Rozalén: su regreso a Uruguay, el camino musical de "El abrazo" y qué le sucede cada vez que sale al escenario

El jueves 10 de octubre, la cantante española llegará a Uruguay por tercera vez en su carrera para presentar su nuevo disco, "El abrazo", en El Galpón. En la previa, la artista dialogó con El País.

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Rozalén.
Foto: Difusión.

Desde Fuerteventura, en Islas Canarias, Rozalén se ríe mientras describe la escena que la rodea. “Tengo el mar frente a mí y una increíble piscina en el hotel que, por supuesto, no voy a probar porque me iré enseguida; en un ratito tengo que cantar”, le cuenta a El País en un audio de WhatsApp”. Es jueves 5 de setiembre, y en unas horas la artista subirá al escenario del Palacio de Congresos para presentar las canciones de El abrazo, su nuevo disco, que en unas semanas sería nominado a los Latin Grammy como mejor álbum de cantautor mientras que “Entonces” competirá en la categoría de canción de cantautor.

A medida que avanza con sus respuestas en audio, uno se puede imaginar sus movimientos. En uno de sus mensajes, habla de sus recuerdos de Uruguay mientras entra al ascensor del hotel. Cuando repasa el camino musical de El abrazo, se la escucha en el auto, y sobre el final de esta entrevista a distancia avisa que está llegando a la prueba de sonido. El motivo de este intercambio es el concierto que ofrecerá este jueves 10 de octubre en El Galpón, el teatro donde cantó por primera vez en Uruguay.

“Fíjate que hasta me acuerdo de lo que llevaba puesto esa noche: era un vestido azul con lentejuelas”, cuenta sobre aquel recital de 2019. “Me acuerdo que una chavala subió a cantar conmigo y que alguien me regaló una grappamiel que me sentó de escándalo a las cuerdas vocales”, relata con una carcajada.

En aquel primer viaje, Rozalén se llevó una sorpresa mientras presentaba Cuando el río suena..., que fue nominado al Latin Grammy 2018 como mejor disco del año. “Era mi primera vez en Uruguay y yo no me podía creer que en un país al que nunca había ido, el lugar estuviese así de lleno y así de entregada la gente. Además, sabían muchísimo de mi vida y de mi familia; incluso me pararon por la calle”.

Tiempo después, en 2022, volvió a Uruguay para cantar en el Teatro Solís. En aquella ocasión, presentó las canciones del disco El río y el bosque, y celebró los 10 años del inicio de su carrera. “Fue una pasada”, asegura. “Hemos conectado de una manera que no tiene explicación; es muy mágico. Que te quieran en un lugar tan lejano es como un pequeño milagro”.

Ahora, con su regreso a El Galpón, Rozalén está para reforzar su relación con el público uruguayo. Las entradas están a la venta en RedTickets y los precios van de 1670 a 2370 pesos.

En la previa, va un resumen de esta entrevista con la artista.

—Además de los clásicos de tu repertorio hay otro aspecto que se repetirá en tu nueva visita: la participación de Beatriz Romero, intérprete de lengua de señas. ¿Cómo surgió su trabajo en conjunto y de qué forma creés que su presencia en el escenario amplifica el mensaje de tus canciones?

—Sí, llevamos como 15 años trabajando juntas, es una barbaridad. Ella y yo nos conocimos en Bolivia, haciendo cooperación internacional. Entonces, como yo vengo de la psicología social y tengo determinado discurso, pues al conocer a Bea, la conexión que tenemos, que parecemos hermanas de otra vida, lo raro hubiera sido no contar con ella. Lo más innovador que hacemos con ella, es que ella es protagonista, no está en un lateral del escenario ni es invisible, sino que ella forma parte del espectáculo de una manera muy activa. Creo que eso sí es lo innovador de nuestro proyecto, que llevamos tanto tiempo apostando por ello. No solo por la comunidad sorda y por hacer inclusivos y accesibles los conciertos, sino porque creo que también es importante que la comunidad oyente se acostumbre a ver a un intérprete. De esa manera, tú eres consciente de que tu realidad no es la única.

—Al escuchar El abrazo, sentí que frase de “La cara amable del mundo” es capaz de definir la esencia del álbum: “En la vida todos buscamos querer y dejarnos querer”. ¿Estás de acuerdo?

—La verdad es que tienes razón. En este tiempo me he dado cuenta de que, en el fondo de mi corazón, todo lo que hago es para sentirme querida. Luego, querer es casi más hermoso que ser querido, así que la combinación de las dos cosas está muy bien. Además, como estoy en este tiempo en el que se me ha apagado un poco la infancia por tener que decir adiós a tanta gente, como mis abuelos y mi padre, empecé a darme cuenta de que lo que realmente importa son las pequeñas cosas. Es eso que hemos oído mil veces pero que no nos damos cuenta hasta que te planteas qué es la vida y qué buscas de ella. Y sí, lo que quiero es querer y que me quieran.

—Ya que te nombré a “La cara amable del mundo”, ¿recordás el momento en que la compusiste? ¿Qué sentiste al recitar las frases que llegan al final: “A pesar de la avaricia, a pesar de todo el odio, / Tú nunca estarás solo, confía a pesar de todo”?

—Esa es una canción que le he escrito a mi sobrino. He pensado mucho en él y, por supuesto, en todos los niños que me rodean porque inevitablemente pienso qué tipo de planeta y de sociedad le vamos a dejar a los que vienen. En realidad, esa frase creo que es algo que también me estoy diciendo a mí. Es verdad que la escribí para él, pero también es una forma de recordarme que a pesar de la avaricia y de todo el odio, siempre tengo que confiar porque nunca voy a estar sola; siempre va a haber alguien que me ofrezca su amor . Entonces, es una canción trampa (se ríe). En fin, si alguna vez mi sobrino tiene un mal momento y acude a ella y se calma, entonces la canción valió la pena.

—La nostálgica “Entonces” es una de las canciones que más me conmueve de El abrazo. ¿Cuál fue la imagen que inspiró esta canción dedicada a tu niñez?

—“Entonces” es mi gran favorita del disco, y también la que más me ha costado escribir. Me costaba mucho hacer el puzzle de las imágenes de mi infancia y, como bien dices, es nostalgia pura. No es mala; significa que fuiste feliz, y la melancolía es la que se ancla más en la tristeza. Es como un darte cuenta de que no puedes volver a los lugares que a veces estás siendo feliz y no te das ni cuenta, sobre todo eso: tú estás creando recuerdos que serán la nostalgia de futuro. Por eso hay que disfrutar de todo en cada lugar.

—Musicalmente, El abrazo sigue un camino distinto al de Matriz, que exploraba las tradiciones musicales españolas. Acá explorás géneros como el rap en “Mis infiernos”, el vallenato en “Tres días en Cartagena”, y el pop-rock en “Llévame”. ¿Qué te inspiró a experimentar con estos estilos musicales? ¿Sientes que esta es una nueva dirección en tu carrera?

—Sí, es un poco una locura el disco pero en realidad todos nuestros discos son muy eclécticos, excepto Matriz que claramente es de investigación de folclore ibérico. A mí me gusta mucho la música en general, tengo mucha mezcla porque yo vengo de la canción de autor, toco desde niña instrumentos de folclore. Escucho rap, punk y hip-hop, y rock desde adolescente y eso se me nota a la hora de componer. Y todo el grupo, que es mi banda de siempre, todos somos muy melómanos. Nos justa jugar, y encima como nos rodeamos de gente experta en la materia en diferentes estilos, me parece como muy rico. El disco se me hace muy ameno pero es que los directos están siendo superdivertidos. Así que sí: es evolucionar o morir.

—¿Cómo podrías definir lo que se despierta en ti o se modifica de tu personalidad cada vez que salís al escenario?

—Bueno, ahí que ocurre algo muy místico. Cuando salgo al escenario siento como que me crecen alas. Y soy más yo que nunca. Tengo una canción que se llama “Al cantar”, y ahí yo explico todo lo que siento cuando canto: me convierto como un pájaro al volar. Creo que todo se multiplica, me deja de doler el cuerpo, lloro, canto, río, bailo. Cantar es una catarsis brutal, es sanación pura.

—¿Qué esperas de tu próximo recital en Uruguay? ¿Qué te gustaría que sucediera para que esa noche se vuelva inolvidable?

 —Mira, yo con que sea igual que las otras dos veces, con eso me daría con un canto en los dientes. Es verdad que este concierto está siendo superemotivo, como son emociones universales es muy fácil sentirse identificado. Entonces como una terapia pura y no solo para mí, también para la gente. Hay parte de lágrima y de fiesta y celebración total. Es un vaciado y un llenado. Espero que la gente lo sienta igual.

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