Pancho Varona: su separación de Sabina, la canción que le compuso a Uruguay y la camiseta de Godín que atesora

Este domingo, Pancho Varona llegará a Sala del Museo con la gira "Punto y aparte". Antes, dialogó con El País y habló del final de su trabajo con Joaquín Sabina.

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Pancho Varona.
Foto: Difusión.

Trabajó durante 40 años con Joaquín Sabina y compusieron 100 canciones juntos. Sin embargo, en noviembre le informaron al guitarrista Pancho Varona que no formaría parte de la nueva gira del emblemático artista español. Pero eso no lo detuvo: seleccionó lo mejor de su repertorio e ideó el tour Punto y seguido, que marca el inicio de una nueva etapa en su carrera.

Con esta propuesta llegará el domingo a Sala del Museo (RedTickets, de 1350 a 1650 pesos). Desde Buenos Aires, Varona dialogó con El País.

—Esta gira se llama Punto y seguido. ¿De qué manera representa la nueva etapa de tu carrera tras el final de tu trabajo con Joaquín Sabina?

—Al terminar mi relación con Joaquín o, mejor dicho, cuando Joaquín terminó su relación conmigo, decidí que con 65 años no podía decir que esto se había acabado y que no tenía nada más que hacer. Era al revés: sentía que abría ante mí una vida nueva, llena de proyectos, canciones e ilusiones. Ya he viajado a México, ahora estoy en Argentina, y luego Uruguay y Chile. Así que la vida me sonríe y lo agradezco. A partir de ahora tengo que volver a componer, grabar y hacer cosas que tenía un poco olvidadas porque las giras con Joaquín eran fantásticas y tenía una vida más fácil porque me llevaban, me traían, me afinaban la guitarra y me subían al escenario. Ahora, en cambio, yo soy mi propio jefe, monto mi equipo, canto para la gente y decido mi repertorio. Es maravilloso.

—En varias entrevistas mencionaste que sigues perplejo por la manera en que se dieron las cosas con Sabina. ¿Qué fue lo que más te sorprendió?

—Pienso que la explicación no ha sido lo suficientemente clara como para que yo entienda lo que ha pasado. Y eso (todo sucedió a través de un mail), te deja perplejo porque todavía no entiendo qué ha pasado para que yo no esté en la gira de Joaquín. Sigo esperando una llamada, un mensaje o una cita. Y lo hago de muy buen talante, no estoy enfadado ni tengo rencor. Siempre lo digo: espero con los brazos abiertos a que alguien me llame y me explique.

—Ahora que sos tú quien interpreta varias de las canciones que compusiste junto a Sabina, ¿sentís que se resignificaron?

—Más que resignificarlas, lo que hago ahora es escucharlas de otra forma mientras las canto. Tú sabes que cuando estamos cantando también pensamos cosas, como la canción que viene después o la que acabas de tocar. Y desde que no estoy con Joaquín, pienso las canciones de otra manera. No sé cómo explicarlo, pero sí sé que desde noviembre, cuando sucedió esto, tienen más valor para mí. Son mi legado, es lo que he hecho con Joaquín durante 40 años y es lo que la gente más reconoce de mi carrera. Entonces, estoy más agradecido con esas canciones y las canto con más sentimiento porque significan mucho para mí.

—Si nos basamos en el concepto de Punto y seguido, esta no es la primera vez que haces un cambio de vida. El primero ocurrió hace 40 años, cuando abandonaste tus estudios para trabajar en un ministerio y empezaste a trabajar con Sabina. ¿Cómo recuerdas ese momento?

—Yo no tenía previsto ser músico, pero Joaquín se cruzó en mi vida —o yo en la suya— y me pidió que me fuera con él y dejara lo que estaba haciendo. Acepté, pero no pensaba dedicarme profesionalmente a la música, entonces para mí fue un terremoto. En ese momento yo iba a una academia para aprender a escribir a máquina y luego planeaba presentarme en los exámenes para entrar en un ministerio como funcionario. De repente, Joaquín me ofreció la carretera, los ensayos, las canciones y los hoteles, y me cambió la vida. Para mí fue impresionante porque yo pensaba que a la música solamente podían dedicarse los músicos que eran buenísimos, y yo en ese momento estaba aprendiendo y no me consideraba buenísimo... tampoco me lo considero ahora (se ríe). Es decir, yo veía a la música como una posición muy buena para los genios, así que fue muy curioso que de repente me viera en ese escenario con el que soñaba pero al que pensé que nunca podría llegar. Fue increíble.

Hace tiempo leí que el inicio de su amistad se debe a que fumaban la misma marca de cigarrillos, y que él te pedía uno cada vez que tú ibas a verlo actuar a La Mandrágora. ¿Es cierto?

Sí, fue una casualidad porque Joaquín nunca llevaba cigarrillos encima... y tampoco los lleva ahora, 40 años después (se ríe). Como yo iba todos los días a verle, siempre me pedía uno porque sabía que yo tenía; entonces ese "¿me das un cigarrillo?" de Joaquín nos unió porque nos quedábamos charlando. Me preguntaba qué tal me ha parecido su concierto y luego hablábamos sobre cualquier cosa: el tiempo, la música, la política o la vida. Era una excusa para que nos empezáramos a relacionar. Luego entré en la banda (Viceversa) porque buscaba a otro guitarrista y yo me sabía todas sus canciones. Yo era fan de Sabina. Tenía el disco de La Mandrágora y lo oía a todas horas. Sabía tocar perfectamente todas sus canciones, así que cuando dijo que necesitaba a alguien le respondí que me sabía todo su repertorio. Y sin oírme no dudó ni momento.

—Y así es como terminó tu carrera de oficinista...

—¡Sí! (Se ríe) Yo tendría que ser un señor a punto de jubilarme, con mi corbata y mi traje yendo a mi oficina de lunes a viernes de 8.00 a 15.00, descansando el sábado y el domingo limpiando el traje para volver el lunes a la oficina... Y de repente estoy aquí, en Buenos Aires, hablando contigo y en unos días voy a ir a tocar a Montevideo. Es increíble, ¿no? ¡Cómo me ha mejorado la vida!

—Ya que estamos hablando de aquella primera época, me interesa preguntarte sobre el rol de las canciones "Ciudadano cero" y "Balada de Tolito", ambas de Juez y Parte, en tu camino. ¿De qué manera te permitieron descubrir tu faceta como compositor?

Qué bien que me recuerdes eso porque, como te decía, yo no me consideraba un gran guitarrista ni un gran músico cuando empecé a trabajar con Joaquín. Pero, de repente, cuando me aceptó las músicas para esas dos letras sí me sentí importante. Recuerdo que pensé: "Hombre, esto sí que lo sé hacer y me sale con cierta facilidad, y si a Joaquín le han gustado es posible que a partir de ahora me dé más letras para que les ponga música". Y así fue, porque se me abrió un mundo maravilloso... Imagínate lo que ha sido trabajar 40 años con el mejor letrista que hay. Fue maravilloso porque cada vez que él escribía algo, yo era la primera persona a la que se lo leía para que le pusiera música. He sido muy privilegiado porque, durante este tiempo, he tenido documentos maravillosos en mis manos. Así que, la verdad, mi vida de compositor ha sido lo más importante que me ha pasado profesionalmente.

—En una entrevista revelaste que escribiste una canción dedicada a Montevideo. ¿Cómo surgió y cómo definirías tu relación con Uruguay luego de tantas visitas?

—Es fantástica porque tengo muchos amigos allá. Además, hay otra cosa que me une con Uruguay: mi equipo, el Atlético de Madrid, siempre tiene a uruguayos ilustres en sus filas (se ríe). Incluso recuerdo que un día invité a la hermana de Diego Godín a un concierto y me regaló una camiseta de él que la guardo en mi casa. Tengo una relación de amor con Uruguay, y por eso me apetecía hacerle una canción. La tengo casi terminada y, si la emoción me lo permite, intentaré cantarla en la Sala del Museo, pero soy un llorón y enseguida me sale la lágrima (se ríe).

—¿Cómo será el repertorio del concierto del domingo?

—He seleccionado un repertorio con lo más granado de lo que he hecho con Joaquín. Después de cuatro años desde mi último encuentro con el público uruguayo (su último recital en Montevideo fue en 2019 junto a Serrat y Sabina), lo que quiero es darles lo que ustedes quieren oír: las canciones más conocidas que hemos hecho juntos, como “La del Pirata Cojo”, “Y sin embargo”, “Contigo” y otras más. Son canciones muy reconocibles que la gente ha coreado miles de veces en el Centenario o en otros sitios donde nos han visto. Además, voy a contarles las historias de cada una para que sepan de dónde vienen, qué estábamos haciendo en esa época con Joaquín y dónde fue que las compusimos. Y como me gusta mucho reírme de mí mismo, creo que la gente se va ir con una sonrisa en los labios. Cuento cosas muy divertidas de nuestras vidas.

—No quiero arruinarle la sorpresa al público, pero si se trata de historias divertidas, la de la canción "La del Pirata Cojo" debe ser muy buena...

Sí, esa la empezamos una noche en mi casa y Joaquín se puso a hacer una lista de profesiones excitantes en lugares excitantes: tahúr en Montecarlo, taxista en Nueva York y cosas así. Entonces, me dijo: "Venga, agarra la guitarra y ponte a hacer la música que me está gustando mucho esta lista". Esa misma noche empezamos a hacer "La del Pirata Cojo", pero tuvimos que interrumpirla porque nos llamaron de la casa de Joaquín para decirnos que teníamos que salir a buscar un medicamento para su niña, que tenía mucha fiebre. Así que salimos por el barrio de Lavapiés con mi coche, y mientras yo buscaba farmacias de turno, él seguía escribiendo profesiones: cazador en la India, marinero en Marsella (se ríe). Tengo recuerdos bellísimos.

¿Y cómo es tu relación con esas canciones luego de todo lo que sucedió con Joaquín? Si bien a ti te traen muchos buenos recuerdos, supongo que debe ser difícil volver a escuchar esos discos.

Es que yo veo un disco de Joaquín y me veo ahí dentro. He sido mano derecha y mano izquierda; he sido muy responsable de todo lo que suena en los discos, a veces con Joaquín y otras con Antonio (García de Diego). Entonces cuando veo Esta boca es mía, yo no veo un álbum de Joaquín, veo un disco en el que yo me he dejado la vida. Por lo cual mi relación con ese repertorio es tan cercano que aunque sé que son canciones de Joaquín también sé que son mías porque llevan mi firma. Y las que no la llevan, sí la tienen en la producción, los arreglos y la instrumentación. He estado muy ligado a ese repertorio, por lo cual yo lo canto con todo derecho y placer, y las reivindico como mías aunque Joaquín las haya hecho conocidas. Ahora las canto pensando que son de los dos y me siento muy orgulloso con ese repertorio... y ya te digo, desde que nos hemos separado, incluso un poquito más emocionado cada vez que lo interpreto.

—Además de tu trabajo con Sabina, a lo largo de tu carrera has compuesto canciones para Ana Belén, Miguel Ríos y Luz Casal. ¿De cuáles te sientes más orgulloso?

Mira, compuse "No me importa nada", que ha dado unas cuantas vueltas al planeta gracias a la voz de Luz Casal. La hicimos mi hermana Gloria, Manolo Rodríguez (guitarrista de Viceversa) y yo, y en Europa fue tremendo el éxito; incluso tiene versiones en francés. Esa canción ha sido muy importante en mi vida y ha estado a la altura de la más importante que pude haber hecho con Joaquín. También he compuesto, como dices, para Miguel Ríos y Ana Belén. He tenido la suerte de que gente con mucho talento haya cantado mis canciones, con lo cual estoy muy orgulloso de todo mi repertorio.

—¿Qué esperás de este reencuentro con el público uruguayo?

-Me gustaría que vaya gente a verme, que estén los amigos que quiero que estén y que les guste la canción que he compuesto para Uruguay. Espero que la entiendan y que la hagan suya, como lo han hecho con tantas canciones nuestras. Eso es lo bonito de una canción: tú la haces y una vez que la publicas, la gente la adopta, se la lleva a su casa, la cuida, la mima y se la queda para siempre. Eso es lo que quiero que pase a partir de ahora con las canciones que haga. Ahora he decidido dejar de componer para otra gente y quiero componer para mí. Vamos a ver qué pasa. La vida sigue, yo sigo vivo y cantando, y tengo las mismas ganas de comerme el mundo que cuando tenía 25 años.

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