ENTREVISTA
El cantante cubano charló con El País sobre su nuevo disco y el show Esencia que lo trae el lunes a nuestro país.
A los 76 años, y después de unos cuantos achaques de salud, el cubano Pablo Milanés sigue en activo. Acaba de editar en Cuba, un disco de standards de jazz (Fly me to the Moon) y está girando con su show Esencia con el que llega el lunes al Auditorio del Sodre.
Pablo Milanés vuelve a Uruguay, una rutina que ha venido repitiendo desde que actuó en la explanada municipal montevideana, el 1° de marzo de 1985, celebrando el retorno de la democracia. Desde entonces, la carrera del cubano, que a esa altura ya era un artista consagrado y la otra mitad del envío más interesante de la Nueva Trova Cubana.
Ahora, Milanés estará este lunes en el Auditorio Adela Reta en una escala de su gira Esencia, en la que repasa algunos de sus éxitos y además presenta canciones menos conocidas. Las entradas van de 1.370 a 2.970 pesos.
Antes habló con El País.
—Empecemos por su país. Han habido cambios políticos en Cuba, ¿cómo lo están recibiendo los cubanos?
—El cubano es un tipo feliz que en medio de sus tragedias canta y se ríe.
—¿Y usted cómo recibe esos cambios, se ríe y canta más o menos?
—Yo sigo cantando en Cuba igualito, con la misma frecuencia. Ahora mismo voy a Miami, después vuelvo a Cuba antes de saltar para Uruguay.
—¿Y Venezuela cómo la ve? ¿Ha ido?
—No sé. Hace tiempo que no voy a tocar a Venezuela.
—Adonde viene seguido es a Uruguay, ¿recuerda la primera vez?
—La primera fue en 1985 cuando regresó la democracia. Fue un evento extraordinario y fue una gran delegación cubana y canté allí. Y después fui bastante, sí.
—¿Ha entablado vínculos con algún músico uruguayo?
—Con músicos clásicos de la Camerata y con mi amigo el trovador que falleció, Daniel Viglietti y con Zitarrosa, que era muy hermano mío. Y con el “Negro” Rada que es hermano mío. A Jaime (Roos) lo invité a un festival que organizaba en Varadero. Todos esos recuerdos los conservo pero siempre que voy lo hago muy precipitadamente y no tengo tiempo de ver a los amigos. La última vez solo pude ver a Rada.
—¿Es de tocar cuando se junta con esos amigos?
—Eso era antes, cuando éramos más jóvenes. Ahora lo que hacemos es descansar para poder hacer la función del día siguiente. Antes llegábamos, nos divertíamos y después trabajamos con calidad pero ya tengo 76 años y me tengo que cuidar. Lo que más hago es llamar a los amigos y descansar.
—¿Cómo está de salud?
—Estoy bien pero lo que pasa es que vengo de 27 operaciones quirúrgicas y no es fácil vivir con eso. Tengo que tener muchos cuidados y mucha atención médica encima y no salirme de la línea. Estoy muy bien pero gracias a que me cuido bastante.
—Su música está llena de referencia que van desde el jazz al feeling cubano, el son, el bolero, pero también la música clásica...
—Sí, el barroco me acompaña siempre. Mi último disco se llama Renacimiento y tiene mucha de esa influencia.
—¿Qué encuentra en la música barroca?
—Admiro a Juan Sebastián Bach y otros grandes barrocos como Tellerman, Vivaldi. Es imposible renegar de ellos y olvidarlos: tienen 400 años e hicieron una música que todavía se mantiene en el gusto de la gente porque hicieron música para la eternidad. Yo desde los 10 años, estudié música. Estudié piano y lo dejé, estudié guitarra y la dejé. Todo lo he ido dejando pero aprendí de todo: he sido aprendiz de todo y maestro de nada.
—Algunas de sus canciones tienen más de 50 años de permanencia. ¿Se ha puesto a pensar qué tienen para durar tanto?
—Yo en broma siempre digo que las canciones para que se mantengan tienen que tener fijador. Pero hablando en serio, las canciones para permanecer tienen que tener una especie de atemporalidad y que esas canciones las puedas cantar hoy como hace 50 años. Tienen determinados elementos que la hace perdurar.
—¿Qué música se escuchaba en su casa de la infancia?
—En el pueblito que yo nací se escuchaba mucha música mexicana y esa fue mi primera influencia. Cuando llegué a La Habana me involucré mucho en el jazz, el feeling, el moviiento modernísimo de bolero en Cuba. Esas fueron mis primeras influencias además de la música que escuchaban mis viejos que eran danzones y sones. Eso quedó muy presente en mi obra y cuando a los 16 años empecé a componer todo eso estaba en mi música. Y además canté todos esos géneros y por eso puedo abordar cualquier género sin problema. Empecé cantando Negro Spirituals con el Cuarteto del Rey y después pasé a un cuarteto al estilo de los cuartetos americanos de esa época y que se llamaba Los Bucaneros. Con mis canciones me estrené haciendo feeling. Y ahí hice canciones que, algunos críticos dicen fueron antológicas y cambiaron la música de Cuba. Como una canción que se titula “Mis 22 años”.
—¿Y usted no le ve así?
—No creo que valga tanto aunque los críticos así pero yo no creo. No creo que sea modestia o humildad sino que me salieron con tanta facilidad, que no me imagino que digan eso.
—Esta gira lo va a llevar en Estocolmo, el prestigioso Teatro Real...
—La misma pregunta que vas a hacerme me la hago yo, “¿qué estoy haciendo ahí?”. Pero es así. He cantado en la Sala Real de Austria, el Olympia de París. Pero lo mismo me pongo a cantar para un pueblo de 200 habitantes.
—Aún se sorprende cuando se ve ahí.
—No, es como tocar en cualquier parte: lo hago es sencillo y el público es sencillo. No hay nada que revele que es especial.