ENTREVISTA
El viernes 23 de julio, Pedro Aznar celebrará su cumpleaños con un show desde el Teatro Ópera que se podrá ver en streaming. Antes del recital, el bajista habló con El País.
Pedro Aznar está de festejo. Hace unas semanas publicó Flor y raíz, un álbum donde reimagina 11 clásicos de la canción latinoamericana, y se está preparando para celebrar su cumpleaños sobre el escenario. El viernes 23 se reencontrará con el público bonaerense con un show en el Teatro Ópera que se podrá ver en streaming a través de la plataformaTicketek Live.
Antes de su primer recital presencial en Buenos Aires, el exbajista de Serú Girán respondió, vía mail, las preguntas de El País sobre su nuevo trabajo y su relación con el público uruguayo. "Estoy sentado en mi escritorio de trabajo, a mi izquierda duermen mi gatas Angelina y Chardonnay. Tomo un té Earl Grey ahumado, con una cucharadita de una deliciosa miel de Mar Azul", comenta para describir la escena en la que responde estas preguntas.
—Semanas atrás publicaste Flor y raíz, grabado en vivo en la Usina del Arte. El concepto del álbum es una vuelta a Cuerpo y alma, que se centró en la identidad musical del sur, pero en esta ocasión la idea se expande a siete países americanos. ¿Qué representó este abrazo musical entre culturas durante estos tiempos de lejanía e incertidumbre?
—Me gusta el concepto de “abrazo”. Es exactamente eso, en tiempos en que los abrazos están desaconsejados, son tabú. Este disco redobla la apuesta de Cuerpo y alma, ya que transita la canción latinoamericana de raíz en un cien por ciento. No hay fusión de estilos. Sí hay una mirada contemporánea, claro está.
—La portada parte de un concepto muy significativo en torno al micelio de los hongos y al sistema neural humano. Bajo esta idea, el corazón se presenta como la raíz musical latinoamericana. Al momento de seleccionar el repertorio, ¿qué conexiones has encontrado entre la música de los países elegidos?
—Más allá de los idiomas ibéricos, tenemos una temperatura emocional muy compatible. No es idéntica, por suerte, en todos lados, tiene muchísimos matices. Por eso es tan rica. Los mexicanos son tan distintos de los uruguayos como los chilenos de los brasileños. Pero en la música y la poesía que cultivamos todos, hay un sello de intensidad que nos hermana.
—Una de las versiones que más disfruté fue la de “La Llorona”, un clásico del repertorio popular mexicano. En tu lectura de casi ocho minutos, creaste una letra en base a las 121 coplas compuestas a lo largo de los años. ¿Cómo fue el proceso de investigación y construcción de esta relectura?
—Armé mi propia letra, se podría decir, combinando de entre ese centenar de coplas disponibles. Es hermoso lo que pasa con la copla como modo de expresión. Nos llega de España, y en América se continúa. Cada pueblo canta las canciones tradicionales cambiándolas un poco o agregándoles nuevas estrofas. Eso hace que sean siempre nuevas, y que tengan múltiples orígenes. Así como evoluciona el idioma, lo hacen esas canciones populares.
—Flor y raíz incluye una bellísima versión de “El violín de Becho”, grabada junto al violinista Ramiro Gallo. ¿Qué te llamó la atención de ese clásico de Alfredo Zitarrosa como para versionarlo? ¿Cómo descubriste su obra?
—Creo que escuché a Zitarrosa por primera vez en la radio, en los setenta, con su “Doña Soledad”. Más tarde lo oí versionado por mucha gente, entre ellos, Mercedes Sosa. “El violín de Becho” siempre me atrajo por la nostalgia enorme que expresa. Tiene, para mí, el mismo encanto y misterio del bello paisaje de las cuchillas orientales.
—A lo largo de tu discografía has versionado clásicos del cancionero uruguayo como “Cuerpo y Alma” y “El Tunge Lé”, grabaste con Osvaldo Fattoruso y hasta giraste por Japón junto a Hugo Fattoruso. ¿Cómo nace tu conexión con la música uruguaya?
—Mi primera dosis de música uruguaya fueron Los Shakers, y después Raíces, Rada, Opa, Mateo y Zitarrosa. La música uruguaya es una fuente de belleza inagotable. Tiene un lenguaje propio atravesado por el candombe, el tango, la milonga, el rock y el jazz.
—Tu última presentación en Montevideo fue en La Trastienda. Allí presentaste tu show unipersonal y el público terminó coreando clásicos como “Quebrado” y “A primera vista” contigo. ¿Cómo podrías definir tu relación con el público local? ¿Esos espacios de canto colectivo se resignifican tras tanto tiempo sin shows con público?
—Desde luego que se extraña esa comunión entre el escenario y la platea. Mi relación con el público uruguayo está todavía en su adolescencia (risas). Creo que nos falta conocernos más. Pero ya hay una linda complicidad.
—El año pasado le comentaste a El País que durante la pandemia ya habías compuesto unas 20 canciones. ¿La música te ayudó a sobrellevar estos tiempos difíciles?
—¡Ahora son más de 30! Estuve, y estoy, muy activo en cuanto a la producción. He compuesto y escrito mucho en este tiempo. Tomé este período como una posibilidad, más que como una restricción. Una suerte de año sabático impuesto desde afuera. Como yo pensaba tomármelo, de todas formas, acepté el desafío y me puse a hacer lo que tenía ganas. Hice yoga y entrené mucho más de lo que podía cuando estaba constantemente de gira, estudié italiano con mucha más continuidad, y empecé taller literario con Sylvia Iparraguirre. Estoy muy entusiasmado escribiendo cuentos, crónicas y teatro.
—Además las 30 composiciones y del disco Flor y raíz, en este tiempo has presentado varios shows en streaming. ¿Cómo podrías definir el impulso que te lleva a estar en tantos proyectos a la vez? ¿La música es el combustible de tu vida?
—La vida es el combustible de mi vida. A pesar de que la amo con todo mi corazón, la música es una más entre las expresiones posibles. El motor, en el fondo, es una cierta mirada poética del mundo. Que no siempre es placer. A veces es dolor, claro. Pero en la terribilità también hay belleza.
—El 23 de julio vas a presentar tu primer show presencial en Buenos Aires desde el comienzo de la pandemia. ¿Qué esperás del reencuentro con el público en el Teatro Ópera? ¿Cuál es la canción perfecta para volver a mirar a los espectadores a los ojos?
—En febrero y marzo hicimos anfiteatros en Rosario y Córdoba, pero este va a ser el primer teatro que haremos en Buenos Aires desde que empezó la pandemia. Y que sea el día de mi cumpleaños le aporta algo muy especial, por supuesto. Todavía no terminé de armar el repertorio, pero es muy cierto que la primera canción tiene que estar muy bien elegida.
—El show se va a poder ver en streaming. ¿Qué le recomendás al público uruguayo para que pueda imaginar que está en una de las butacas del Teatro Ópera?
—Pueden hacer algo que no se va a poder hacer en el teatro, y que le va a dar un tremendo valor agregado: sírvanse una copa de espumante, prepárense algo rico y ¡siéntanse bienvenidos y bienvenidas a mi fiesta de cumpleaños!