ENTREVISTA
La banda de música tropical festejará sus 25 años el 11 de diciembre en el Teatro de Verano. Su fundador Guillermo Píriz charló con El País
Qué tiene Sonido Caracol que se ha convertido en uno de los principales exponentes de la música tropical nacional o de la llamada “cumbia del interior”, y que ha sido banda sonora de muchas generaciones y un fenómeno popular sobre todo del Río Negro para arriba, está contestado en uno de sus éxitos, “Qué tiene la noche”. Una cadencia misteriosa, una cancioncita que se vuelve pegajosa y una dulzura contagiosa son sus tres pilares indiscutibles.
Sin embargo, además de la cadencia y lo pegadizo y la dulzura; además de la mezcla de cumbia, romance y raíz folclórica y de unos cuantos hits, Sonido Caracol tiene 25 años de recorrido, de trabajo y de firme defensa de una identidad. Eso explica a El País el bajista y cantante Guillermo Píriz (en la foto, izquierda), fundador del proyecto junto al carismático Chacho Ramos, antes del show en el Teatro de Verano.
Caracol celebrará su cuarto de siglo el viernes a las 21.00: las entradas están en Abitab y los invitados serán Chacho Ramos, claro, Miriam Britos y Lucas Sugo. Promete una treintena de temas y diferentes climas.
-¿El éxito y la perdurabilidad de Caracol tiene que ver con no haber sacrificado su esencia?
-Totalmente. Pienso que los productos para trascender y perdurar en el tiempo tienen que tener una identidad, no pueden ser una copia de algo o una cosa que sea hoy de una manera y mañana de otra. Tiene que tener una forma determinada que la gente identifique aún antes de que empiece a cantar el cantante. Eso para mí ha sido lo más importante.
-Y lo han logrado a pesar de haber cambiado de cantante principal.
-Sí, hemos tratado de que los cantantes se arrimen a lo nuestro, pero no podés pedirle a nadie que no sea él mismo; tiene que haber un acuerdo entre las partes. La mitad de la historia de Caracol la hemos hecho con cantantes que no son los de inicio. Originalmente cantaba el Chacho Ramos y yo, que siempre he oficiado un poco de soporte; ya pasaron 10 años de su salida y hemos logrado sostener un montón.
-¿Qué buscaban juntos cuando armaron el proyecto Caracol?
-Más allá de que nos gustaba la música y de esa energía que te da tener 20 años y querer hacer cosas, ya cuando iniciamos Caracol, lo que intentábamos era que se transformara en un medio de vida. Eso, teniendo en cuenta las condiciones de vida que teníamos nosotros, ya era un proyecto bastante ambicioso: pretender vivir de la música... Pero a los tres o cuatro años vimos que era totalmente posible; empezó a tener cierta repercusión y a ganar espacios que nos permitieron ver que era posible encararlo como empresa.
-Cuando tuvieron claro que había que lograr algo funcional para poder conseguir ese éxito, ¿cómo se llegó a este sonido característico?
-Confiaba muchísimo en la gran afinidad musical que teníamos el Chacho y yo. Sabíamos que no podíamos salirnos de ciertos parámetros, que no podíamos complicar demasiado los arreglos. Porque previamente habíamos tenido otro grupo, que tal vez era mucho más elaborado y no logramos lo que queríamos. En ese sentido, las cosas más importantes las logramos sin tenerlas muy pensadas. Siempre digo que cuando uno empieza a pensar que logró cosas, que es importante, es un mal síntoma. Porque las cosas se van dando sin darte cuenta de dónde estás parado; estás haciendo lo de siempre y la gente te abre puertas. Y yo sentía eso en un momento: que se nos iban abriendo puertas y nosotros no hacíamos nada más que lo que hicimos desde el primer día.
-¿Cuál es el show más importante que diste con Caracol?
-Viste que se dice que uno no es profeta en su tierra, y a nosotros no nos pasó eso. Éramos muy impulsados por la gente de nuestra ciudad y nuestro departamento, hacíamos un baile y se agotaban las entradas en momentos en que no éramos tan conocidos en otros lugares. Entonces si bien hemos tocado en todos los lugares, desde una escuela de campaña al Conrad, para mí los toques más importantes son los que hice en mi propio pueblo, en Sarandí del Yi. Y una de las mejores cosas son los vínculos personales que lográs con esto, los amigos que he hecho; eso, en estos 30 años que llevo tocando, no me deja de emocionar.
-En el vínculo con Montevideo hay dos o tres canciones que han sido claves: “Qué tiene la noche”, “Una copa de más” y “Sol negro”, al menos. ¿Qué pasó con esos temas?
-Increíblemente en un país tan chiquito como este hay algunas diferencias bastante acentuadas entre el interior y Montevideo, y los productos musicales son una muestra de eso. Porque cuando logramos empezar a venir acá ya teníamos años de vida y una agenda armada de seis meses para adelante sin tocar nunca en Montevideo. Después la gente que produce eventos empezó a darse cuenta que la mitad de Montevideo tiene gente del interior, que los que estudian son del interior, entonces entramos a Montevideo por las fiestas de las facultades a las que iban dos, tres mil personas, y eso tuvo mucha repercusión hacia los boliches, hasta que se armó un circuito de boliches estilo interior. Algunos muy bien montados, otros imitaciones que no eran tan así (se ríe). Después hemos tenido altibajos, pero nunca paramos de trabajar. Caracol siempre fue fuente de trabajo para 10 o 12 personas.
-Este año tuvieron que suspender una gira nacional por los 25 años. Después del show en el Teatro de Verano, ¿qué viene para Caracol?
-Seguir. De esta pandemia hay que sacar algo positivo, nos tiene que dejar algo positivo. Lo he estado pensando, encarar de otra manera esto; mejorar el producto y tratar de no armar una agenda tan cargada sino tocar menos, y que cada vez que lo hagamos quedemos conformes y que no sea solo porque necesitamos laburar. Este año o dos años que creo vamos a pasar sin tocar, nos tiene que dejar como cosa positiva generar actividades paralelas que te permitan sostenerte aunque pases un mes sin tocar, y eso es lo que va a asegurar que esto perdure. Eso nos tiene que dejar esta enseñanza de no exigirle tanto a Caracol.
-¿Qué ha sido lo más difícil de impulsar un proyecto como este?
-No sé, a mí me cuesta -tal vez porque ya estoy un poco viejo- ponerme a pensar en lo negativo. Pero sí hay cosas jodidas; sabido es que vivimos en un país que está en deuda con el tema cultural, más que nada en el interior. En los departamentos del interior hay una falta bastante grande en relación a ofrecer espacios que le permitan a los jóvenes desarrollarse en distintas actividades. Yo me sentía mal de no hacer algo al respecto y en algunos momentos me tomé la molestia de ir a distintas entidades nacionales para poder impulsar proyectos relacionados con la música, me he juntado con gente que sabe más que yo y lo he llevado allá, para que la Intendencia apoye, pero lamentablemente no he tenido mucho eco. Eso es una cosa que nosotros tenemos que cambiar. ¿Por qué te lo digo como una cosa negativa? Porque los jóvenes después te ven como una referencia musical y necesitan alguien que los oriente. Veo muchísimo eso en el interior y tengo como una deuda que de alguna manera voy a intentar pagar, hacer algo que le sirva a los jóvenes.