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Ratones Paranoicos: "Así como hemos cometido muchos errores, nuestros aciertos nos llevaron a donde estamos hoy"

El sábado, la banda argentina participará del festival Cosquín Rock Uruguay, que se celebrará en la Rural del Prado. En la previa, Juanse y Pablo Memi dialogaron con El País sobre "La última ceremonia".

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Ratones Paranoicos.
Foto: Difusión.

"Nos vamos a bañar y venimos”, anunció Juanse en la mitad de su concierto del 23 de octubre de 2023 en el Luna Park de Buenos Aires. Ya había cantado diez canciones junto a su grupo, The Mustang Cowboys, y el entusiasmo del público estaba a pleno. Por eso, esa pausa a los 45 minutos de show tomó a varios por sorpresa. Otros se la veían venir. Es que el título del espectáculo, Juanse, 40 aniversario Ratones Paranoicos, daba una pauta de que podía suceder.

Y, finalmente, pasó. Luego de tres años en paréntesis, el grupo volvió a encontrase en un escenario. Lo hizo con un homenaje a sus raíces y a un capítulo clave de su historia. Antes de empezar, la voz de locutor y poeta Tom Lupo —fallecido en 2020— se oyó por los parlantes del Luna Park con la histórica presentación que quedó inmortalizada en el disco Luna Paranoico, grabado en vivo en 2002 en ese mismo lugar: “Señoras y señores, amigos y enemigos, con la legítima ilusión de ser rockeros heroicos... ¡Los Ratones Paranoicos!”

Tras ese grito visceral, Juanse, Pablo Memi —que también es parte de The Mustang Cowboys—, Pablo “Sarcófago” Cano y Rubén “Roy” Quiroga salieron a escena de la mano de “Destruida Roll”, un rock midtempo de espíritu Stone que desató un pogo descomunal. Con ese tema, además, habían abierto los dos shows de 2002 en el Luna. Era un autohomenaje implícito. “Nos pareció una forma de completar algo que estaba incompleto: que Tom, quien nos apoyó desde el principio de nuestra carrera, presentara a los músicos originales en el Luna”, le explica el cantante a El País.

Lo que sucedió en aquellos conciertos de principio de siglo es que Memi había dejado Ratones Paranoicos y fue reemplazado por el bajista Fabián “Zorrito Von” Quintiero. Luna Paranoico es un gran registro en vivo de la banda, pero le faltaba algo. “A pesar de que tuve una muy buena relación con el Zorro, me acuerdo que miraba a la izquierda y me faltaba Pablo. Me producía cierto vértigo. Por eso, lo que vivimos ahora fue muy emocionante. No me gusta mucho usar esta palabra, pero hay que decirlo: fue mágico”.

El show —que fue una revancha para Memi— tuvo a clásicos inoxidables como “Rock del pedazo”, “Sigue girando” y “Rock del gato” y también contó con la participación del productor inglés Andrew Loog Oldham y de Von Quintiero. Fue un hito en la historia de Ratones Paranoicos y, a su vez, el inicio de una posible despedida. Sobre el final del concierto, Juanse anunció el comienzo de la gira Última ceremonia, que pasará este sábado por el festival Cosquín Rock Uruguay y que tendrá su foco el 14 de setiembre en el Estadio de Vélez de Buenos Aires.

“Hace tiempo que tenía ganas de invitar a los chicos para volver a tocar”, cuenta Juanse. “Como venía de hacer un campañón solista con tres Gran Rex, un Obras y Luna Park, eso me hizo reflexionar qué me permitió seguir vigente y llegar a esos lugares, y la respuesta es fácil: gracias a los Ratones pude hacerlo. Esta vuelta, entonces, es una forma de agradecerle a la banda por eso”.

Y en el marco de esta vuelta, Juanse y Pablo Memi dialogaron, desde Buenos Aires, con El País.

—¿Cómo surge la idea de titular Última ceremonia a esta serie de conciertos? ¿La sienten, realmente, como una despedida?

Juanse: No sabemos si va a ser absoluta. Es una forma de darnos a nosotros la energía que necesitamos en este momento. La diferencia que hay entre la despedida y el adiós es que cuando alguien te dice “Adiós”... listo, está todo dicho. Este reencuentro, realmente, se trata de volver a los lugares donde para nosotros siempre fue representativo actuar. El caso de Uruguay, obviamente, no te lo tengo que explicar porque, junto a Buenos Aires y Córdoba, se convirtió en el lugar donde la banda tuvo una adhesión muy grande y que nos ayudó a alcanzar la popularidad que en su momento alcanzamos.

—Pablo, ¿cómo viviste ese reencuentro en el Luna Park?

Pablo: Estoy viviendo un gran momento tocando con Ratones, así como fue tocar en la banda de Juanse (The Mustang Cowboys) en estos últimos dos años, donde hicimos un montón de shows en lugares como Inglaterra, Estados Unidos, España y Uruguay. Eso es lo que me mantiene entusiasmado: tocar en vivo. Ratones Paranoicos está en su mejor momento. Realmente.

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Ratones Paranoicos.
Foto: Difusión.

—¿Piensan que en esta vuelta algo se transformó para sentir un mayor disfrute de tocar juntos?

Juanse: Justamente lo que no hacemos es pensar el motivo. Estamos repitiendo lo que hacíamos cuando empezamos, que es simplemente tocar. En los comienzos, nosotros ensayábamos ocho o diez horas por día porque no laburábamos ni nada...

Pablo: Sí, me acuerdo que ensayábamos en mi casa y una vecina tuvo un colapso nervioso (se ríe). ¡Tocábamos un blues que duraba dos horas y media!

—Debe haber sufrido ese “19th Nervous Breakdown” al que le cantaban los Rolling Stones...

Juanse: ¡Claro! (se ríe) En esa época yo tenía la necesidad de despertarme al mediodía y automáticamente preguntar a qué hora y dónde íbamos a tocar. Teníamos dos lugares clave: la casa de Pablo, que aunque no nos soportaran más ya se habían acostumbrado a aguantar los decibeles; y la casa de Sarco. Además de ese blues de dos horas y media que enloqueció a la vecina de Pablo, gracias a Dios nosotros siempre tuvimos un repertorio para hacer. Entonces, desde el primer momento eso nos daba la energía que necesitábamos para decir: “Es por acá”. Eso fue muy importante porque éramos adolescentes totales, y esa suele ser una época de muchas inseguridades pero también de muchas certezas. Entonces, esa etapa fue clave para ir consolidándonos como amigos y como banda, aprendiendo a respetar el lugar que cada uno ocupaba en el esqueleto de lo musical. Eso nos fortaleció la voluntad para seguir adelante.

—Ya que Juanse habló de la importancia de tener un repertorio, justo estuve repasando el disco Raros Ratones y me sorprendió ver que en 1984 ya tenían una visión clara de lo que querían para su obra. ¿Cómo valoran, a la distancia, esa seguridad artística?

Juanse: Fue muy importante porque, además, tuvimos la bendición de que se nos hayan presentado personas de excepcional talento como Gustavo Gauvry, que fue el que nos descubrió desde el punto de vista sonoro y confinó en nosotros hasta que la banda hizo su primer Obras, que en aquella época era el lugar consagratorio para dar por cerrado un recorrido underground. Luego, la aparición de Andrew Loog Oldham fue un antes y después porque él nos enseñó a no tener límites en muchos sentidos, pero sobre todo en lo musical (se ríe).

—¿Qué les aportó Andrew, quien además fue el primer manager y productor de los Stones?

Juanse: Con él pudimos explorar nuestra capacidad como intérpretes y compositores, y nos dio eso que siento que está haciendo falta ahora: mostrar que una banda tiene un contenido, que cuenta una historia y que no está refugiada en el éxito. Cuando vos tenés la convicción de que no estás vendiendo caramelos... (se interrumpe) Bueno, aunque en el caso de que lo hagas no está mal porque es un laburo muy digno, pero la diferencia es que nosotros somos los fabricantes de lo que vendemos. Por eso vuelvo a lo que dijo Pablo: estamos en nuestro mejor momento porque tenemos la madurez suficiente para observar que, así como hemos cometido muchos errores, nuestros aciertos nos han llevado donde estamos hoy.

—¿Qué les gustaría que pasara en este reencuentro con Uruguay?

Pablo: ¡Que esté lleno! (se ríe)

Juanse: Eso es fundamental, porque te da la energía que necesitás. Yo sé que muchos artistas cobran grandes cachets y que piensa en comprarse algo después del show. A nosotros nos gusta ver que está todo lleno, lo demás no nos interesa.

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