En plena pandemia, el brasileño Chico César encontró en Uruguay el escenario ideal para la creación de su último disco, Belezas Pra Nós. Grabado junto a los músicos argentinos Rojobarcelo y Blanca, el proyecto nació en medio de una situación inesperada, un encuentro casual y la necesidad de crear para buscar un poco de luz en un contexto de absoluta incertidumbre. La historia de este proyecto nacido en José Ignacio sucedió de forma tan espontánea y fluida que cada canción se alimenta del espíritu del momento.
El disco, le cuenta el autor de “Mama África” y “Á Primeira Vista” a El País, no habría existido sin la pandemia. Era el verano de 2021 y las restricciones fronterizas dejaron a los argentinos varados en Uruguay, mientras que César, que había venido para ofrecer dos shows junto a Martín Buscaglia en Medio y Medio, eligió quedarse acá. En su país natal, la oferta laboral para los músicos era casi exclusivamente de conciertos por streaming, y acá los shows se habían reactivado con aforo reducido.
Pero lo que realmente lo decidió a quedarse en Uruguay fue el contacto íntimo con la naturaleza y el ritmo relajado que invitaba a la creación en momentos oscuros. En ese momento, fue invitado a participar de un concierto benéfico por el restaurante La Excusa, de José Ignacio, que se había incendiado con pérdidas totales, y allí conoció a sus colegas argentinos. Entabló amistad enseguida. “Cada día íbamos a la playa, cocinábamos juntos y creábamos música de manera natural”, narra.
El encuentro en la playa y la conexión con el entorno los sumergieron en un ambiente de libertad y comunión con la naturaleza. En esos días de sesiones musicales improvisadas y largas jams surgieron las primeras canciones de Belezas Pra Nós. “Era como si fuéramos seres de un momento antes de la civilización, felices y en sintonía con los animales y la naturaleza“, explica. “Ese lugar, José Ignacio, fue como un personaje más, y las canciones nacieron de esa libertad.”
César describe el álbum como una celebración de la vida y del poder de los encuentros. En lugar de plasmar el peso de la pandemia, cada canción refleja una especie de “alegría por estar vivos”. En las canciones se percibe la huella de la naturaleza uruguaya y del estilo de vida sencillo y comunitario que vivieron en esos meses. “Estábamos allí, felices y conviviendo con los animales y la naturaleza, conversando con ellos y recibiendo los mensajes que nos enviaban. Nos sentíamos como en el paraíso antes de la llegada de Adán y Eva”, asegura.
En ese sentido, el álbum se convirtió en una mezcla de estilos, idiomas y energías que los impulsaron a romper las fronteras de sus propias identidades artísticas. “Me sentí muy libre para dejar de ser yo, o ser un nuevo yo,“ confiesa el brasileño. En un momento, incluso se animó a componer en inglés, a pesar de no hablar el idioma, y compuso “I’m the Wolf” y “I Don’t Say Goodbye”.
Fue un proceso de creación colectivo: César aportaba ideas y los argentinos colaboraban en la traducción y la interpretación de las letras, creando un producto que era tanto de ellos como suyo. Ese es el caso de “I’m the Wolf”, que nació mientras el brasileño iba de camino a visitar a sus compañeros. “Atravesé un bosque y me vino a la mente la imagen de un lobo pequeño, un lobizón amable y bonito. Apenas llegué, tomé la guitarra y empecé a tocar una melodía mientras decía: ‘Quiero escribir sobre esto, pero en inglés’. Les contaba las ideas y las imágenes, y Rojo las traducía”, explica.
El álbum también explora un imaginario único y poético, como el concepto de “El Reino de Urón”, inspirado en una figura real de José Ignacio: un joven que trabajaba en un supermercado y se convirtió en una especie de “personaje invisible” que les despertó la imaginación. “Urón trabajaba descargando las cajas que llegan en camiones y llevando los carros de la gente que compraba en el lugar”, relata.
La intención era buscar la inspiración en los lugares no comunes. “José Ignacio es un balneario frecuentado por personas de la alta sociedad, pero tiene un mundo más sutil e invisible de cierta forma que nos interesó mucho más”, explica. “El propio Urón que trabajaba en el supermercado, los animales, los gatos, los cachorros y las gallinas, eso nos inspiró más. No es que no nos gustara encontrarnos con otras personas, pero en aquel momento era eso otro lo que nos estimulaba más: el encuentro con el lugar un poco invisible”.
La naturaleza de Belezas Pra Nós es igualmente bilingüe y multicultural, con influencias de la poesía en portugués, español y pinceladas en inglés. Es una fusión de estilos que incluye una colaboración con La bomba del tiempo, numerosos elementos de la música brasileña y una atmósfera psicodélica que recuerda a los Beatles de la época de Magical Mystery Tour. “El disco es como una olla mágica en la que se mezclan varios ingredientes”, describe.
El álbum será presentado este domingo a las 20.00 en la Sala del Museo, y será un evento significativo que traerá las canciones de regreso a su país de nacimiento. Las entradas se venden en RedTickets.
César promete un espectáculo donde las canciones de Belezas Pra Nós convivirán con otros temas emblemáticos de su repertorio y el de sus compañeros. La velada contará con la participación de una banda argentina, lo cual promete un encuentro musical tan ecléctico y emotivo como el proceso de creación del álbum.
Belezas Pra Nós se construyó a partir de la conexión con un país que, en palabras de César, se convirtió en “una segunda casa” durante aquellos meses difíciles. La sensibilidad que se palpa en las letras y la música habla de un encuentro trascendental que celebra el aquí y el ahora. Al final, es el testimonio de cómo, en un momento de crisis global, el arte siempre encuentra una manera de conectar y sanar.
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