* Por Manuella Sampaio

Pabllo Vittar es un fenómeno. En los últimos años sus canciones lograron convertirse en verdaderos himnos pop que suenan en pistas de todo el mundo, le dan un promedio de tres millones de oyentes mensuales en Spotify y ahora, finalmente, llegan en vivo a Montevideo.

Su primer show en Uruguay hubiera sido en mayo de 2020, pero fue cancelado por las medidas restrictivas de la pandemia de covid. Hoy, la galardonada cantante pop brasileña concretará su encuentro con el público uruguayo, a las 20.00 en la Sala del Museo. Quedan entradas por Redtickets.

Phabullo Rodrigues da Silva, hoy Pabllo Vittar, tuvo sus comienzos con base en ritmos como el carimbó, el arrocha y principalmente el tecnobrega, que nace de la mezcla del brega — genero surgido en los 50, caracterizado por letras con base sentimental y rimas fáciles, y que tuvo en Waldick Soriano, Reginaldo Rossi y Wando a algunos de sus mayores exponentes— y el techno, con el uso de sintetizadores. ¿El resultado? Músicas románticas, con letras sencillas y pegadizas, pero con una batida acelerada y efectos sonoros.

Vivió su infancia y adolescencia entre los estados de Maranhão, Pará, São Paulo y finalmente Minas Gerais, donde se radicó con su familia en la ciudad de Uberlândia. Allí, a los 18, en una fiesta de disfraces, aquel joven que había sufrido bullying en la escuela por su voz aguda y gestos delicados, y que llegaría a alcanzar 1,87 metro de altura, se vistió como drag queen por primera vez.

Fascinado por el universo femenino, Vittar se interesó por el maquillaje, la caracterización y performance a raíz del reality show RuPaul’s Drag Race. En una entrevista a la revista Época, en 2017, contó que aquel programa le dio una perspectiva distinta de este arte. “Fue una sorpresa. Me enamoré. Dije: ‘Puedo ser eso’ (...). Cuando estoy estresado, me caracterizo y exteriorizo cosas que no puedo decir, pero que puedo transmitir a través del maquillaje y la producción”.

El joven, que ya había cantado en coros de iglesia, empezó a presentarse en casas nocturnas de Uberlândia, ya como Pabllo Vittar, cantante y drag queen. Un día conoció a un productor que le incentivó a grabar una versión en portugués de “Lean On” del grupo Major Lazer. El hit de los estadounidenses se convirtió en la canción “Open Bar”, lanzada en un EP homónimo compuesto de cinco canciones, y junto a un videoclip de bajo presupuesto que se popularizó y la proyectó a nivel nacional.

En 2016, Vittar se incorporó al reparto del programa Amor y Sexo de la Globo, y estuvo en cadena nacional durante dos temporadas. Su disco debut llegó en 2017: fue Vai Passar Mal, y allí, en canciones como “Corpo Sensual” y “K.O”, mezcla aquel tecnobrega que creció escuchando con funk carioca, forró y más.

En agosto de aquel año grabó “Sua Cara” con Anitta y Major Lazer, la banda que fue inspiración para su primer single. La canción, que cuenta con más de 190 millones de reproducciones en Spotify, tuvo un videoclip grabado en las arenas del desierto del Sahara y fue nominada al Grammy Latino en la categoría mejor fusión/ interpretación urbana.

Ya en Não para Não, su segundo álbum (2018), Vittar se consolidó como una artista completa: canta, baila, performa y tiene el carisma de pocos. Aunque cada vez más pop, siguió mezclando en canciones como “Disk Me” los ritmos norteños que la formaron.

Este mismo año, fue invitada por la argentina Lali Espósito a participar de “Caliente”, single que tuvo un videoclip cargado de erotismo, en el que las artistas juegan a la pelota, Vittar con la remera de la selección albiceleste y Espósito con la de la brasileña, en una playa de Río de Janeiro.

En 2020 lanzó 111, disco en que comparte canciones con artistas de la talla de Ivete Sangalo, Thalía y Charlie XCX, todo muestra de su creciente masividad y globalidad. Al año siguiente lanzó Batidão Tropical, y declaró la intencionalidad de la obra en entrevista con el diario El País de Brasil.

“Este disco es un homenaje al Norte y Nordeste. Quiero exaltar estas regiones, golperame el pecho y decir que no es solo cultura regional, es herencia brasileña. La desvalorización de lo nuestro mientras importamos cultura es una locura. Es muy bueno escuchar cosas del exterior, me encanta Beyoncé, Madonna, me encanta el K-pop, pero, ¿qué estamos escuchando de la música nacional?”, declaró.

Vittar lleva con orgullo al mundo aquel brega que para muchos fue sinónimo de música de baja calidad y que es, incluso, un término utilizado para designar peyorativamente a aquello “de mal gusto”. Fue la primera artista en llevar los ritmos originales del norte y nordeste de Brasil para el escenario de grandes festivales como Coachella o Primavera Sound.

También conocida por su activismo a favor de los derechos de la comunidad LGBTQIA+, en 2020 la revista Forbes la llamó “la drag queen más popular del mundo”, y el hecho de que sea la drag más seguida en redes sociales, con 12 millones de followers, lo confirma. La revista Time la nombró como una de las “Líderes de la Próxima Generación”.

Luego, en 2022, Vittar lanzó I Am Pabllo, disco en vivo con regrabaciones de algunos hits e inéditos. Y este 2023 hace su primera gira latinoamericana con Noitada, su último álbum de estudio, en el que muestra su veta más funkera y pop.

El Pabllo o la Pabllo, ambos pronombres conviven naturalmente en Vittar, quien se define como “un chico gay que hace drag”. La fluidez la caracteriza, pero en Brasil, el país con las mayores tasas de asesinato de personas LGBTQIA+ del mundo, hace énfasis en aclarar cualquier confusión con relación a su identidad de género. “No soy trans, no puedo ocupar su espacio de visibilidad. Las mujeres trans son marginadas y pasan por cosas que yo nunca pasé y nunca pasaré”, afirmó e 2021 en entrevista con el diario O Globo.

Pabllo Vittar es la “brasilidade” en persona, esa que no viene de los géneros aclamados como la bossa nova y el samba, sino aquella constituida por la mezcla de distintos ritmos, la que habla de un Brasil profundo y para muchos desconocido. Vittar es revolución, en la música y fuera de ella.