"Que haya muchas ganas de bailar cuarteto”, responde, sin dudar, Ulises Bueno cuando se le pregunta qué espera de su recital de este viernes en Sala del Museo. El cantante cordobés, hermano del emblemático Rodrigo, debutará en Uruguay en el marco de la gira de celebración de sus 20 años de carrera y llegará con un repertorio repleto de éxitos sumamente bailables.
Ulises, que tiene tres millones y medio de oyentes mensuales en Spotify, lleva publicados 21 discos pero nunca antes había tenido tanta exposición internacional como ahora. Todo se debe a sus exitosas colaboraciones con Rusherking y Big One (“Mentiras”), con Los Palmeras y Emanero (“Atorrante”), y Luck Ra (“Qué sed”). Es más, hace meses lanzó “Sé que no”, que grabó con El Polaco y los uruguayos Matías Valdez y Márama. Todas sonarán este viernes en Sala del Museo.
En la previa del show, va este diálogo con El País.
—El año pasado te alejaste de los escenarios por unos meses para enfrentar lo que definiste como un “momento bastante complicado”. ¿Qué te llevó a hacer esa pausa y de qué forma se modificó tu relación con los shows tras tu vuelta?
—Haber parado me hizo valorar mucho el esfuerzo de la gente por venir a verme. Yo soy una persona muy trasparente y no te voy a mentir: tanto trabajo y exigencia me había hecho perder la importancia que tenía el público en mi carrera. Como trabajaba de martes a domingo y me la pasaba en hoteles y aeropuertos, vivía rodeado de multitudes que querían verme. Pero yo necesitaba descansar. Y bueno, en ese momento empezó a molestarme un poco la gente, así que decidí hacer ese parate. Pero esa pausa no fue solo por eso, sino que también lo hice para poder reencontrarme conmigo mismo, para volver a vincularme con mi hija y fortalecer la relación con mi familia, mis amigos y mi equipo de trabajo. Esta pausa, además, me hizo entender que el público es quien me hizo quien soy hoy. Fue una gran enseñanza.
—Tu debut en Uruguay se enmarca en la gira de celebración de tus 20 años de carrera. ¿Cómo recordás a aquel Ulises que en 2004 lanzó el disco Fondo blanco?
—(Sonríe) A ese Ulises lo recuerdo como un soñador. Yo tenía que luchar mucho porque en esa época no tenía éxito. Lo que pasó fue que yo había estado en la Auténtica Banda, que era el grupo que tenía Rodrigo. Cuando él falleció se armaron dos proyectos: la 840, con algunos de sus músicos; y la Auténtica Banda, que estaba conformada por su familia y gran parte de sus músicos. Por una cuestión de celos, agarré su micrófono para que nadie más lo usara y empecé a cantar sus canciones. Pero esos dos primeros años fueron muy difíciles: la gente esperaba ver a Rodrigo, y yo no tenía ni las condiciones artísticas ni los escenarios pisados como para estar a su altura...
—Es que todavía eras adolescente.
—Claro, apenas tenía 15 años cuando murió mi hermano. Entonces, mis primeros tres discos fueron muy difíciles. Se hicieron a pulmón y yo no tenía ni un sello discográfico ni un representante que me ayudara; solamente mi mamá me apoyaba. Es más, el disco Fondo blanco se grabó en vivo en los lugares donde cantaba porque no teníamos presupuesto como para ir a un estudio. Fue una época con mucho sacrificio, y yo era un pibe soñador que pasaba por los grandes lugares bailables de Córdoba y decía: “Algún día voy a tocar acá”. Finalmente, ese Ulises que soñó con todo eso pudo lograrlo y hoy lo disfruta y lo valora porque se da cuenta de que tuvo que pasar por ese sacrificio para lograr la perseverancia que necesitaba para no rendirse y vivir de lo que ama.
—En ese sentido, que te dedicaras a cantar canciones inéditas, en vez de interpretar temas de tu hermano y de La Mona Jiménez, fue un punto de inflexión en tu carrera. ¿Cómo lo analizás a la distancia?
—Fue muy importante porque así es como se hace al artista. Las canciones propias son las que te generan esa identidad que después es difícil de borrar. Después de Fondo blanco vino Despacio con ritmo Bueno, y en 2007 con Al rojo vivo recibí una mano de un gran artista de Córdoba que es Javier “La Pepa” Brizuela, cantante del grupo La Barra, que me dio una ayuda económica para grabar ese disco y hasta me compuso algunas canciones. Yo siento que fue en ese momento cuando realmente comenzó mi carrera porque gracias a Al rojo vivo empecé a ser apoyado por un representante, tuve un sello discográfico y la gente me empezó a seguir. Gracias a Dios fui creciendo paso a paso y nunca me estanqué.
—Y, justamente, estás en el mejor momento de tu carrera gracias a colaboraciones como las de “Mentira”, “Atorrante” y “Qué sed”. Eso coincide, además, con el interés renovado por el cuarteto. ¿A qué se debe este furor por el género?
—Tiene que ver con que hemos hecho mucho esfuerzo para trascender y salir de nuestra Córdoba capital para expandirnos a nivel nacional e internacional. Bandas como La K’onga y un cantante como Luck Ra son muy importantes porque están haciendo las cosas bien y se fusionan con otros artistas. Además, no competimos porque tenemos la camiseta puesta para que nuestro género crezca y la gente de otros lugares empiece a apreciarlo.
—El cuarteto se alimenta de elementos del merengue y la tarantela. ¿Esa es la clave para que sea tan irresistible al baile? ¿De dónde surge ese sonido?
—Mirá, yo te cuento más o menos cómo es la historia. En la década del cuarenta llegó Leonor Marzano a Córdoba, que mezcló la tarantela y el pasodoble. Ella creó en el piano el famoso “Tunga tunga”, como lo llamamos nosotros, que fue muy importante para el género. En los noventa viene otro artista clave para nuestra música, que es Bam Bam Miranda, un percusionista peruano que llevó al cuarteto toda la influencia de la música afroamericana con los tambores de cuero, y ahí se metieron los timbales y las congas. Así se generó el sonido que hace que se te muevan los pies desde el primer compás.
—Y tanto Rodrigo a finales de los noventa, como vos en los últimos años, han sido esenciales en la expansión del género. ¿Sos consciente de lo que la familia Bueno le aportó a la historia del cuarteto?
—Sí, nuestra lucha ha sido muy importante. Sin ir más lejos, mi hermano perdió la vida volviendo de un show, y eso habla mucho de nuestra entrega a esta música que tanto amamos. Vivimos para transmitirle esa pasión a la gente, y la mejor caricia al alma que recibo es el aplauso. Los artistas no estamos atrás de los números, aunque claro que eso da una buena calidad de vida; andamos atrás del aplauso que nos da la fuerza para seguir en esto. Y volviendo a la pregunta de si hemos aportado al cuarteto, repito: a nosotros nos llena de orgullo saber que somos capaces de dejar la vida por esta música.