Luciano Pereyra llega con su valija al lobby del hotel. En pocos minutos vuelve a Argentina, pero todavía le queda mucho por hacer en Montevideo. Se sienta, saluda y pide un café (con azúcar) mientras, a pocos metros, sus fanáticos lo esperan para pedirle un autógrafo, una foto, un video o cualquier recuerdo de su visita.
El argentino, que se ha convertido en un habitué del Uruguay desde su primer disco, Amaneciendo (1998), no tuvo un momento de descanso en esta corta pero intensa gira promocional por su próximo show, el sábado en el Antel Arena. Hay entradas por Tickantel desde 1.900 a 3.900 pesos.
“Ahora tenemos el encuentro con los fans”, dice Pereyra con la templanza que lo caracteriza y una voz que no se ha cansado pese a haber dado entrevistas desde las nueve de la mañana. “Siempre están al pie del cañón, no solo en los conciertos o a la espera en el hotel. Hacen obras solidarias dignas de destacar”, comenta.
Por eso, el artista que presentará su disco Hasta el alma e interpretará sus éxitos, dice que no tiene mejor manera de agradecerles que cantando.
“Creo que las canciones son un puente directo al alma que toca esa fibra que te hace reír, llorar, extrañar, amar. Y en un concierto lo disfrutás con el que tenés al lado porque no hay ideología política, bandera de fútbol, nada. Y yo tengo la bendición de estar arriba del escenario y ver otro espectáculo. Tengo un palco vip para ver a los fans que antes venían con sus padres y ahora vienen con sus parejas o sus hijos. Tener la posibilidad de ver ese espectáculo, es para agradecer a Dios todos los días”, comenta.
Hasta les compuso el tema “Fanático”. “Se la debía a los fans. Porque ellos tienen muchas fotos que a mi celular le faltan, se tatúan mi nombre y no sé si mañana los volveré a ver. Hay una comunión muy linda gracias a la música”, dice.
Aunque no lo parezca, Luciano Pereyra ya tiene 25 años de carrera. “Un cuarto de siglo, qué lo parió. Es mucho”, comenta entre risas. “Son muchos años de giras, aviones, hoteles, ciudades, pero también son años de vida. La música ocupa un lugar importante en mi vida, pero no es toda mi vida. Pero el poder hacer lo que me gusta desde hace tantos años, poder trabajar de lo que me gusta, y encima poder compartirlo con la gente, es hermoso”, dice.
—En el disco Hasta el alma tenés varias colaboraciones. Una de ellas es “Si fuera tan fácil”, compuesta junto a Palito Ortega. ¿Cómo surgió?
—Estaba con Horacio Guarany en Luján y fuimos a la casa de Palito Ortega. Allí nos preguntó qué estábamos haciendo, Horacio la música de una película, yo le dije que escribiendo cosas, y me tiró la melodía y las dos líneas del estribillo de una canción que había empezado a escribir. No me pude sacar la melodía de la cabeza, íbamos en el auto con Horacio y esas dos líneas las seguíamos cantando y repitiendo. Escribía la canción en mi casa pero no me convencía y la borraba. Tuve una pelea interna con la canción durante seis años. El año pasado le pregunto a Palito si podía escribir la canción y me dijo: “Hacé lo que quieras”. Termino la canción, lo llamo y después de mucha insistencia aceptó que la firmáramos entre los tres, con Andrés Castro. Hoy puedo decir que compuse una canción con Palito Ortega. Es muy loco, pero a la vez muy mágico. Esta canción que tenía tantos años, estaba en el germinador y no podía florecer, de repente sale y ese es el resultado, estoy muy feliz.
—Empezaste hace 25 años, ¿cómo ves la evolución de aquel chico que cantaba folclore y hoy colabora con Pedro Capó o Luis Fonsi?
—Mi primera canción, “Desde que tu te has ido”, es una balada, pero el disco tenía una raíz folclórica muy fuerte y nunca me alejé del género. Fui evolucionando con mi música, y la raíz del folclore la sigo regando, es como un árbol que va creciendo. Y seguir regando mi raíz musical folclórica hace que me dé la posibilidad de hacer música con Carlos Vives, Agustín Casanova, Pedro Capó, o girar en Puerto Rico, Colombia, Venezuela o Perú. La música no es un solo género, sobre todo hoy que es global. Mercedes Sosa siempre me dijo que haga lo que quiera. ¿Quién va a negar que por cantar en otros idiomas o rock de Charly García o Fito Páez, Mercedes Sosa no es folclore? Más folclore que Mercedes Sosa, no hay.
—¿Qué se mantiene de aquel Luciano de 1998?
—Lo que soy, todavía no tenemos un repuesto. En mi primer disco había una sola canción de mi autoría, ya en el tercero había tres o cuatro. No es que me dieron más ganas, empecé a vivir, a crecer y entender más cosas de la vida. Desde hace un par de discos a hoy, todas las canciones son mías, y empezás a componer e interactuar con otros artistas y compositores. Si te pasa algo en la vida y lo expresás, capaz que al colombiano, al boricua, o al peruano le pasó lo mismo, pero lo dicen de otra manera. Poder nutrirme de otros autores y compositores es enriquecer la esencia de ese Luciano original. Es no frenar, porque hasta los momentos de ocio son necesarios. Vivimos en un mundo muy acelerado y trato de adaptarme, pero hay cosas que no puedo cambiar porque no forman parte de mi esencia.
—¿Qué te mueve para seguir componiendo?
—El cantar. Empecé a cantar jugando. Después se transformó en una responsabilidad y un trabajo, pero tengo dos horas que son los conciertos donde estoy jugando. Ahí vuelvo a ser un niño otra vez, y encima hay un montón de gente que viene a jugar conmigo, entonces se arma un gran juego entre todos, escuchando música y cantando. Me mueve el poder crear, desahogar y desnudar el alma a la hora de escribir canciones. También el desafío de los nuevos ritmos, de trabajar con nuevos autores. Soy bastante curioso y no me gusta quedarme quieto. Si a un pintor le das un solo color para que haga un cuadro, lo limitás: en la música pasa lo mismo. Habiendo tantos géneros, ¿para qué te vas a limitar?
—¿En algún momento te sentiste encasillado?
—Sí, claro. A veces no sabés qué escribir, no te sale nada, te sentás con la hoja en blanco y es horrible. Y cuando sale es ese desahogo que por ahí no mostrás a nadie o no grabás nunca. Igual, yo no creo en la suerte, creo en el trabajo, así las cosas suceden. Vi trabajar a mis padres toda la vida para cumplir sus sueños, me enseñaron eso y si hubo suerte, la acompañé con laburo. Tomo mis clases de canto, de foniatría, eso para mí es muy importante, pero cuando tiene que llegar el momento, el soñar despierto, el trabajar el sueño, es mucho más placentero. Después hay cosas que escapan de uno, pero yo me preparo mucho para un concierto. Termino fundido pero di lo mejor, y como en cualquier trabajo, llego a mi casa y me saco los zapatos. Me gusta mucho irme de gira porque me gusta volver, disfruto los viajes, las previas, las giras de promoción.
—¿Y cuando se terminan esas jornadas de adrenalina?
—Cuando se baja el telón me voy a casa. Disfruto de mis perros, mis árboles, mi familia, mi novia, el asadito. Esa es toda la energía que necesito para volver a salir.
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