rambla a tope de la que nunca más se olvidaron. En el Antel Arena, la diferencia pasará por el despliegue y la expansión de la fantasía, y de eso y otros asuntos, parte de su charla con El País.
Es que cuando Miranda! se prende, lo único que queda es entregarse al placer.
—En 2023 vinieron al Sodre, con entradas agotadas, y el espectáculo se sintió como perderse por un rato en un mundo de fantasía. ¿Qué autoconciencia tiene Miranda! de eso?
Juliana Gattas: Es de las pocas cosas que sí queríamos generar con el proyecto cuando lo hicimos, que éramos mucho más chiquitos y más inexpertos. Queríamos, a través de lo visual, generar una fantasía, no hablar mucho con el público entre canciones, y provocar eso de: ¿quiénes son estos de otro planeta que se pusieron acá a hacer el ridículo? Hay una búsqueda de fantasía desde la conexión musical. Como que siempre quisimos eso: música para bailar y con algo para ver.
—¿Cuál es la música que a ustedes los coloca en ese lugar?
Juliana: En ese momento éramos muy fans de Pet Shop Boys. También Kraftwerk, Erasure, Madonna, Bowie, Ale es muy fan de Prince, todas personas que hacen mucho énfasis en lo visual, además de las canciones increíbles que tienen. Ahora a mí me gustan mucho Róisín Murphy, Kim Petras…
Ale Sergi: Creo que la música para nosotros es eso también, un esparcimiento, y desde el comienzo elegimos hacer un show que no busque la identificación directa con el espectador. En esa época había mucha onda de que el que subía a tocar, sobre todo en el rock, era como: “Somos todos iguales”, y nosotros queríamos lo contrario. Ni siquiera queríamos que se supiera de dónde éramos, ¡cantábamos de “tú”! Queremos que el show sea una propuesta un poco estrambótica, que desconcierte y te haga barrer un par de prejuicios para conectar.
—Y en ese no buscar la identificación, impulsaron a un montón de público y de artistas a que se anime a mostrar sus rarezas. La comunidad Miranda! se formó a partir de eso.
Ale: Es que sentíamos que si el show era una fiesta y que si nosotros ya subíamos a hacer el ridículo más grande, de alguna manera estás habilitando a que a nadie le dé vergüenza nada, porque la vergüenza máxima la deberíamos estar pasando nosotros. Y como no nos importaba, de alguna forma se generaba esa sensación. Y lo sigue haciendo, es lo que nos gusta. Ahora ya es más difícil generar un impacto tan novedoso, porque ya hace más de 20 años que tocamos y mucha gente nos conoce. Pero la onda sigue siendo un poco la misma: prender la fiesta desde lo sonoro y lo corporal, y que sea así, superdesprejuiciado y sin temerle al ridículo.
—Después de tantos años juntos, ¿dónde encuentran hoy esa cosa fresca para no aburrirse?
Juliana: Yo la encuentro todo el tiempo en el cotidiano, y tiene que ver con una cuestión más bien intuitiva. A mí me gusta todo lo que es un poco raro, que no lo vi 10 veces en el mes, desde la ropa a las canciones. Hay algo que percibo y de repente aparece una cosa única, que la tomo y va entrando a Miranda! en algún momento, porque las cosas que te influyen, te influyen todo el tiempo. Todo el tiempo tengo la mirada en absorber cosas nuevas, y en eso de ir esquivando la normalidad vengo desde adolescente.
—¿Hay una receta para sostener eso?
Juliana: Hay gente que lo disfruta y le es cómodo y le sirven las modas. Yo me quise hacer la rara y me quedó para toda la vida, y en Miranda me sirvió.
—Hotel Miranda! les trajo un recambio de público muy importante, que es la consecuencia más visible de este proyecto. ¿Cuáles son las menos evidentes?
Ale: Nunca percibo nada (se ríe). Lo que me da alegría es sentir que no tuvimos que hacerle grandes cambios al repertorio para que siga sonando actual. Alcanzó con sumar colaboradores con diferente data. Me gusta tener canciones que se la bancan y que sigan saliendo actuales. Vienen chicos de 20 años que difícilmente puedan haber tenido conciencia de la primera vez que escucharon “Yo te diré”, y deben tener mucho más presente la versión del Hotel Miranda. Que canciones hechas hace 15 años puedan pasar por nuevas es algo muy positivo. Y no las tuvimos que bajar de tono.
—¿Cómo repercute todo esto en los nuevos procesos creativos?
Ale: Lo que estamos haciendo ahora es una continuación de Hotel Miranda. Se va a llamar Nuevo Hotel Miranda y es el mismo concepto, pero con canciones nuevas. Sentimos que el sonido de los 2000 está superpresente en la música actual, por lo que nos sentimos cómodos haciendo lo que siempre hicimos, con el camino recorrido y la soltura de haber aprendido. Pero la realidad es que la búsqueda puntual de este próximo disco es absolutamente delirante, porque sería hacer otro nuevo disco de éxitos, pero con canciones que no salieron.
—Un greatest hits inédito.
Ale: Esa es la propuesta, esa es como el leitmotiv del proyecto. Después andá a ver qué sale, ¿no?
—Ahora traen el show en solitario más grande que hayan dado en Montevideo. ¿Se acuerdan de la primera vez por acá?
Ale: Yo siento que la primera vez en Montevideo fue en el Planetario, ¿verdad? Con Dani Umpi. Antes fuimos a una playa...
Juliana: Porque a Dani lo conocimos una vez que fuimos a tocar y vino, se acercó y nos dijo que era fan.
Ale: ¿En serio?
Juliana: Te juro. Me trajo algo de Prince para vos.
—El recorrido y la diferencia de aforo entre el planetario y el Antel Arena es inmenso. ¿Cómo piensan su relación con Uruguay hoy?
Ale: Nos sentimos medio en casa en Uruguay, tenemos algo parecido. Igual hemos tenido bastantes etapas y ha sido un país que nos ha tratado muy bien, pero que tampoco nos regaló nada. La primera vez en Uruguay fue en un festival muy grande, como al aire libre, que cerraba el Cuarteto de Nos y tocaban un montón de grupos, y yo me acuerdo que terminamos y uno gritó: “¡Váyanse a robar a Buenos Aires!”. Y eso me quedó. Y tengo un recuerdo muy vivo del año pasado, que fue uno de los shows más multitudinarios que hicimos nosotros (en Montevideo Late). Había mucha, mucha, mucha gente, y fue un flash. Sentimos que son muy cariñosos con nosotros y nos sentimos queridos, también por los colegas. Pero aquello del principio fue un desafío. Nos vino bien para bajarnos un poco el copete.