Llegada
¿Quiénes son las Pussy Riot, que se presentan en abril en La Trastienda?
Las Pussy Riot son la resistencia y esa es, tal vez, la manera más sencilla de explicarle al lector de qué va este colectivo punk feminista que en abril llegará a Montevideo. Algo sabe de ellas, es probable, gracias a sus manifestaciones y la repercusión mediática que han tenido. Seguramente las vio correr en la cancha en plena final del campeonato mundial de fútbol de Rusia, entre Francia y Croacia, luciendo pantalones negros, camisas blancas y sonrisas. Y seguramente no entendió el motivo, al menos no en el momento: las “intrusas” no querían abrazar a nadie, ni romper nada, ni agredir. Sólo querían ser vistas.
Después, en sus redes, el colectivo explicó que el fin de la manifestación fue -a través de la figura del policía celestial creada por el poeta Dmitri Prigov- hacer una serie de reclamos. La lista incluía la liberación de los presos políticos, que no se encarcele a nadie por los “Me gusta” en las redes sociales, que se terminen las detenciones ilegales en las manifestaciones, que haya competencia política, que no se inventen acusaciones penales ni se mantengan personas privadas de libertad sin motivo.
Y antes, tal vez vio en diarios e informativos algo sobre unas chicas detenidas por el gobierno de Vladimir Putin. En 2012, tras una performance que se extendió apenas medio minuto, en una iglesia, tres de las Pussy Riot -María Aliójina, Nadezhda Tolokónnikova y Yekaterina Samutsévitch- fueron arrestadas, llevadas a juicio y sentenciadas a prisión por “vandalismo e incitación al odio religioso”. Toda la instancia judicial fue vista por organizaciones internacionales como una persecución política y una censura a la libertad de expresión. Los derechos de las chicas no estuvieron garantizados durante la causa ni después, y ahora se reconoció que, como Tolokónnikova denunció en su tiempo en prisión, en algunas cárceles rusas, las presas hacen trabajo esclavo.
El caso no sólo afectó la imagen internacional de Rusia y el gobierno de Vladimir Putin, tildado por el colectivo de autoritario, sino que le dio fama mundial a un grupo que, en lo musical y artístico, es más bien de nicho.
Las Pussy Riot son entonces, desde su creación, la resistencia al gobierno ruso que lidera Putin, y a unas formas de proceder vinculadas a la represión y a la limitación de la libertad de expresión. Ellas defienden una postura crítica desde la perspectiva social y política, y por eso, que emprendan una gira por América del Sur es todo un hito.
Pussy Riot estará el sábado 13 de abril en La Trastienda, y las entradas se pondrán en venta próximamente a través de Abitab. El de Uruguay será, además, el primer show del tour regional, que hará paradas en Argentina, Chile y Brasil. Y al margen del producto artístico, esta presentación en Uruguay es importante por, justamente, lo que el colectivo representa, en tanto actitud libertadora y reivindicación feminista. El rock y el punk habrán perdido aquellas características contraculturales que marcaron la historia, pero todavía hay algunas trincheras.
Historia y arte
Pussy Riot se fundó en 2011 como un colectivo artístico, punk y feminista, que integran más de una decena de mujeres jóvenes. No es una banda convencional y sus shows, más que recitales, son performances, donde las canciones se mezclan con una puesta en escena de aire teatral, que incluye atuendos de colores estridentes y pasamontañas chillones. El grupo no ha editado discos, aunque publicó una serie de canciones, casi todas con videoclip. En suma, lo que traerá a Montevideo es un misterio. El colectivo define su show de La Trastienda como “una mezcla subversiva de arte activista y música”, avisa que estrenará material, y rotula su música como punk digital con cierta proyección futurista. Es como una lectura anticipada del punk de 2028.
La actuación será, sí, una manifestación política, porque cada acción suya está atravesada por eso. Cada canción sirve como reivindicación de las causas que se defienden, centradas en los problemas de la sociedad rusa y en la revolución feminista, pero sin alejarse de otras crisis. Un ejemplo es “Make America Great Again”, el tema lanzado antes de las elecciones que ganó Donald Trump y que, disfrazado de pegadiza pieza pop y cantada en inglés, critica el discurso antimigratorio, misógino y de supremacía blanca del mandatario, con un visual que satiriza todo eso.
Su música de fuerte impronta electrónica, ha tenido una evolución que, como su discurso, busca trascender las fronteras rusas y hacerse escuchar más allá de los límites y las censuras. América de Sur está en su horizonte.