Treinta preguntas por los 30 años de No Te Va Gustar, de "No era cierto" a viejas cábalas y nuevos sueños

Antes de tocar en la Rambla, Martín Gil y Emiliano Brancciari repasan 30 años de No Te Va Gustar en 30 preguntas. ¿Cuál es su canción más hermosa, qué les critican y qué sueños les quedan por cumplir?

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No Te Va Gustar en la gira de festejos de sus 30 años.
Foto: Difusión

Los No Te Va Gustar cerraron anoche una seguidilla de cuatro Movistar Arena con entradas agotadas en Buenos Aires, y ahora volverán a Montevideo para ultimar los detalles de eso que harán el sábado en la Rambla de Punta Carretas: una fiesta, el concierto más largo de sus vidas y un cierre de gira, sí, pero también la concreción de un abrazo histórico con la ciudad que los vio formar un grupo y después los vio explotar, recorrer el mundo, caerse, levantarse, hacerse gigantes, convertirse en emblema.

El tour de los 30 años se abrió el 3 de febrero en Atlántida, Canelones, se extendió por más de 70 fechas (la mitad en Argentina, el resto entre las Américas y Europa incluyendo nuevos destinos como Copenhague o Dublín), y se cerrará 10 meses después, otra vez a unos metros del Río de la Plata, el pedazo de agua que los acuna y que une sus dos casas.

Antes de dar el golpe final, Martín Gil y Emiliano Brancciari charlaron con El País para contestar 30 preguntas por los 30 años de No Te Va Gustar.

—Si cierran los ojos, ¿cuál es la primera foto de esta gira que se les viene a la cabeza?

Martín Gil: El concierto con el que iniciamos la gira en Canelones, que estuvo impresionante, con ese clima de verano… Es lo primero que me vino.

Emiliano Brancciari: Se me fue la cabeza a Ecuador, no sé por qué. Al show de Cuenca, a ese camarín. No tengo idea por qué (se ríe). Cerré los ojos y me fui.

—¿Qué es lo más loco que han vivido en esta gira, y que no necesariamente tiene que ver con el escenario?

Emiliano: Suspender tres veces Vélez, eso fue reloco. La primera fue por culpa del club, porque no nos respetaron el contrato. Nos pasó por arriba el fútbol, y no había nada que pudiéramos hacer. O sea, podíamos arrancar un juicio, pero perdíamos de cualquier manera. No nos daba ningún tipo de victoria. No solucionabas, te quedabas sin show, todo era peor. Nunca nos había pasado algo así.

—¿De qué se dieron cuenta cuando empezaron a preparar esta gira? ¿Se les reveló algo?

Martín: Nos dimos cuenta de la cantidad de canciones que no veníamos tocando y que teníamos ganas de tocar, y lo que se agrandaba la lista...

Emiliano: Y de que hay algunas que quedan por el camino, que están en los discos pero que quizás no vamos a volver a tocar nunca más, por diferentes motivos: porque ya no te representan, porque el sonido actual de la banda no les ayuda, porque no generan demasiado...

—¿Cómo encararon el armado del repertorio central para este tour de los 30 años?

Emiliano: Empezamos a traer canciones que fueron importantes en su momento para nosotros, y que no estaban siendo tenidas en cuenta porque vinieron otros discos y otras canciones se convirtieron en clásicos, pero que cuando teníamos dos o tres discos, eran los clásicos.

—¿Hay algún gusto personal?

Martín: (Se ríe) Todas son gustos personales…

Emiliano: Son todos gustos personales que fuimos discutiendo, y que te llevan a lugares, a momentos muy lejanos. Entonces son decisiones personales que van acompañadas de las voluntades de todos los demás.

—Pensando en eso, ¿qué dice de No Te Va Gustar que hoy estén abriendo con una canción como “Déjame bailar”?

Emiliano: Que este fue el punto de partida, la primera canción que sonó en una radio, la que nos abría esa puerta a la salida del under, la que sonaba en la cortina de Omar Gutiérrez…

Martín: Eso ayudó mucho en el interior. Fue de los primeros videos que filmamos también, en la discoteca Milenio…

—¿Y qué dice el hecho de que en los bises haya por lo menos dos o tres canciones del último disco, Luz, a pesar de que es un momento del show que suele estar destinado a los hits?

Emiliano: Nos pasa que estamos haciendo los bises preguntándole a la gente qué quiere escuchar, y vemos que canciones del último álbum las canta todo el lugar, y eso significa vigencia y que hay un montón de gente joven, renovación, público nuevo. A mí me pasó la otra vez, que lo hice una vez y nunca más, que no sé por qué se me ocurrió preguntar, en el Hipódromo de Palermo el año pasado o hace dos años: “¿Alguien nos viene a ver por primera vez?”, ¡y levantó la mano un montón de gente! Y eso está buenísimo…

Martín: Y otra cosa que sucede es que canciones que para nosotros son más “el presente”, ya son el pasado de buena parte del público. El camino más largo o Por lo menos hoy, de 2008 o 2010, son los primeros discos de buena parte de nuestro público actual. Para ellos “Déjame bailar” es como la prehistoria, y eso en los conciertos se ve clarito.

—¿Hay algo de los recitales que los esté sorprendiendo?

Emiliano: (Piensa) No, no en particular. Que disfrutan de un montón de rato de música, porque la verdad es que son shows largos, largos, ¿viste? Yo me muero si voy a ver a una banda y toca tanto rato. Pero la gente se va contenta. Cansada (sonríe), pero contenta.

—Y en lo personal, ¿hay algún momento del show que estén disfrutando especialmente?

Martín: En esta gira, cada día que pasa cobra más sentido “No era cierto”. Es como que la escucho y cada vez me cierra más, cada vez me pone más contento, me genera un montón de satisfacción; porque es como un balance del concierto y por todo lo que significa: todo el trabajo, el esfuerzo, todo lo que pasó en estos años. Es como que te viene un poco de eso y la sensación linda de saber que siempre te esperan, que siempre tenemos a dónde volver, que es algo que se repite una y otra vez, y me da mucha satisfacción. En vivo “No era cierto” es una confirmación de que realmente valió la pena. En ese momento, todo cobra sentido.

—Esta gira les dio algunas primeras veces, como sus debuts en Dinamarca e Irlanda. ¿Qué se trajeron de esos países?

Emiliano: De Irlanda no mucho porque se atrasó el vuelo, llegamos muy tarde, nos dio para bañarnos e ir a probar sonido, tocar, dormir un rato e irnos a Copenhague. Estuvimos 15 horas. Tendríamos que volver…

Martín: Pero el concierto estuvo muy, muy bueno. De hecho, de esa gira europea fue uno de los que más arriba recuerdo.

Emiliano: Y en Copenhague nos quedamos un día y medio más, andando en bici, conociendo los canales; estuvo alucinante.

—También tocaron en muchos lugares de América Latina, pero eligieron grabar y lanzar como disco el concierto en Bogotá. ¿Por qué?

Emiliano: Mirá, Colombia es un territorio al que fuimos bastante tarde y fue muy rápida la conexión con la gente, ¿viste? Así, tan rápido, nos pasó en Paraguay y en Colombia. Iba gente a esperarnos al aeropuerto, cosas a las que no estábamos acostumbrados. Y cuando anunciamos este show, que era grande, el apoyo fue automático, y queríamos sacar un especial antes de que terminara la gira, y esta era la posibilidad de mostrar acá abajo lo que nos pasa por allá arriba.

—¿Mantienen alguna cábala o ritual antes de salir a tocar?

Emiliano: No, ya no. De chicos sí, teníamos varias...

Martín: Cuando tocábamos en el Teatro de Verano íbamos al barco vikingo. Era la previa del Teatro de Verano exclusivamente: íbamos a probar sonido y antes de irnos a bañar a casa…

Emiliano: Había que ir a sufrir un ratito al barco vikingo.

No Te Va Gustar grabando "Este fuerte viento que sopla". Foto: Archivo NTVG

—¿A qué se parece el momento antes de salir al escenario? ¿Cómo pueden describirlo?

Emiliano: Uy. (Piensa) Se parece a encontrarte con alguien que no ves hace tiempo y estás esperando que llegue. A alguien con quien te vas a encontrar y le vas a dar un abrazo, ¿viste?

Martín: Sí, buenísima la imagen.

—¿Y el después?, ¿la sensación inmediata que viene después de bajar del escenario?

Emiliano: A qué se parece… (Sonríe) Sí, a después del sexo. Algunos se fuman un pucho, estás todo transpirado…

—¿Cuál es la canción más hermosa de todo el repertorio de No Te Va Gustar?

Martín: Qué difícil... A mí en lo personal, “Josefina” en particular me parece una canción hermosa, transmite belleza, me da algo muy dulce.

Emiliano: Qué sé yo... A mí “Clara” me tiene podrido, pero si tuviera el cerebro fresco podría elegirla. No es la que más me gusta, no es la que más me enorgullece, pero…

Martín: Después, “Austro” me genera algo muy especial, que me pasaba con “Prendido fuego”. Tiene esa cuestión de epifanía.

Emiliano: Sí, mi top 3 de canciones es “No era cierto”, “Prendido fuego” y “Mi ausencia”.

—¿Y cuál es la canción que más los ha sorprendido en cuanto al recorrido que tuvo?

Martín:No era cierto”…

Emiliano: (Interrumpe) ¡"No era cierto" yo no puedo entender cómo hay pibes jóvenes que se la saben entera, o sea, no entiendo! No entiendo dónde la escuchan, cómo la escuchan, tampoco es que la grabación del primer disco sea algo que te conmueva, no sé. La universalidad de esa canción me sorprende, por más de que me encanta y nos encanta. ¿Entendés que pregunto “a ver quién nos vino a ver por primera vez”, un montón de gente levanta la mano, y toda esa gente está haciendo pogo y cantando “No era cierto” desde que arranca hasta que termina? Me impacta.

—¿A qué banda o artista sienten que les deben más, en cuanto a influencia o a piques que le robaron?

Emiliano: A Jaime, seguro.

Martín: Y en cuanto a espacio, a brindarnos una oportunidad y abrimos a su público, a Bersuit. Acá tocamos una vez antes que ellos, en el Teatro de Verano; había tremendo temporal, un pampero infernal que te entraba de frente, y nosotros salimos todos abrigados, porque estaba lloviendo, la lluvia te pegaba fuerte, y tocamos así. Y cuando les tocó a ellos, me acuerdo que salieron con la ropa de show y fue como: uh, así se hace. ¿Eso no fue en febrero del 2000?

Emiliano: No, en febrero fue con La Renga.

Martín: ¿Esa vez que tocamos de chancletas? (Se ríen)

Emiliano: ¡Yo estaba de short de baño! Hacía un calor bárbaro, pero nos chupaba un huevo todo. Como estabas en tu casa, así ibas a tocar.

—¿Hoy, cuál es la crítica que les hacen con más frecuencia?

Emiliano: La gente a la que le da un poquito de celos los nuevos fans, te piden que vuelvas a hacer la música que a ellos los hizo feliz. Y eso no va a ocurrir. Nosotros vamos a seguir avanzando y haciendo la música que nos parece en el momento. Entonces siempre es un querer ir para atrás a eso que te hizo feliz, que ya no existe más. O sea, no va a venir una canción que te genere lo mismo que cuando eras adolescente. A nosotros, que ya lo vivimos todo, nos gusta muchísimo más la música que estamos haciendo ahora.

—¿A qué le dicen que no hoy, con qué no transan?

Emiliano: Bueno... (Piensa) Yo creo que con hacer cosas que artísticamente no nos rindan. En eso, aunque nos dé otro tipo de réditos, ni a palo. Primero tiene que existir la motivación artística. Después vemos.

—Si esta banda tuviera un lema, una filosofía de vida, ¿cuál sería?

Emiliano: Darlo todo, en cualquier cosa que encaremos.

Martín: El compromiso a todo nivel con el proyecto.

—¿Cuál es el mayor aprendizaje que les ha dejado NTVG?

Martín: Que en equipo se llega mucho más lejos. Sumando destrezas, habilidades y defectos también, construís cosas mucho más sofisticadas y tenés muchas más chances de durar.

Emiliano: Tal cual. Y que el bien general es lo que termina beneficiando a los individuos, y eso lo aprendimos, no es que lo supimos siempre. Antes había fricciones y egos y estupideces, pequeñas, pero que existían, y ya hace muchísimo tiempo que no tenemos por qué discutir. Por hacer un ejercicio, pienso en por qué nos pelearíamos y realmente no se me ocurre, porque llegamos a un equilibrio en estos años que hace que ya no existan discusiones. Estamos muy en sincronía.

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No Te Va Gustar durante un recital de la gira de los 30 años.
Foto: Difusión

—¿Cuán seguido se paran a pensar en lo lejos que han llegado juntos?

Martín: Este año en particular nos ha tocado varias veces. Siento que el momento anterior que fue parecido fue cuando hicimos el libro, para los 25 años.

Emiliano: Pero este es el último festejo así, ¿eh? Para mí ya está, esta es la última vez que miramos para atrás. Ya lo hicimos con el libro y el acústico para los 25, y ahora con los 30, pero basta. Ahora es para adelante.

—¿Y cada cuánto se preguntan qué más pueden conseguir?

A coro: Todo el tiempo.

Emiliano: Ahora estamos entusiasmados con el estudio nuevo (NdR: Elefante Blanco cambiará de lugar) y con que el disco que viene esté a la altura del último, o mejor. Nos mudamos y empezamos a trabajar.

—¿Hay algo de este grupo humano que sienten que de afuera nadie imagina?

Emiliano: Yo creo que el humor infantil. Se puede imaginar, pero no al nivel de pavada al que podemos llegar.

Martín: Y el compromiso casi obsesivo con la puntualidad. Quizás es algo poco esperable en un conjunto musical (se ríe)… Acá a nadie se le pasa por la cabeza faltar a un ensayo.

—¿Qué es ser un pedazo de No Te Va Gustar, qué significa?

Martín: A mí me da tremendo orgullo, pienso en eso y se me hincha el pecho, me da como una cosa repositiva. Me da mucha admiración por mis compañeros, eso me vino mucho a la cabeza en este año de tanto balance. Es impresionante la admiración que siento.

Emiliano: ¿Qué es? (Piensa) No sé qué es. No puedo… No puedo salirme y mirar de afuera.

—¿Qué es lo que más extrañan del principio, de aquellos primeros años del barco vikingo y de tocar en chancletas?

Emiliano: El verte crecer, el tocar en un lugar y que a la vez siguiente haya más gente, que te empiece a ir a ver gente que no son tu familia ni tus amigos. Yo no soy tan nostálgico, pero hay un momento que me gustaría vivir de vuelta y es cuando acá ya éramos bastante conocidos y empezamos el crecimiento en Argentina. Teníamos la experiencia de una banda de muchos años, pero estábamos empezando a tocar allá en lugares donde tocaban bandas más amateur, entonces íbamos y te partíamos la cabeza. Tocábamos tres o cuatro bandas en Mocambo, en el Oeste; la gente iba a ver a su banda de barrio y de repente llegábamos nosotros y les volábamos la peluca, y ese boca a boca, ese momento, lo recuerdo con nostalgia; es una de las cosas que más disfruté. Encima en el país que nací, me fui de una manera y vuelvo de otra…

—¿Qué es lo que más orgullosos los hace sentir de este camino recorrido?

Martín: Que en buena parte lo hicimos entre nosotros, sin mucha referencia, pero sobre todo con mucha convicción de que estaban buenas las canciones, que la gente disfrutaba escuchándonos, que cuando nos iban a ver pasaban un montón de cosas. Tenía mucho desafío además porque era todo reloco, pasábamos de un ritmo a otro, era con mucho nervio. Y escuchabas ese rumor que decía el Emi del boca a boca. Era como una especie de Navidad, ¿viste? Siempre una sorpresa positiva.

Emiliano: Y después el romper barreras generacionales y de todo tipo, que venga una señora mucho mayor a decirte que le encanta y vivirlo con orgullo…

Saber que en buena parte esto lo hicimos entre nosotros, sin mucha referencia, pero sobre todo con mucha convicción, nos da orgullo

—¿En qué momento sintieron que estaban en la gloria?

Martín: Lo primero que me viene a la cabeza es estar tocando con Charly (García, en 2015) en Vélez. Que él estuviera ahí, un músico tan admirado, una referencia tan clara para todos nosotros, fue un punto altísimo en nuestra carrera.

Emiliano: Para mí, en el primer Teatro de Verano nuestro, que no lo llenamos, la presentación del segundo disco (Este fuerte viento que sopla) en 2002. Más allá de que no estaba repleto, fue como: estamos en nuestro primer Teatro de Verano. Era todo a pedal. Y los dos Velódromos que tocamos en el medio, también; sentía que estábamos haciendo algo que no había pasado acá. Incluso tuvimos un montón de críticas por eso.

Martín: ¡El Velódromo cuadrado! Era rarísimo porque ibas y cantabas para un lado y después terminabas y te ibas corriendo para cantar en el otro. Y el Chamaco (Abdala, el baterista original) estaba en una tarima que sí era redonda, giratoria, ¡y abajo estaba el primo, el Pepe, que lo giraba a mano!

—¿Con qué se sueña hoy?

Emiliano: Queremos ir a tocar a Japón, a Australia, a lugares que de otra forma difícilmente conozcamos, como la gran cantidad de países a los que hemos ido. Seguimos teniendo ganas.

—Ahora que están cerrando esta gira monumental en su casa, entre Argentina y Uruguay, ¿cómo se ven?

Emiliano: Entusiasmados. Venimos con un show que estamos disfrutando un montón, y saber que hay tanta gente que está esperando esos conciertos como nosotros, después de tanto tiempo, es motivo de orgullo, y por más de que estemos a fin de año, estamos con unas ganas tremendas. Yo estoy durmiendo poco, me despierto a cualquier hora pensando en si pongo este tema antes que aquel otro, o si el invitado no sé qué; estoy en eso, como me pasó toda la vida con las cosas importantes. Estamos cero anestesiados. Y está buenísimo.

El show de No Te Va Gustar en la Rambla

Con un recorrido de casi 40 temas que va desde aquellos primeros hits como "Déjame bailar" y "No era cierto" a canciones de su último álbum Luz (2021), en esta gira la banda visita sus 11 discos de estudio en una apuesta maratónica que redoblarán para Uruguay: según advirtió Emiliano Brancciari, el de la Rambla será el recital más largo de la vida de NTVG.

La noche tendrá dos números a modo de apertura, la rochense Florencia Núñez que acaba de lanzar su álbum Fe, y la banda mendocina Usted Señalemelo. Además, por lo que vienen haciendo en Argentina, donde han compartido escenario con figuras tan diferentes como Soledad Pastorutti o Luck Ra, se espera que aparezcan invitados.

Para el show ya se agotaron el campo preferencial y cuatro etapas de venta del campo general; quedan las últimas entradas en venta en Redtickets, a 1.290 pesos.

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