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Andrés Antúnez, de las bandas Sin Palabras y Juana y Los Heladeros del Tango, habla de lo que sucederá este sábado y domingo en el Teatro Solís
Eran todos conocidos, colegas y amigos del ambiente y compartían una misma pasión y un mismo trabajo —el del tango—, pero no compartían esfuerzos. Eso hasta que fundaron Sulov, este colectivo tanguero que reúne a varios de los proyectos artísticos que se enmarcan en una nueva forma de hacer y sentir el tango.
Ahora, todos estos integrantes llegan a la sala principal del Teatro Solís con una propuesta que se presenta como “una delicia. Un espectáculo que interpela al tango tradicional y opta por abrir las ventanas dando paso a un proceso de selección de lo que se hereda y lo que no”.
Se trata de Solís a la SULOV, que será mañana y el domingo desde las 20.00; hay entradas a la venta en Tickantel.
Andrés Antúnez, miembro de las bandas Sin Palabras y Juana y Los Heladeros del Tango, e integrante del colectivo Sulov, define a cada uno de los números que tocarán en el Solís. El sábado estarán los Hermanos Hernández, que “están creando los clásicos del futuro”; Sin Palabras que fusiona tango y rock; el dúo Mirá La Rama con un show íntimo, y Juana y Los Heladeros del Tango, que es “puro humor, disparate y frescura”.
Y el domingo será el turno de Morelia, “un dúo de guitarra y bandoneón en plan supercriollo”; Malbaraje, un cuarteto de música “refinada” que transita entre clásicos y temas nuevos; Otros Indios, una propuesta “instrumental y experimental”; y la Orquesta Las Señoras, “un despliegue absoluto de potencia femenina”.
Sobre ellas, Antúnez hace énfasis en que esta es la primera generación de mujeres instrumentistas que tocan tango, ya que estuvieron históricamente relegada a los roles de bailarinas y cantantes en el 2x4.
Renovar lo conocido
“En la historia del tango hay una generación que no existe. Yo conozco gente con la que me formé y tienen de 60 y pico o 70 años para arriba, y estamos los que nos pusimos a tocar después del 2000 y tenemos 40 o 40 y pocos. Y en el medio no hay nada, venimos de una generación perdida. Entonces no puedo pensar al tango como lo pensaba la gente que hoy tiene 70 años”, explica Antúnez.
Y por ahí pasa la esencia de Sulov, que más allá de unir fuerzas para sacar provecho al trabajo colectivo, comparte la inquietud de proponer un tango que dialogue con la actualidad y no perpetúe la añoranza de otro tiemp. A lo cerrado que puede ser el tango desde una mirada tradicional, Sulov le responde con apertura: de integrantes, de sonido, letras y público.
“Yo lo hago porque me gusta y el afán de lo que hacemos de ninguna manera es conservacionista, de: ‘Hay que mantener el tango vivo’. Nosotros nos sentimos identificados con este vehículo expresivo y lo conocemos bien, porque lo hicimos mucho antes de llegar acá, entonces no es como que me pongo una ropa ajena y tengo que ver si me queda bien”, explica el músico. “No, esta es mi ropa. Yo toco tango hace 10 años, me siento adentro y no siento que me estoy cargando una responsabilidad. Al contrario, siento que estoy sacando de encima cosas que ya era hora sacarle de encima al tango”.
—¿Es más disfrute que militancia, entonces?
—Totalmente. Obviamente que hacer el trabajo de producción es un acto militante, pero la música que hacemos la hago porque me copa.
—¿Y cuál es el público al que aspiran poder conquistar?
—Al público que le gusta el tango, en general nos adora. El que es un desafío es el que alguna vez escuchó un tango, le interesa un poco, pero no sabe muy bien. De ese público, del que es medio extranjero en el rubro —porque el tango tiene ciertas reglas, cierta cosa cerrada—, estamos ávidos.