La voz de Calle 13 se abre paso como solista y habla de su nuevo plan y su mensaje.
Cuando rapea es intenso, agresivo y directo: escupe las palabras y el público queda con la energía por las nubes. Pero cuando habla, René Pérez lo hace con voz baja, lento y sin apuro, como si en realidad él se pareciera más a canciones como "La vuelta al mundo" y no tanto a la famosísima "Atrevete te te". Debe ser una cuestión de familia: su hermana Ileana Cabra se expresa de la misma manera, y cuando se sube al escenario con el nombre artístico iLe (el año pasado estuvo en La Trastienda) se transforma y la voz le sale desde todo su cuerpo.
Cuando habla, Residente también elige concentrarse en lo que compete a su nuevo proyecto artístico, un ambicioso desafío solista en el que se embarcó hace dos años. De Calle 13 habla en pasado, como si esa historia ya fuera un capítulo cerrado, y ni siquiera se extiende mucho sobre Donald Trump, a pesar de que siempre se lo ha reconocido como verborrágico, irreverente y con un discurso político bien definido.
Residente está de camino a una manifestación por la liberación de un preso político, Oscar López Rivera, y al momento de esta nota faltaban apenas dos días para que saliera su primer corte solista, "Somos anormales". Es la primera muestra de un proyecto que, cuando esté terminado, contará con un disco, un documental y un libro. Por ahora se puede espiar bastante en su sitio web, donde ofrece un mapa que invita a parar en cada lugar que fue parte de este viaje que empezó en 2014 y que lo llevó a Rusia, Armenia, Georgia, Osetia, China, Burkina Faso, Ghana, Níger, Serbia, España, Inglaterra, Nueva York y Puerto Rico.
La parada en Osetia, por ejemplo, me dice que estoy a más de 12.000 kilómetros de distancia y me ofrece primero un video donde los lugareños presentan un lugar de angustia y desesperanza, de guerra constante. Después de eso hay información, hay fotos, estadísticas y un breve adelanto de la canción que fue elaborada allí.
La recorrida completa por el mapa es larga, sí, pero vale dedicarle un tiempo. Residente lo sabe y dice que una vez que entendió por qué había arrancado con toda esta historia, que empezó tras un estudio de ADN que decidió realizarse, se propuso hacer el mejor disco que le sea posible. No parece preocuparle que eso lo hiciera, justo en un momento tan agitado, distanciarse de América Latina.
Parece, sí, que lo de provocador es algo innato: el videoclip de "Somos anormales" incluye una serie de "partos" a gran escala, desnudos, sexo y un discurso sobre celebrar la diferencia que no es políticamente correcto, por supuesto. O sea, el Residente de antes, ahora con otros propósitos.
—Estás yendo a manifestarte, una vez más, por la liberación del preso político puertorriqueño Oscar López Rivera. ¿Qué te mantiene involucrado en esa causa?
—Llevamos años en esta campaña por Oscar López Rivera, que lleva preso ya 35 años y está preso por nada, porque es independentista. Lo están acusando de conspiración sediciosa, que es cuando tu conspiras contra un país, porque no encontraron nada del tipo y es súper injusto esto. Lleva casi toda la vida metida ahí injustamente. Es algo que trasciende los partidos políticos, es una cuestión de derechos humanos.
—En el material que estás presentando en tu sitio web, a propósito del proceso de este nuevo proyecto, hay mucho de eso: de luchas sociales, de injusticias, de conflictos.
—Hay de todo, es un disco bien diverso. Se puede categorizar como lucha social, pero los viajes muestran más bien lo que está pasando cada país que presenté. Pero en China es otra cosa, en África también pasa desde otro lugar. Pero es bien interesante, y la manera de hacer música con toda esta gente fue un gran aprendizaje.
—Si no viene por el lado del conflicto, entonces, ¿por donde va la característica que comprende este trabajo?
—El concepto inicial fue el de hacer música basada en mi ADN, y es lo que amarra todo el disco. Después, todas las músicas que salen de estos países que tienen situaciones iguales a las que vivimos en Latinoamérica, son similares en algunos aspectos. No todos pasamos por guerras pero sí pasamos por distintas necesidades, entonces no hay algo social que amarre el proyecto. Es un viaje persiguiendo el mapa genético, una cuestión más personal, pero los temas hablan de todo.
—Ese viaje te llevó bastante lejos de América en general, que atraviesa una coyuntura compleja. ¿Cómo has sentido el ascenso político de Donald Trump?
—Lo he vivido muy de cerca porque estos dos años estuve haciendo el disco en Nueva York y me pasé yendo y viniendo a la ciudad, también entre Argentina y Puerto Rico. Viví muy de cerca las manifestaciones, pero pienso que le están dando mucha importancia al tipo, demasiada. Creo que se lo debería ignorar un poco más.
—¿En Calle 13 usabas tu voz para transmitir los que creías eran los mensajes de un colectivo, y acá esos mensajes vienen desde un lugar un poco más introspectivo, propio?
—Yo siempre hablo de lo que me afecta, tanto en el pasado como ahora. La gente trata, y yo también hago lo mismo, de encasillar y decir de qué es una cosa y de qué es la otra. En el pasado no se trataba solamente de la lucha latinoamericana, aunque estuve viajando por el continente y eso me sacó la letra de "Latinoamérica", por ejemplo. Ahora pasa lo mismo: algunos temas son más de fiesta, porque eso fue lo que viví, que la gente estaba de fiesta; en otros vi que lo que había era guerra, y así sucesivamente. La diferencia de esto con el pasado es la misma que he tenido con cada disco anteriormente: que cada disco ha tenido una evolución personal, e independientemente de si la gente la identifica o no, yo la identifico. Este es otro paso adelante en una evolución musical, conceptual y escrita que no tuve en otro momento. Fue un reto, fue bien difícil hacer algo que se sienta nuevo, que sea nuevo y que sea bien abarcador.
—¿Es pasado Calle 13?
—Es pasado porque no está pasando ahora, ahora está pasando esto. Ahora estoy en este proceso y no te puedo hablar de eso. Tampoco es que estoy pensando en qué voy a hacer en 15 años, no lo sé. No creo que sea un pasado porque Calle 13 me acompaña, me ha acompañado en este proceso también porque es parte del concepto que desarrollé. Sí he evolucionado a la hora de desarrollar ideas pero sigo siendo yo con mi música, mis inquietudes, mi necesidad de colaborar socialmente con cada situación. Eso es algo que va a estar en mí porque lo tengo desde chiquito, desde antes de ser Calle 13. Todo eso sí va a seguir.
—Este desafío solista que estás planteando un proyecto muy amplio que abarca lo visual, lo escrito, lo auditivo, así que evidentemente hay varios desafíos. El desafío de separarte de tu banda y adaptarte a gente nueva, ¿cómo lo viviste?
—Fue de parte y parte, un proceso de aprendizaje total. A la hora de hacer la música, a la hora de las letras, de hacer este video que lo dirigí yo completo asumiendo toda la responsabilidad, me fui dando cuenta qué era lo más difícil en cada rama. También tuve un proceso de reflexión, de entender por qué estoy haciendo todo esto.
—¿Y por qué lo estás haciendo?
—No es sólo por qué estoy haciendo este proyecto, sino por qué escribo. Yo tuve un proceso reflexivo en dos momentos claros: uno fue antes de Multiviral, que por eso es un disco más reflexivo; y el segundo fue este, pero mucho más amplio. Es algo que te debe pasar a ti, te preguntarás por qué estás trabajando en este periódico. ¿Es únicamente por el trabajo, es lo que puedes hacer, lo que quiero hacer? Hay un montón de preguntas que me hice, y me ayudó a entender mucho más todo. Creo que eso se ve reflejado en lo ambicioso del disco: me fui con toda la ambición del mundo a hacer lo mejor que haya hecho.
—Tu primer corte solista es "Somos anormales". ¿Qué es la anormalidad?
—Mi intención fue neutralizar una palabra que no siempre se usa con connotaciones positivas, encontrarle lo bonito a lo anormal porque todos tenemos cosas anormales, que no son normales. Tenemos un lunar en un área extraña, un juanete, un dedo bien pequeñito, una nariz grande. Físicamente y también mentalmente, y está bueno sacarle lo negativo. Lo que más me gusta de ti es que eres anormal; hay que darle valor a las cosas que son distintas.
Dividido en Nueva York, Argentina y Puerto Rico
Durante estos dos últimos años en los que se pasó viajando para construir este nuevo proyecto artístico, la base de René Pérez estuvo en Nueva York, pues el trabajo estuvo tomando forma en el Electric Lady Studios que fundó el guitarrista Jimi Hendrix.
Residente se mudó en 2014 a Estados Unidos junto a su pareja, la actriz y modelo argentina Soledad Fandiño, con quien tiene un hijo de dos años (nacido en suelo neoyorquino) llamado Milo. Después volvieron a instalarse en Puerto Rico, donde está la familia del músico, y el año pasado también pasaron algunos meses en Argentina, donde Fandiño aprovechó para retomar algunos proyectos artísticos y volver a hacer participaciones para televisión (tuvo un pequeño papel en la telecomedia Educando a Nina, que aquí se vio por Monte Carlo). Aunque ocasionalmente aparecen en alguna revista de corte farandulero porque fueron pescados por los paparazzi, son una pareja de relativo perfil bajo, de esas que comparte fotos del día a día en las redes sociales.
"Nosotros nos acompañamos permanentemente y René siempre hace lo imposible para acomodarse y estar donde esté yo", comentó hace poco tiempo Fandiño en una entrevista con la revista Gente.
Residente, en sus redes sociales, también contó que Jorge Drexler y su mujer Leonor Watling fueron de los primeros en escuchar listo el tema "Somos anormales", que acaba de lanzar al público.
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