Nicolás Lauber
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Nahuel Pennisi es la demostración de que no hay límites cuando se tiene determinación y talento. El haber nacido ciego no le impidió aprender a tocar la guitarra, ni dedicarse a la música. Cantó en la calle durante tres años y no se rindió. Desde su disco debut, Primavera, no ha parado de recibir elogios y reconocimientos.
El músico argentino se presenta hoy a las 22.00 en Enjoy Punta del Este (quedan entradas en Redtickets), y en esta charla con El País habla de su estilo, su honestidad y sus canciones.
—Venís de la gira A solas, que era íntima. ¿Es el show que vas a presentar en Punta del Este?
—No, es la primera vez que voy a Punta del Este y llevo a la banda. Vamos a hacer un concierto bastante versátil que va a tener un poco de todo. En algunas canciones voy a estar solo, en otras con la banda, habrá canciones del último disco (Renacer) y otras que me acompañan desde hace mucho. Ojalá sea algo lindo para el público y que lo podamos disfrutar juntos.
—¿Qué es Uruguay para vos?
—Siempre que llego a Uruguay se me enciende una luz extra, un fuego de tener ganas de tocar y compartir con la gente. Es muy lindo, en una tierra donde se quiere la música tanto como en el Uruguay, poder llegar desde el otro lado del río con lo que uno tiene. Yo rescato mucho el respeto del uruguayo, la cultura, el prestarle atención a una obra conceptual, eso es muy interesante y se agradece mucho.
—En tu carrera hay dos vertientes. Está la música folclórica que es tu raíz, y por otro lado hay sonidos más modernos como en “Universo paralelo” junto a La K’onga o “La noche” con La Delio Valdez, ¿cómo se conjugan esos dos estilos en vos?
—Esas dos identidades tienen que ver conmigo, con mi música y mi forma de ser. Más allá de que el folclore y la música popular me emocionan y disfruto, me gusta escuchar música del mundo. Soy muy fan de la música de Uruguay y hay un montón de sonidos que van pegando fuerte en mí. Sonidos modernos, melodías de baladas, metáforas que no suenan para el folclore pero sí para otro tipo de ritmos. Todo eso trato de conjugarlo y congeniarlo para que sea la misma verdad, para que el corazón diga lo mismo.
—De igual forma, las raíces nunca se olvidan.
—No. Cualquier músico te va a decir que hay influencias de otros artistas más allá de lo que a uno le gusta escribir. Escuchás a otros músicos, los terminás admirando y aprendés. Yo, por ejemplo soy fan del flamenco, del jazz, de la música de Cuba, de Uruguay, un montón de cosas que me hacen crecer y descubrirme en mis canciones.
—Uno de tus primeros éxitos es “Primavera”. ¿Esa canción tiene una historia?
—Tiene una historia muy linda. Nació de un encuentro que tuve con una persona hace unos años. Conocí a una chica hace mucho tiempo en un viaje a Colombia y me acuerdo de que me cautivó su energía. Me acuerdo de su perfume, y por eso en un momento la canción dice: “y tu perfume adelantó la primavera”. Tiene que ver con esa imagen sensorial, y era como una aventura. Yo estaba en Argentina, ella era colombiana y le dije que venga para Buenos Aires; estuvimos un tiempo intentando convivir, las cosas no resultaron, pero yo me llevé muchas fortalezas de eso. Por eso la letra habla de que a veces las cosas no salen como uno las espera, pero en realidad todo sirve para un aprendizaje espectacular y en definitiva la ilusión es un alimento para el alma.
—¿Es verdad que te fuiste de mochilero después de terminar una relación?
—Sí. Tuve una relación muy linda con una chica que fue mi primera novia. Esa relación duró tres años y cuando se terminó me sentí muy mal. No sabía para dónde ir y me fui de mochilero porque quería cambiar de aire. Tenía dos opciones: o esquivar el dolor que estaba sintiendo, o enfrentarlo. En ese viaje conocí a mi amigo León (Cuyé), un hermano con quien componemos juntos; y fruto de ese amor y de cerrar esa etapa salió la canción que está en el segundo disco y se llama “Promesas de arena” que habla de esa ilusión que tenía, de creer en esa relación aunque la historia fue otra. La letra dice que no me arrepiento y agradezco la experiencia, y en un momento dice: “con esta zamba se termina aquel que fui”. Y siento que con esta canción logramos cerrar un ciclo y empezamos otra historia con otro aire. Eso me marcó mucho.
—Hoy parece que con la música solo no alcanza, hay que hacer videoclips, videos para las redes sociales…
—Sí, hoy el material audiovisual tiene más impacto que solamente el audio. Y en un mundo donde la mayoría de las cosas entran por los ojos, con la música pasa lo mismo. Cuando se conjugan las dos cosas, mirar lo que está pasando y tener el sentir, se logra algo hermoso.
—¿Y cómo te hace sentir eso, que ahora todo sea más visual?
—Para mí es el gran desafío, el poder detener los aviones en el aire, proponerle al mundo y al público otra forma de entrar a la música, de meterse en este encuentro con las canciones. Y es curioso que cuando te emocionás con una canción, solés cerrar los ojos porque necesitás esa concentración, ese encuentro con vos mismo. Creo que lo visual, si bien se lo necesita para hacer mil cosas, en algún punto termina distrayendo. Mi desafío es convivir con eso, proponerle a la gente algo distinto pero a la vez adaptarme a ese mundo. Por eso me interesa mucho ser parte de ese mundo audiovisual.
—El poner en papel lo que se siente y que se convierta en canción tiene que ser genial.
—Sí, pero el cuento se cierra cuando vos, emocionalmente, te sentís mejor. Está bueno cuando componer se convierte en una especie de terapia, porque con una canción estás sacando un montón de cosas afuera, y eso es lindo. Los artistas nos chocamos con el mundo porque vamos con el corazón en la mano, no se puede andar de otra manera, y la canción es el reflejo de eso.
—¿Crees que esa honestidad es tu diferencial?
—Sí, creo que en un mundo donde las cosas pasan tan rápido, uno dice algo y otro propone otra verdad. Uno a veces se pone a pensar por qué el otro no piensa como yo en vez de apropiarse de lo que uno cree. En este mundo, lo sencillo y lo genuino termina siendo muy valioso. En este tiempo aprendí un montón de cosas desde ese lugar de la honestidad, y eso no lo cambio por nada.