Son abuelo y nieta y comparten escenario hace 14 años: anécdotas de una pasión en común que potenció el vínculo

Popo Romano y Julieta Taramasso hicieron su primer concierto juntos en 2010, cuando la joven bajista tenía siete años, y nunca dejaron de repetir esta experiencia. Abuelo y nieta relatan historias de esta pasión (y profesión) compartida.

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Popo Romano y Julieta Taramasso.
Popo Romano y Julieta Taramasso.
Foto: Leonardo Mainé.

“Tata, ‘poné Coquing Head’”, le pedía Julieta Taramasso (21) con apenas un añito a su abuelo Popo Romano (67), y él sabía que le hablaba de un VHS de los la banda estadounidense Talking Heads que atesoraba en su cuarto musical y a la niña le fascinaba. Ese concierto duraba una hora y media y ella lo miraba completo, con los ojos como un dos de oro, sin siquiera pestañar. Y abrazada al abuelo.

Ese estado de concentración y conexión con la música no eran típicos de una beba y maravillaban a Romano, que observaba (y a veces filmaba) escenas así con admiración, dulzura y mucho amor. Siente lo mismo cada vez que se sube al escenario hace 14 años para tocar el bajo con esa nieta, y compartir esa pasión que los une y los ha hecho desarrollar un vínculo especial.

“De niño generé preocupación en mis viejos porque mientras mis hermanos y mis amigos estaban en la playa o jugando al fútbol, yo pasaba encerrado en mi cuarto a oscuras, en pose de indio escuchando música", confiesa a El País Romano y se le entrecorta la voz. "Mi conexión con los sonidos fue muy potente desde muy chico. Y con Juli se dio ese mismo vínculo. Para mí es fuertísimo. Es orgullo, es potenciar el amor. Es la fascinación por una misma profesión”.

Julieta cuenta que el abuelo no le inculcó el amor por la música, sino que se le metió en el cuerpo de forma orgánica y natural. Cuando ella nació sus padres eran muy jóvenes, así que iba de arriba para abajo con sus abuelos, y encontró en los instrumentos la forma de conectar con Popo.

“En vez de ir a jugar a las muñecas, fue de a poco agarrar la guitarra, el bajo", cuenta Taramasso. "Fue como un juego, un intercambio y una curiosidad de mi parte saber qué era lo que él hacia todo el día. Ni siquiera me mostró lo que hacía, fue sucediendo. No tengo un recuerdo en el que pensara, ‘quiero tocar el bajo’. Fue muy natural”, comenta la hoy bajista de Ana Prada, Luana Persíncula y Kumbiaracha (la cooperativa de mujeres que revoluciona la música tropical).

El primer toque juntos fue en El Galpón en 2010, cuando Julieta tenía siete años. Lo siguieron haciendo y mañana martes a las 21.00 cierran el tercer ciclo de Juli y Popo en El Hormiguero Bar (San Salvador 1644), junto a Mariano Bermúdez y Facundo Balta. Por reservas, comunicarse al 091 488 057.

Es un show íntimo en el que abuelo y nieta arrancan cantando temas propios con dos bajos, teclado y batería, y en el segundo bloque dan paso a los invitados para versionar sus canciones.

Han desfilado artistas de géneros bien variados: los hermanos Cardozo, Malena Muyala, Dani Umpi, Samantha Navarro, Martín Buscaglia, Luana Persíncula y más. El plan es retomar el ciclo en setiembre.

Anécdotas de música y failia

Popo Romano y Julieta Taramasso junto a los hermanos Cardozo en el ciclo de El Hormiguero Bar.
Popo Romano y Julieta Taramasso junto a los hermanos Cardozo en el ciclo de El Hormiguero Bar.
Foto: @poporomano

Romano da fe que a Julieta le brillaban más los ojitos si la invitaba a una grabación o un ensayo que al Parque Rodó. La primera vez que la llevó de recorrida para elegir un buen instrumento de percusión por su cumpleaños, la niña salió de la tienda abrazada a la caja y le dijo: "Es el día más feliz de mi vida".

Julieta guarda en su memoria recuerdos entrañables de cuando acompañaba al abuelo a todos los ensayos y shows. Y de esas tardes enteras jugando con la colección de instrumentos de Popo (hoy son 17 bajos), que adora. "Es la heredera oficial y lo sabe. En algún momento tuve intención de vender algunos y no me dejó", cuenta el músico.

De niña, solía tocar para todos sus compañeros de clase en la escuela, a pedido del profesor de música. "Para mí es alucinante, no sé hacer otra cosa y no quiero hacer otra cosa", resume Julieta sobre su amor por el bajo.

Y a dúo recrean la historia aquel debut en la sala mayor de El Galpón.

"En ese momento Gustavo Zidan era el director del teatro, ella me pidió, 'Tata, vamos a conocer la sala', y coordiné con él para que me abrieran ese lugar enorme. Me acuerdo perfecto de llevarla de la mano, pararnos en el escenario, que prendieran las luces y que la Juli me mirara y me dijera, 'es grande, '¿eh'?", rememora Popo entre risas.

Aquella tardecita, Julieta correteaba por los pasillos, acostumbrada a frecuentar esos ambientes, y hoy asegura que no sintió nervios ante tal inmensidad: "Es inconsciencia pura. Miro ahora a mis hermanos con ocho años y digo, 'no tiene sentido'. Agradezco siempre porque se dio natural y desde el juego. Y eso me generó todas las ganas del mundo de querer seguir investigando y experimentando en la música".

Cuando en 2019 Fattoruso, Romano e Ibarburu hicieron un tercer Teatro Solís, fue Hugo Fattoruso el que le propuso a Popo invitar a su nieta a tocar el bajo. Repitieron la experiencia con el show Abuelos y Nietas en el Solís y luego en Magnolio Sala.

Para ese show, Fattoruso le mandó a Popo un arreglo de un tema muy complejo y le dijo, "quiero que Juli toque la línea melódica", un ejercicio superdifícil.

"Me encuentro con ella y le digo, 'Hugo me mandó esto pero la línea de bajo está brava, si querés hacé la rítmica y yo me encargo de estudiar eso'. Ella me miró con un ojo cerrado y me dice, 'no, lo voy a tocar yo'. Como abuelo protector le dije que la hacía yo: era al unísono con Hugo en el Solís. La hizo ella y hoy me gana por goleada", reconoce orgulloso.

Julieta Taramasso lanzó su álbum debut en 2022 titulado Mundo Imaginario y se apronta para sacar un EP de dos canciones con Sebastián Ulivi. Con Luana actuó en el Teatro de Verano, el Montevideo Late y el Cosquín Rock en Córdoba.

"Soltarla es una experiencia superintensa para mí porque somos sumamente compinches, ella me acompaña a todos lados, en las buenas y en las malas. Es muy gratificante para mí ver su crecimiento individual sin el abuelo al lado", resume Popo Romano.

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