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Comenzó bajo el amparo de Disney, pero hace rato que el fenómeno de Tini se sostiene en las cuatro letras de su nombre y en una cantidad de canciones de éxito asombroso. Es la artista pop argentina más convocante de la actualidad, se impone en las listas de las plataformas digitales y este viernes demostró que una buena parte del público uruguayo, sobre todo el más juvenil, está rendido a sus pies.

Tini Stoessel, de 25 años y 18.8 millones de seguidores en Instagram, actuó ayer en el Estadio Centenario para unas 46.000 personas. Es la primera mujer en haber cantado en solitario en el mayor de los escenarios deportivos del país, y la primera solista en lograr el sold out en ese recinto desde Paul McCartney en 2012. El británico Ed Sheeran también había vendido todos los tickets en 2019, cuando actuó solo para la Olímpica.

Originalmente, Tini iba a hacer un espectáculo de esas características, pero la demanda fue tal que el panorama se amplió. Con el escenario ubicado sobre la América, el show producido por AM Producciones repletó el campo de juego, la Olímpica y las dos cabeceras. Es un logro que no puede discutirse con gustos ni subjetividades.

Las inmediaciones del Parque Batlle habían estado concurridas desde las primeras horas, con fans que llegaron bien temprano vivir un día especial. Todo se tiñó de rosado y de brillos, el código de vestimenta que marcó esta fiesta del pop: lo único que interfería con la marea rosa eran, cada tanto, algunas prendas negras, y los destellos de las vinchas luminosas que se vendían en las inmediaciones.

Luego de que la local Meri Deal templara a la audiencia con un set extenso, Tini apareció en escena a las 21.30 para hacer un espectáculo de primera línea y llamativa precisión. La propuesta fue la réplica exacta de la de su gira actual: cada tema, cada gesto y cada movimiento estuvieron calculados y perfectamente sincronizados con bailarines, músicos, visuales y los golpes de efecto necesarios para impactar. No hubo nada librado al azar: en la maquinaria Tini no hay margen de error.

La argentina abrió su noche con una breve performance en una batería de uso exclusivo, y luego le dio paso a "Te quiero más", su colaboración con Nacho. Entonces vinieron una hora y 45 minutos de hits distribuidos en cuatro bloques, cada uno con su correspondiente atuendo. Primero, de corset y volados, interpretó un repertorio con influencias latinas y ciertas inflexiones de raíz, y entonces un estadio entero coreó eso de "amor de tango nunca muere" y vio, mientras sonaba "Duele", un cuadro de baile inspirado en el 2x4 pero vestido de ropas Y2K, esa tendencia que recupera aquellos estilismos del año 2000. 

Después, con un conjunto de transparencias y brillos, hizo su set de baladas y se emocionó en el diálogo con la audiencia. Bajó del escenario, tocó manos, recibió un Pabellón Nacional, se envolvió y lo mantuvo en sus hombros todo el rato que duraron las lentas. Fue turno de agradecer, entonces, el cariño de sus fanáticos y fanáticas. Los gritos de respuesta fueron eufóricos.

Luego se transformó en una mujer urbana con campera de cuero y una seguidilla de remixes que llevaron algo de pulso electrónico al lugar. Para el cierre quedó el monocromo: todo en el escenario fue rosado, y todo lo que sonó fue lo que define su momento actual. "La Triple T", "La loto", "Bar" y "Miénteme" fueron las vedettes de un tramo final que incluyó fuegos artificiales, promesas de pronto regreso y ni un solo bis.

Con la cantante por encima de todo pero con sus facetas de bailarina y actriz a flor de piel, Tini tuvo su noche consagratoria en Montevideo. Fue un regreso triunfal que convirtió el Estadio Centenario en una pista de baile que, en el centro de las miradas, tuvo a una estrella en su mejor momento y, alrededor, a una multitud que la elige, la aclama y la sostiene en la cima.