"Es muy loco haber decidido exponer todo. Me costó un poco. Y no tanto: a veces me veo y tengo 19, no es que tengo 50. Yo me veo como que viví una vida…”, dice Simona Bustelo antes de dejar la frase ahí, interrumpida, colgada, como si algo en la pausa fuera a llenar lo que no quiere decir. Está a punto de repetir la palabra “intensidad” que aparece una y otra vez a lo largo de la charla, pero entonces frena y, a semanas de haber estrenado sus primeras canciones, dice que todo es “fuerte”.
“Es fuerte exponer y recibir amor de la gente, que conecten con lo que quiero transmitir, ver que las puertas se abren”, cuenta a El País. “Estoy sintiendo mucha abundancia, tratando de vivir el hoy y poniéndole mucha energía por mis sueños. Para que sigan así, floreciendo”.
Con 19 años y una fuerza que parece venir de la tierra, Simona Bustelo es una de las voces más originales que ha dado el último tiempo de la canción de autor nacional. Lanzó su primer EP, Florecer flores, y lo presentará mañana a las 21.00 en el Teatro Ducon con banda completa e invitados (reservas al 099013220).
Hay algo desconcertante en la personalidad de Florecer flores, una exaltación adolescente que arranca chispas al choque de una robusta convicción, y se traduce en seis canciones que suenan a carne viva.
Los primeros versos del EP dicen esto: “De tanto sentir siento que estoy sintiendo. Todo es tan intenso, todo me explota adentro”. Y de eso va la base de Florecer flores, del registro de un proceso vital que todavía la representa, que ya está cerrado, que aún late.
Bustelo viene de familia melómana, de una casa de El Pinar; de los Buenos Muchachos y Etta James y Nirvana y el rock inglés; de las clases con Berta Pereira y Camila Sapin y Papina de Palma, de su carrera en curso en el Conservatorio Sur, pero sobre todo de aquella vez que escuchó por primera vez un éxito de Adele.
Tenía nueve años. Hasta entonces la creatividad y el histrionismo habían estado al servicio de la danza, del ballet. Y de repente apareció “Someone Like You”. Simona cantó como nunca había cantado la música hasta entonces. Fue el comienzo, dice, de un viaje “reintenso” que espera nunca más frenar.
De por qué su hablar sereno y sabio se expande a la hora de cantar, como si otra voz rompiera las paredes y trepara desde lo hondo e hiciera fuerza por salir al mundo, Bustelo dice que también es ella, “pero en otro puente”. “Cantar es una manera de sanar, por eso hay una retransformación de mi personalidad. Todas mis canciones salieron de procesos reales, son todas muy sinceras y por eso tienen esa fuerza, ese poder. Que cuando hablo no está, pero después, cuando canto, hay un exorcismo”.
Luego dice: “He transitado la vida con muchísima emocionalidad, desde muy niña. He vivido momentos de mucha ansiedad, procesos en mi preadolescencia de mucha oscuridad, mucho dolor, poca llegada de las cosas que yo quería. El álbum se llama Florecer flores porque es el florecimiento de todo eso que yo quise; fue como aguantar, porque realmente iba a poder ser yo. Y ahora lo estoy logrando”.
—Durante esos procesos oscuros, cuando parecía que no entraba la luz, ¿la música te salvó?
—Siempre. Es la luz la música en mi vida. Todo el tiempo está ahí. Escuchar a otros artistas y sentirme abrazada por ellos, y ahora por mis canciones… No podría no tener.
—¿Y qué esperás ahora?
—Espero que siga viniendo un poco de lo que hay, eso de seguir el camino que voy viendo que preciso transitar. Espero seguir componiendo y que mi música sea escuchada por la gente que necesita escucharla. Tratando de no ponerme una meta, más en el contexto del país en que estamos; quiero ser coherente, no quiero una búsqueda de la fama, sino estar yo misma orgullosa del camino que transite. Llenarme de mí. Y seguir. Recién empiezo.