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La banda toca esta noche en Sala del Museo, y de eso charló Leonardo Carlini con El País
Leonardo Carlini dice, sin disimular la risa, que Segundo tiempo ha sido su forma de hacer una suerte de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de Pecho E’ Fierro, y esto tiene que ver con dos cosas: por un lado, los Beatles le llegaron tarde y de alguna manera sintió la necesidad de subsanar esa ausencia; por otro, el nuevo es el primer álbum conceptual de su banda de siempre, y plantea un relato a dos tiempos de un niño con sueños grandes, y un hombre que ya fue vencido por el sistema.
Este, que hoy desde las 20.00 será presentado en vivo en Sala del Museo (Rambla y Maciel; entradas en Abitab), es un disco inspirado en un vecino del barrio, “un gurí que pasa todo el día jugando al fútbol”, dice Carlini a El País, y que es discriminado por algunos vecinos que lo consideran una mala influencia, por esto de que pasa muchas de sus horas en la calle. Para ese chico, la calle es el lugar donde se prepara para el futuro, o donde al menos sueña en grande. Una vez le dijo a Carlini que se estaba preparando porque iba a conseguir pase a Argentina y de ahí se iba a ir a jugar al Barcelona, porque hay una edad en la que, a pesar del contexto, todos somos capaces de imaginar el más ideal de los futuros.
“Si bien no soy futbolero, me tocó ese tema”, cuenta Carlini, “y a raíz de eso empecé a acordarme de cuando yo era chico, que también quise jugar al fútbol, hasta que agarré por el lado de la música. Por eso está la canción ‘San José’, en la que si bien hablo como otra persona, está mi historia. Así que la idea nace así: por el vecino, pero también por nace mí”.
Segundo tiempo tiene varias particularidades. Por un lado, es el disco menos folclórico (al menos en lo explícito) de Pecho E’ Fierro en sus más de 20 años de recorrido. Es un disco de rock, que por momentos tiene aire pop, pero que mantiene la esencia del grupo porque como dice Carlini, “el acento de milonga no me lo puedo sacar”. El cierre es con una versión medio punk de “Candombe del olvido” de Alfredo Zitarrosa.
“Cuando era adolescente empecé a escuchar música punk, y odiaba a los Beatles. Y ahora soy fanático”, cuenta entre risas. “Cuando era chico, un amigo más grande me decía: ‘Vos te los estás perdiendo’, y tenía razón. Y busqué, a nuestra manera, hacer el Sgt. Pepper de Pecho. Entonces incursionamos en teclados”. Varias de las canciones del álbum nacieron de ahí, y también en eso hay singularidades: Carlini fue a buscar juguetes que una señora donaba para el Hospital Pereira Rossell, y terminó siendo beneficiado con un piano que buscaba dueño; y luego, de un amigo lituano que se volvió a Europa, heredó un kankles, un instrumento de cuerdas que aparece en el tema “Caretillas”.
Y en lo vocal también hubo cambios, que implicaron desafíos y entrenamientos personales. Aparecieron algunos coros sutiles, y la voz principal muestra, en comparación con álbumes anteriores, otra emisión.
“Me saturé de escuchar y de cantar tanto folclore”, dice Carlini, quien cantó en los ómnibus durante años. “Y si bien me gusta, hoy en día escucho poco; lo que más escucho son los Beatles, Neil Young, soy fanático eterno de Led Zeppelin y de Black Sabbath. Interpol me gusta entre las bandas nuevas, pero capaz que un poco me quedé en el pasado. A su vez, el disco suena moderno; yo le dije a Riki (Musso, quien grabó, mezcló, masterizó y coprodujo), que quería buscar el sonido de guitarra del último disco de Black Sabbath, el bajo y la batería de Interpol, pero con la manera nuestra de hacer los temas”.
“Nos dimos el gusto de hacer lo que quisimos, sin pensar en la consecuencia de los fieles seguidores. El corazón está puesto ahí, pero no podemos hacer lo mismo de antes”, explica Carlini. “Y pienso que es el disco en el que logramos mejor sonido hasta ahora”.