En un verano atípico, donde las noches (y también los días) de calorcito se están haciendo desear, Coti Sorokin dio su primer concierto del año en Medio y Medio, el viernes 3 de enero, ante mil almas que bailamos, agitamos, nos animamos al pogo, y cantamos sin parar esas que nos sabemos todos —y su repertorio tiene de sobra— durante dos horas, inyectados por la energía de este cantautor argentino que da todo en el escenario y disfruta como un niño de ver gozar a su público.
Se entregó al amor de la gente en una velada marcada por la baja temperatura (17 grados de sensación térmica), el viento soplando fuerte, la abundancia de capuchas, y hasta abrigos de piel, pero llena de alegría, buena vibra y el frenesí que Coti desprende y contagia entre sus fans.
Regaló risas, chistes, diálogos con sus seguidores, y no fue precisamente la intimidad de ese escenario, ubicado a metros de la playa de Portezuelo que tanto ama, lo que generó esa cercanía, sino la mágica comunión que crea con su público de forma espontánea y sin rodeos.
Los toques de Coti en Medio y Medio son un clásico del verano. El de 2024 no fue uno más. Aquel 6 de enero, el hoy esposo de Cande Tinelli tocó ante todos sus parientes postizos (incluido su suegro), que asistieron en modo reality porque estaban grabando Los Tinelli, que se estrena el 17 de este mes por Prime, y acapararon las miradas.
Esa vez, Coti cantó con su novia Lelé “Quiero verte”, el tema que grabaron juntos, y también anunciaron la fecha de su boda, que se celebró el 24 de febrero pasado. Este año, los Tinelli faltaron a la cita; y todo hizo pensar que Cande tampoco fue, aunque está de vacaciones en José Ignacio: no se la vio en el VIP, él no la mencionó y tampoco compartió videos o imágenes del show en redes.
Coti entre baladas y pachanga
La cita estaba pactada para las 21:30 y a esa hora exacta arrancó a tocar Luna Sujatovich, telonera y también integrante de Los Brillantes, la banda que acompaña a Coti. “Muy agradecida a Coti, lo adoro”, dijo tras interpretar “Desafío Guerrero”, canción que da nombre a su primer disco.
“Coti, Coti,” se impacientó el público a las 22:00. Dos minutos después, se apagaron las luces, entraron Los Brillantes, y enseguida apareció él, que hizo dos cambios de vestuario esa noche, derrochando estilo: de lentes de sol, collar de perlas, gorro, saco negro, pantalón de lino blanco y zapatos plateados.
Arrancó con el clásico “Otra vez”, y no hubo excusas para no corear y bailar desde el minuto uno. “Buenas noches. Qué lindo estar una vez más acá”, dijo sobre este escenario que ya es tradición en sus veranos.
“Te amamos”, le gritó un grupo de mujeres desde las primeras filas. “Hola loca, ¿cómo andás?”, contestó el músico, y entabló el primer ida y vuelta con el público: “Yo también te amo. Recién te conozco y te amo”, bromeó. “Amamos Medio y Medio. Amo el escenario con Los Brillantes”, dijo y pidió un aplauso para la banda.
Antes de cantar “Andar conmigo”, resumió la historia de esta canción: contó que la escribió en Madrid, junto a Julieta Venegas, el día que se vieron por primera vez, y que se llama así porque describe el momento en que dos personas recién se conocen, y empiezan a andar un camino juntos.
Ese hit fue el primero de varios que compuso a dúo con la artista mexicana, y antes de cantarlo, pidió algo para tomar. La producción, precavida, le había dejado una copa de vino al costado de su micrófono, y la levantó para brindar: “Salud, primer concierto del año”, dijo.
Esa, como la mayoría de su popular cancionero, invitó a agitar, saltar, cantar, hacer palmas y hasta pequeños pogos durante toda la noche.
Después de la romántica “Madrid sin vos”, preguntó: “¿Cómo están para bailar una cumbia?”. Y ante la respuesta del grupito más ruidoso, lanzó con humor: “Ustedes se quedan calladas un toque. Quiero escuchar a los 999 restantes”. Y siguió: “Allá atrás, el VIP, ¿están para revolear las joyas? Pero hay que ponerse de pie, no se baila sentado. Todo el mundo arriba”. Yempezó a moverse con “Embrujo”, tema que grabó junto a Los Palmeras.
Enganchó con “Bailemos” en versión pachanga, y sirvió para seguir tirando pasos, incluso en el VIP, que mitigaran el frío. Tomó otro sorbo de vino y se sentó al piano para un momento más tranquilo: regaló la hermosa“Luz de día” y versionó “Te quise tanto” en balada. Le siguieron “Nueces”, “Tu nombre” y la tierna “Canción de adiós”, con su guitarra.
Coti imitó a Jaime Roos y agitó el pogo
“Soy Coti Sorokin, canto lo que escribo, escribo lo que canto. Gracias por estar acá esta noche”, dijo y se retiró al costado del escenario para volver con un habano prendido a cantar “Días”.
Luego de que le rellenaran la copa, arrancó “50 horas” y la gente siguió cantando sola el estribillo cual regalo. El músico quiso agradecer tanto cariño y cantó imitando el tono de Jaime Roos: “Vamo’, vamo’ arriba la Celeste”.
El enérgico Coti, que no paró de saltar y moverse en dos horas de show, siguió con “¿Dónde están corazón?”, mientras tiraba besos a la platea, deseaba feliz año, repetía que amaba Medio y Medio, y pedía aplausos para el staff y su banda.
Agradeció la confianza y se despidió con el hit “Antes que ver el sol”. Para animarlo a volver, el público eligió un tímido “Soy Celeste”, que no tenía mucho que ver con el asunto, y luego sí, le cantaron: “Antes que ver el sol, prefiero escuchar tu voz”. Volvió aparecer con otra camisa y un gorro con visera, para regalar dos clásicos más: “Color esperanza” y el infaltable “Nada fue un error”.
“Gracias por estar acá. Viva Argentina, viva Uruguay. Viva el Río de la Plata”, exclamó. Advirtió que se venía el pogo y no necesitó esforzarse para el último tema porque el público lo hizo por él. Cerró cantando de la mano con sus fans, una imagen que resumió lo que fue todo el show: íntimo, cercano, de y para la gente.
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