Por Rodrigo Guerra
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En 1992, Montevideo recibió grandes visitas musicales. En apenas 10 días, por ejemplo, B.B King y Ray Charles se presentaron, por separado, en el cine Plaza. Más allá de su prestigio, el impacto fue superado el jueves 5 de noviembre en el Estadio Centenario se realizó la cuarta edición del festival Montevideo Rock. Allí estuvieron Joe Cocker, The B-52’s, Brian May y Paralamas.
El Montevideo Rock, que en diciembre del año anterior había recibido a Paul Simon y The Cult en el Centenario, estaba de regreso para lo que terminó siendo su última edición hasta 2017. Artistas así de renombrados llegaron a Uruguay como parte de una pequeña gira por la región que incluyó el Coca-Cola Rock Festival de Buenos Aires.
El nombre fuerte era el de Joe Cocker, que en el verano de 1991 se había presentado en Punta del Este junto a Billy Idol y que ahora cerraría la noche en el Centenario. Hacía poco que había publicado Night Calls, un disco con versiones de clásicos de The Beatles y Elton John; y su repertorio en vivo incluía éxitos como “You Can Leave Your Hat On”, “Up Where We Belong” y “With a Little Help From My Friends”, la canción que interpretó en Woodstock y lo convirtió en una estrella mundial.
Pero, mirado a la distancia, la participación que más resalta es la de Brian May, el histórico guitarrista de Queen. Es que esa visita, hasta ahora la única a Uruguay, ocurrió en un momento bisagra de su vida. No se había cumplido un año de la muerte de Freddie Mercury y May llegó a Montevideo con las canciones del disco Back to the Light, su debut solista, lanzado un par de meses antes. Por lo tanto, el público local no sabía con qué se iba a encontrar.
El diálogo entre May y El País en la previa del festival ayudó a aclarar el panorama. “Entiendo que me encuentro en un período de transición y no deseo cortar el cordón umbilical de golpe. Hubo mucho de Queen en mí y no puedo dejar de tocar alguna canción del grupo en mi gira”, le dijo al periodista Roy Gorfinkel en Buenos Aires.
El de Montevideo sería el tercer show solista de su carrera y las canciones de Back to the Light dialogarían con clásicos de Queen como “Now I’m Here” y “Love of My Life”, dedicado, como le comentó a Gorfinkel, a la memoria de Mercury. “Obviamente, todos en la banda sabíamos que algo malo sucedía con Freddie pero no teníamos conocimiento de qué se trataba”, dijo en una entrevista en el que también abarcaría el futuro de su carrera, brindó detalles de su debut solista y confesó que su modelo como artista era Jimi Hendrix.
El País publicó dos crónicas de Montevideo Rock IV y ambas coinciden en que el show de May no estuvo a la altura de las expectativas. “El público se mostró poco comunicativo con los temas de May, a quien no aceptan aún como solista. No ocurrió lo mismo cuando hizo algunas canciones de su ex banda, como ‘Tie your Mother Down’ o ‘Love of My Life’, que fue cantado por May y la gente en perfecta armonía”, escribió Daniel Isgleas.
Leandro Delgado fue menos amable: “A Brian le encanta lucirse con solos interminables. Puede fusionar el country y un heavy blando sin el menor resultado. No falta el homenaje a Freddie Mercury que todos corean. Después hace un bis que nadie pide. A esa altura, muchos están haciendo la cola para el choripán”. Contundente.
Así fue el Montevideo Rock IV
La fiesta empezó a las seis de la tarde. El escenario estaba sobre la Tribuna Olímpica y, además, se habilitaron la Amsterdam y Colombes. Los brasileños de Paralamas, que ya habían estado dos veces en Uruguay, abrieron el festival con un repertorio centrado en sus dos discos de 1991: Os Grãos, con gran presencia de elementos electrónicos; y Paralamas con 10 versiones en español de sus éxitos. Estaban en su mejor momento: Big Bang, de 1989, había venido 210 mil copias solo en Brasil.
Su show, según Delgado, tuvo altibajos. “Nada nuevo bajo el sol, solo los vestigios de antiguas glorias cantadas en castellano. Pero cuando cantan en portugués, todos bailan”, escribió. Para Isgleas, por su parte, “la gente disfrutó mucho su música hasta que fueron retirados del escenario, lo cual todos lamentaron”.
Si bien los brasileños tuvieron que dejar de tocar para cederle el lugar a Brian May, la experiencia les abrió puertas. “Él nos vio tocar y gracias a ese concierto nos invitó a Europa para su gira solista”, le relató Bi Ribeiro, el bajista, a El País en 2019. Así, en junio de 1993 se embarcaron junto a May en una gira por 11 ciudades europeas que incluyó a París, Londres y Rotterdam.
Em 1993 fizemos uma turnê muito bacana por algumas cidades da Europa abrindo os shows da banda do Brian May, lendário guitarrista do Queen! #tbt #queen #brianmay #paralamasdosucesso pic.twitter.com/O47q94ZN8p
— Os Paralamas do Sucesso (@os_paralamas) June 10, 2021
Por si fuese poco, aquel encuentro en el Estadio Centenario sería la semilla de “El vampiro bajo el sol”, una canción de su disco Severino (1994) que, además del guitarrista de Queen, incluye a Fito Páez. “Así que tocar en Uruguay nos dio suerte”, celebró, y con razón, Ribeiro.
Las crónicas de la época aseguran que la revelación fue The B-52’s. Sin embargo, el público no acompañó necesariamente esa unanimidad: algunos recuerdan que la banda, que llegó a Uruguay con Julee Cruise —famosa por la canción central de la serie Twin Peaks— en reemplazo de Cindy Wilson —la cantante original—, estaba fuera de forma.
El grupo, un claro ejemplo del new-wave y cultores de un pop peculiar, interpretó los éxitos “Rock Lobster”, “Private Idaho” y “Love Shack”. Este último, de 1989, había sonado, y mucho, en las radios uruguayas.
“La banda presentó un show fuera de lo común”, escribió Isgleas. “Cuando la gente superó su perplejidad —el 90% de la concurrencia no sabía bien qué iba a ver en ese set—, comenzó a correr una energía incontrolable por toda la Olímpica, y el público se integró de repente al show que terminó por abrumarlo, con una hora y media a todo vapor”.
“Nadie es indiferente ante el despliegue de ritmo y desprejuicio, de kitsch y movimiento, de turquesas y dorados”, aportó Delgado. “El público delira, salta y revolea collares fluorescentes bajo los efectos de ‘Private Idaho’ (...) Tres hombres vestidos de árabe aparecen en el escenario, baten palmas al ritmo y se van. El espectáculo new-wave es total, y en el intervalo la gente cae exhausta”.
Sobre las 23.00, Joe Cocker subió al escenario para cerrar el festival. El músico, que entonces tenía 48 años, presentó un potente repertorio de blues y soul que incluyó clásicos como “Unchain My Heart” y “You Are So Beautiful”. “Ni bien comenzó a cantar, la multitud se perdió con él en un inocultable éxtasis de blues y rock”, celebró Isgleas.
“Cocker tuvo la audiencia que merece, que le retribuyó la incansable adhesión a su causa”, agregó. “No en vano sigue reivindicando el título de rey blanco del blues. Cocker es único, líder, personaje, puro carisma, y en el Centenario lo reafirmó”.
Además de las infaltables “You Can Leave Your Hat On” y “Up Where We Belong”, el show incluyó una versión del tema de los Beatles “With A Little Help From My Friends”, que se ganó un lugar, dicen, como lo más memorable de aquella noche.
Buena parte del público venía comprado de antemano por la fiereza de la voz cascada de Cocker y por el exitazo que fue “You Can Leave Your Hat On”, de 9 semanas y 1/2.
Al día siguiente, la tapa de El País incluía una foto del show de Cocker junto a un título escueto pero bien descriptivo: “Grandioso”.
Montevideo Rock volvería en 2017 con otra impronta. Organizado por la Intendencia de Montevideo se celebró en la Rural del Prado —el predio donde se hizo aquella primera edición de 1986— y repitió al año siguiente con algunos de los artistas, como Fito Páez, El Cuarteto de Nos y La Tabaré, que habían sido parte del Montevideo Rock original.
Más adelante, en marzo de 2020, 45 mil personas se iban a reunir en la Rambla de Punta Carretas para escuchar a Nicki Nicole, Wos, La Vela Puerca y Buitres. Sin embargo, la irrupción de la pandemia obligó a suspender el show, que se reinventó en una versión en streaming. Eso, al menos hasta ahora, fue el último capítulo del histórico festival.
Pero si bien la primera edición de 1986 quedaría en la memoria gracias a los shows de Sumo, Legião Urbana y Los Estómagos, ninguna tuvo un plantel como el de ese jueves de 1992 en el Centenario, donde una generación se sintió parte del mundo del rock, aunque sea por un rato.