Vicky Ripa se dio cuenta de que no había más tiempo para el miedo, entonces se arriesgó y hoy cumple un sueño

Tras 10 años como cantante de la banda Croupier Funk, la activista se lanza como solista y abraza su costado más vulnerable en "álbum UNO", que presentará el jueves 24 en La Trastienda. De militancia y vergüenza charló con El País.

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Vicky Ripa en su faceta solista.
Foto: Ceci Gervaso Ortiz

Una vergüenza como no había sentido en la vida. Eso, dice Vicky Ripa, fue lo que sintió en plena pandemia, cuando empezó a tomar clases de composición. Ella, que durante años había participado en los procesos de creación colectiva de Croupier Funk, la banda con la que se consolidó en la escena hasta convertirse en una cantante de referencia en su generación, necesitaba decir otras cosas y no encontraba el modo. Se refugió en su colega Alfonsina, que le planteó ejercicios a los que se sometió con una cuota de sufrimiento, envuelta en el pensamiento recurrente de "esto es una mierda". Trabajó, insistió, entendió que los fantasmas tenían que ver con la exposición. Finalmente decidió mostrarse así, vulnerable, y de esa decisión nació álbum UNO (Bizarro, 2024), su primer disco solista, el comienzo de una nueva era.

Hija del músico Gustavo Ripa, Victoria se anotó en la Facultad de Ciencias como quien quiere repetirse una mentira hasta terminar de creerla, pero el amor por la música fue la lava que hizo rugir el volcán. Empezó a estudiar canto, hizo Murga Joven, se formó en comedia musical y entonces todo tuvo sentido.

Ahora, al borde de cumplir 40, Vicky Ripa se lanza como solista. Como le ha pasado siempre, esta etapa estuvo ahí, esperando, paciente, hasta que fue inevitable.

“Siempre quise hacer mis canciones, y creo que fue todo un proceso, porque siempre componer me costó mucho porque siento que es una exposición supergrande, como que me siento muy vulnerable a la hora de escribir. Entonces eso se traduce en mucha autoexigencia, en hacer cosas y creer que todo está mal, que todo es feo, que si ni siquiera te gusta a vos, menos le va a gustar a otros, ¿no?”, dice a El País una tarde de primavera. “Y me pasa que a través de la música siento que crezco en un montón de aspectos que se traducen a muchas cosas de mi vida. Y como me pasó cuando empecé a cantar, que no me animaba, empecé a hacer clases. No sabía ni por dónde arrancar -agarro un papel, empiezo a escribir, lo rompo, lo tiro, siempre en esa-, y realmente me ayudó a destapar algo y a confiar”.

De aquellas clases nacieron “No voy”, “Donde está tu corazón” y “Te espero”, “tres humildes temas” con los que fue a golpear la puerta del productor Tato Cabrera. Entonces empezó a tomar forma su ópera prima, un disco ecléctico al que también aportó Diego Matturro como compositor y que, sobre todo, presenta a una Vicky Ripa distinta, diferente, de una sensibilidad a flor de piel y alejada de la imagen de topadora que fijó en el público.

Modelo y activista por la diversidad corporal, hay una impresión sobre Vicky Ripa que tiene que ver con el combate: es una mujer plantada, sin tapujos, que va hacia adelante, lucha por sus objetivos y a la vez se divierte, se entrega a la sensualidad. Toda esa explosión de energía es dosificada en álbum UNO, donde el foco está puesto en abrir el corazón.

“Componer y cantar tus temas es realmente una exposición de lo que sos que no la encuentro en otra cosa. Es un desafío recontragrande, y me encanta”, dice. “¿Sabés lo que me pasó en un momento? Va a sonar un poco chocho y cliché, porque el año que viene cumplo 40, pero en un momento me vino una cosa de: ‘Victoria, se te va la vida’. Pensé en eso y fue como, ¿qué tanto voy a esperar? Sentí que la única forma de enfrentar ese miedo era haciendo. Y en mi entorno empezaron a pasar cosas conectadas con la muerte, entonces fue decir: no me quiero ir de este plano sin haber hecho al menos un disco solista. Y ahora siento que no hay marcha atrás”.

El quiebre de Vicky Ripa y la vida como activista

Vicky Ripa recién se dio cuenta de que este era un disco muy personal cuando logró terminarlo.

A saber:

Hay una canción dedicada a la militancia corporal (“No voy”) que es de lo mejor que se ha estrenado en el pop local en 2024, una balada power que hasta le hace un guiño al Himno con eso de “fieras batallas”. Hay un tema, “Si no hay manera”, que hizo para su hijo Bruno porque necesitaba dejarle algo. Hay otro rock, “Su plan”, en el que deja salir su postura más política. Hay una canción para una sobrina que no nació y hay letras sobre el corazón partido. Hay un tema que suena a Croupier y que habla, justo, de lo que implica el renacer.

Croupier, la banda funk en la que pasó 10 años de su vida, le enseñó casi todas las cosas del oficio artístico, dice. Por eso fue tan difícil el camino hasta resolver dejarla.

Rodeada de inquietudes, Ripa supo que algo de su multitasking iba a tener que soltar para construir este rumbo solista y, con esa proyección a futuro, Croupier Funk ya no era compatible. “Y en un momento la decisión me tomó a mí. Me dijo tipo, ‘dale, Victoria’... O sea... Me daba mucho miedo dejar la banda, esa es la verdad”.

Ahora se cobija en la tranquilidad de que, a nivel humano, todo permanece intacto. Cototo Cuello, bajista de la Croupier, será parte de la banda que la acompañará el jueves 24 en La Trastienda en el show de presentación del disco (hay entradas en Abitab y 2x1 con Club El País); los vientos de Croupier también estarán, y habrá una banda base de nueve personas más invitados. Es decir, batería, percusión, teclas, dos guitarras, bajo y dos coristas además de cello, viola, tambores y Fede Lima, Diego Matturro y Camila Sapin como invitados.

Nunca una banda chica, se reclama. Después se ríe.

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Vicky Ripa es cantante, docente, modelo y activista.
Foto: Ceci Gervaso Ortiz

Asesora vocal del equipo de Ruben Rada en La Voz Uruguay (“un rol divino” y “tremenda experiencia”), cría a su hijo Bruno (6), trabaja como docente de canto, hace campañas publicitarias y tiene en el tintero escribir un libro sobre diversidad corporal. “Yo soy activista 24/7. Para mí el activismo es una forma de vida y lo tengo presente para todo, desde una conversación a la educación de mi hijo, la empatía por el otro o cómo forjo mis vínculos. Me cambió la mirada, porque toda mi vida estaba atravesada por mi cuerpo, si engordaba, si adelgazaba, si compartía una comida con alguien, los vínculos sexoafectivos, o sea, absolutamente todo. Y el proceso de subirme al escenario también fue un camino que acompañó mucho el activismo, y eso me dio un montón de seguridad sobre mi cuerpo y sobre estar cómoda conmigo, algo que en toda la vida no lo había sentido”.

Todo se termina ligando porque al final Vicky Ripa es todo eso, cantante, militante, amiga, referente, pisciana, sensible, vulnerable, colectiva, sola.

“No estoy muy apurada por nada”, dice del futuro. “No sé. Quiero permanecer, ¿no? Es lo lindo que tiene el arte, que siempre vas a dejar un legado, no importa si sos muy popular o más o menos; hay algo que va a permanecer por siempre, y eso me gusta. Porque la intención de mi música es amorosa en general, y con La Trastienda me tiré al agua un poco inconsciente, pero apostando a esa cosa que tiene que ver con el mensaje que uno da y con cómo los demás se identifican con tu música, que tiene que unir más allá del Spotify o las redes. Quiero encontrarme con la gente, eso es lo que me gusta. El encuentro, y que la música no sea algo que queda solo en un aparato”.

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