Redacción El País
Falleció a los 82 años Roberto Darvin, uno de los grandes nombres de la música popular uruguaya. Dejó tras de sí un legado con canciones inolvidables como "Calle Yacaré", "Jacinto Vera" o "Milongón del Guruyú", un prestigio que reconocían sobre todo sus colegas y un perfil bajo al que anteponía su original obra.
Nacido Roberto Darwin Barrientos Coppola, era cantante, compositor y guitarrista. Aunque su carrera siempre estuvo muy ligada a la raíz uruguaya y al candombe, reconocía como algunas de sus influencias centrales a la música de Cuba y el Caribe. Fueron los colores que le dieron, a su repertorio, una personalidad singular.
Retratista de escenas populares y cultor de lo sencillo, Darvin vivió la mayoría de sus años en El Pinar, donde se instaló en 1985 tras más de una década en el exterior. Se había ido en 1970, elegido para participar del primer Festival Mundial de la Canción Latina, en México, donde se quedó tres años.
Volvió a Uruguay brevemente, pero la dictadura estaba instalada y entonces se exilió en Europa, repartido entre Madrid y París.
"Gracias maestro por todo lo que nos diste en canciones eternas", lamentó el miércoles Jorge Nasser, quien produjo uno de sus últimos trabajos, Cantor de aquí (2002). "Se fue un grande de verdad", dijo el también músico Jorge Schellemberg a modo de despedida.
Gracias Maestro por todo lo que nos diste en canciones eternas.
— Jorge Nasser (@jorgenasser) February 22, 2024
Ya sos eterno vos también 🖤 Los tambores y las guitarras se duelen hoy. Y gracias por elegirme para producir ésta belleza. Buen viaje Maestro!https://t.co/TtV0iUt0bb
Que tristeza
— jorge schellemberg (@jorgeschell) February 22, 2024
Se fue un grande de verdad
Roberto Darvin Calle Yacare https://t.co/BE6kMRWCzZ vía @YouTube
Comenzó a cantar a inicios de la década de 1960; hizo rumbas y boleros, salió en Carnaval, se inclinó hacia el folclore, actuó solo y en diferentes formatos grupales. Discódromo Show, un clásico de la televisión de la época, fue un gran impulso.
Lanzó sus primeros álbumes en la transición a los 70 (Guitarras y cantos nuevos, Roberto Darvin canta poemas de Nicolás Guillén y un homónimo con arreglos de Federico García Vigil), y desarrolló una discografía espaciada pero rica, que dejó huella en varias generaciones. Participó, entre otros proyectos, del disco Aquello de Jaime Roos, una placa europea a la que le aportó guitarras y coros.
Jaime, luego, le produciría el disco Gracias (1996) y grabaría para sí “Calle Yacaré”, llevándosela a otros públicos y generaciones. Otros artistas populares versionaron su música, incluyendo a la salsera Celia Cruz.
"No sé si la gente me conoce mucho. Conoce mis canciones y para mí eso está bárbaro. Me gusta perderme detrás de mis canciones", dijo en 2015 Darvin a El País. "Lo que tengo, sí, es prestigio entre ciertos músicos. Me quieren mucho y me tratan como un venerable anciano y lo disfruto".
Era hincha de Central Español y bandido, como se reconoció en esa, su última conversación con El País.
Su velatorio será este jueves de 09.00 a 12.00 en Martinelli, y su sepelio a mediodía en el Cementerio del Norte.
Alguna vez, en la canción "No me manden flores" que dio nombre a uno de sus álbumes, el propio Darvin cantó: "El día que yo me muera por Dios no me manden flores, por Dios no me manden flores. Mándenme siete tambores repicando por la acera, que suene una cuerda entera con dos repiques bien locos".