A los 14 tuvo la confirmación de que la música sería su camino. No era la primera vez que se subía al escenario con su padre, el cantautor español Luis Pastor, pero aquel día en un pequeño pueblo de la provincia de León y Castilla fue distinto. Se bajó con el vértigo y la certeza de que no solo tenía cosas para decir, sino que quería volver a sentir la adrenalina que implica cantar frente a un público y dejar un mensaje a la gente.
Así, Pedro Pastor, también sobrino del cantautor Pedro Guerra, emprendió su camino sostenido por una familia donde la música siempre fue base. “Esa puerta abierta que me brindaron, me hizo poder conocer lo que se sentía el ver que había gente dispuesta a escuchar las cosas que uno tiene que contar, las reconozca, las valide y las aplauda; hacerlo desde tan adolescente me ha hecho ser ambicioso y querer dedicarme plenamente a esto”, dice el músico de 29 años en charla vía Zoom con El País.
Está en Buenos Aires, donde hará un par de fechas este verano. También pasará por Colombia, con fechas ya agotadas en Bogotá y luego regresa a España, donde los carteles de sold out se volvieron cada vez más frecuentes en sus conciertos. En medio de todo eso, hoy se presenta en Medio y Medio de Punta Ballena. Es a las 22.30 y quedan entradas a la venta en Redtickets.
Hace una década Pastor empezó a dejar sus canciones por Latinoamérica junto a Los Locos Descalzos, la banda que formó con amigos del barrio. Con Uruguay, el vínculo se fortaleció en cada visita: empezó tocando en un hostel, pasó por el extinto bar Tartamudo, hasta llegar a la sala Camacuá y la del Museo del Carnaval.
“Hay muchas aristas que hacen de Latinoamérica un lugar rico para mí, no solo musicalmente sino también con las vinculaciones humanas, con cómo se desarrolla la sociedad, la solidaridad y cómo se manifiesta la gente. Y eso me pone”, analiza el músico madrileño que eligió empezar el 2023 en Cabo Polonio. Después, hizo una gira por la costa y aquellos paisajes fueron el telón de fondo para componer su próximo disco, el sexto de su carrera, que sale en un mes.
Por ejemplo “Sapiens”, el primer adelanto, fue escrita en Punta del Este. El tema, lanzado hace pocos días, juega con la contradicción de cómo se denomina nuestra especie y, dice Pastor, ilustra el tono de este trabajo que será “más agudo y filoso” en sus letras.
“Uruguay es un país que me gusta, que, inspira y aporta cosas valiosas siempre que voy”, comenta. Es también por eso que, adelanta, en su nuevo trabajo habrá un candombe y la historia del tema se resume a los encuentros: primero con el músico Andrés Barreiro, luego con Nicolás Ibarburu, con quien tomó clases para profundizar sobre el ritmo.
El resultado de ese intercambio le genera entusiasmo y se refleja en un pequeño momento de esta charla con El País: con una sonrisa el músico agarra la guitarra y por unos segundos hace un arpegio sobre el ritmo afrouruguayo. “Naturalmente a mí me entran ganas de componer las cosas que descubro y me gustan musicalmente”, remata.
Las letras de Pastor están desde su primer trabajo, el EP Aunque esté mal contarlo (2012), atravesadas por lo político. Empezó con temas más rapeados, y luego se fue acercando a la mezcla de estilos que beben de la canción de autor, del rock y del folclore latinoamericano. En Vueltas (2021), dice haberse encontrado artísticamente, porque lo que deseaba era “hacer música bailable, que sea enérgica, pero con un contenido poético, filosófico y político”.
Y aunque sigue un camino independiente y autogestivo, las tendencias de una industria que dicta lo que será o no masivo, no le son ajenas. “La industria siempre te está poniendo en jaque y haciendo pensar que tu estilo no es lo suficientemente popular, que la gente quiere otras cosas, hay ahí una bola mental que es compleja y peligrosa”, reflexiona.
![Pedro Pastor.](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/7f2d39f/2147483647/strip/true/crop/3543x4724+0+0/resize/1080x1440!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2Fc2%2Fe7%2F87dc00a0401c97c1f903f3363e41%2Fpedro-pastor-jeosm-66-min.jpg)
“Pero mi respuesta siempre acaba siendo la misma: yo soy feliz con la música que hago, me gusta hacerla, la disfruto”, dice quien celebra haber sembrado una relación con Latinoamérica desde un lugar “horizontal, popular y humano”.
“Tenemos que ser suficientemente fuertes de espíritu para darnos cuenta de que lo que hacemos cada uno en su trinchera es importante para las personas", afirma el joven músico que busca tocar conciencias a través de las canciones. "A lo mejor es más valioso llegar profundamente a mil que superficialmente a diez mil”.
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