CRÓNICA
Ricardo Montaner se presentó este jueves en Montevideo, donde cantó por primera vez en vivo "El día que me quieras" y habló de su nieta Índigo
Con esos relatos, Montaner arrancó de su público unas carcajadas tan intensas como el coro de agudos que se esparció por el lugar con cada estribillo clásico que entonó. Porque es un gran contador de historias, y eso se ve en sus espontáneos pasajes de stand up tanto como en su cancionero: en el Antel Arena hizo 23 temas tan efectivos que pudo prescindir de piezas como "En el último lugar del mundo", "Es así", "Volver", "Cachita", "Yo que te amé" y la lista sigue.
El recibimiento que tuvieron los que sí sonaron fue reflejo del lugar —especial, emocional, significativo— que estas composiciones se han ganado en miles de personas. La noche arrancó con "Tan enamorados", siguió con "Será" o "Adonde va el amor" y se cerró con "La cima del cielo", todos clásicos de su primera época. "Bésame", entre otras, representó una siguiente etapa de su carrera, "Te adoraré" fue una de las más nuevas, y además estuvieron las dedicadas a su fe religiosa: "Dios así lo quiso", "Amén" (con sus hijos Mau, Ricky, Evaluna y su yerno Camilo presentes desde las pantallas LED) y "La gloria de Dios".
Para esa última dedicó unas palabras especiales, a propósito de un encuentro que había protagonizado minutos antes de salir a escena, con una mujer a la que había conocido hacía "cuatro o cinco años". La había visitado mientras estaba internada recuperándose de un importante problema de salud, y este reencuentro lo dejó emocionado.
La emoción fue constante en la noche del jueves. "Si me permiten, quiero dedicarle este concierto a Índigo, para darle la bienvenida al mundo. Esto es para ella", fue de las primeras cosas que dijo a lo largo de la velada. Fue su forma de celebrar a su flamante nieta, la hija de Evaluna y de Camilo, a la que la audiencia le devolvió una ovación justo cuando empezaban a sonar los primeros acordes de "Para llorar".
Luego, en la mitad de "Resumiendo", clamó por "la Venezuela libre, la de Simón Bolivar". Y cuando volvió para su primer bis, luego de despedirse con "Me va a extrañar", confesó: "Me hicieron llorar ahora, antes de irme".
Lás lágrimas fueron más visibles y menos disimuladas cuando le tocó interpretar algunos pasajes de "Amén", sentado en un banco y acompañado solo de un pianista (en el concierto tuvo un respaldo sólido y variopinto de una docena de músicos) y de las voces de su familia desde la pista de audio. Entre el público tampoco faltó el llanto.
Pero quizás uno de los momentos más emotivos, más emocionantes, llegó con "El día que me quieras". Montaner vino a Uruguay en parte con la excusa de adelantar el disco Tango, que lanzará el 24 de mayo y en el que homenajea a sus raíces argentinas, rioplatenses, pero solo cantó el único adelanto lanzado hasta ahora, su versión de un himno de Gardel y Lepera. Fue la primera vez que lo hizo en vivo: la prueba estuvo más que superada.
Escuchá "El día que me quieras" en vivo en el Antel Arena.
Para esa altura, en la recta final, las historias de Montaner, las cantadas y las contadas, ya habían hecho pleno efecto entre sus espectadores.
Mezcla de comediante, predicador y devoto del amor —porque no hubo una sola canción del setlist que no estuviera dedicada al amor, sea al romántico, al divino o incluso al del baile por el baile—, el cantante ratificó su vigencia. La vigencia de su voz, poderosa, aún brillante, capaz de evadir los caminos que el tiempo volvió empinados. La vigencia de su repertorio, un compendio de buena parte de los mayores clásicos del pop latinoamericano. Y la vigencia de este pacto de cariño que estableció hace más de 30 años con Uruguay, y que casi como una cuestión genética, hereditaria, pasa de generación en generación. Y deja huella.