Federico Lima está liberado. A siete años de su disco más exitoso, el Mini glorias que le trajo cuatro premios Graffiti incluyendo el de álbum del año, el músico está de vuelta y celebra, por fin, haberse desprendido del peso de Socio. Lo que alguna vez fue un alter ego, la máscara en la que acomodar sus inquietudes musicales propias, hoy es, de una vez por todas, una banda. El proceso de transformación fue áspero, pero tiene un resultado que hace que todo valga la pena.
El viernes, Socio lanzó Lo sabremos al final, un álbum de rock y de corte político (no partidario) que representa una vuelta al origen. Hay, en este nuevo sonido de Socio, alguna reminisencia de Loop Lascano, aquel proyecto de Lima que le aportó uno de los últimos himnos al rock uruguayo: “Gris”. También hay un homenaje velado a Jaime Roos y “El hombre de la calle”, un clásico.
“Es una vuelta a las raíces para todos”, dice Lima en charla con El País. Habla por Sebastián “Sebo” Delgado, por “Checo” Anselmi, por Gerardo González y Santiago Juan, sus compañeros en esta aventura que ahora es más colectiva que nunca.
Lo que pasó entre Mini glorias y Lo sabremos al final fue, justo, eso. Lima quería que Socio se consolidara como banda y le abrió las puertas de la composición a sus compañeros, que para 2019 hicieron una ofrenda de melodías que no llegó a ningún lado. Hubo juntadas y charlas, hubo rispideces y tensiones, hubo música nueva —“Kung Fu / Breakdance” y el trabajo de reversiones Socio de cámara— y hubo búsquedas.
En ese trayecto, lo que costó más fue llegar al consenso para abrazar el rock. Mini glorias, que había tenido un buen funcionamiento entre el público y los medios, era un material decididamente pop, pero Lima ahora tenía otras necesidades.
Al final, la pandemia y el encierro cambiaron todo: los vínculos, la mirada al entorno, el sonido. Entonces apareció Lo sabremos al final: un disco con inquietudes, con teclados que aportan otro vuelo, y donde el “yo” le dio paso al “nosotros”.
“Todo eso me liberó”, dice Lima a El País. “Me saqué eso de ser yo el Socio, y la banda se transformó y me dejó mucho más libre para aflojarme de algo tan serio y poder chivear de vuelta con la música”.
Por eso, dice, no descarta sacar a futuro un disco con nombre propio. Por eso, también, tiene nuevos proyectos en camino: además de dar clases y de trabajar en publicidad, prepara un dúo de covers noventeros junto al cantautor Sebastián Casafúa, y trabaja con Martín Gil —trompetista y corista de No Te Va Gustar— en un dúo de folclore y spaghetti western. El panorama es así de amplio.
“Creo que a uno cuando crece le cuesta disfrutar de lo que hace de chico. Ahí es más una diversión, y después te ponés más laburante y le agarrás más seriedad. Y me parece que en este momento está bueno volver a divertirse. La pandemia nos permitió salir de ese lugar: había una sensación de que no había nada para perder”, dice Lima sobre esta vuelta a la esencia rockera. “Nos encontramos con la banda desde un lugar de disfrutar, porque todo lo otro, el negocio, se dio vuelta”.
—Transitás la música uruguaya hace un montón de años, desde distintos lugares y en distintos estadíos. ¿Cómo mirás hoy a tu alrededor?
—A mí me gusta lo que está pasando, sobre todo porque hay mucho menos prejuicio que antes. Me gusta mucho el nuevo rock uruguayo, ya se puede hablar de eso, y tengo mucho contacto a nivel de profesor, y veo gente muy joven haciendo cosas en las que yo a esa edad no podía ni pensar. Me parece muy lindo lo que está pasando de reeditar o redescubrir la música uruguaya. También creo que hay un estancamiento a nivel de las estructuras de siempre, del negocio musical. Pero siento que hay un recambio, que estamos en el medio. Cómo va a terminar todo eso, lo sabremos al final. Pero yo celebro lo que está pasando.