Vuelve La Trampa, el último gran hito del rock nacional

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La Trampa. Foto: Archivo El País

La banda que se esfumó en 2010 anunció su vuelta a los escenarios.

A lo mejor la afirmación les suena exagerada, pero La Trampa fue el último gran éxito que tuvo el rock nacional en su última edad dorada. Desde entonces, aunque bandas como Once Tiros o Cuatro Pesos de Propina se han transformado en fenómenos populares, nada se le puede comparar a lo que logró en su momento este grupo.

Es que lo de La Trampa fue un caso verdaderamente raro. Los registros demuestran que desde que debutó en 1994 con el disco Toca y obliga (venían tocando hacía varios años ya) a la banda le fue bien: sus discos se vendían, la prensa los aceptaba y entre el público se empezaba a hablar de una banda que estaba buena.

Pero en los 2000, cuando apareció el Pilsen Rock y bandas como La Vela Puerca o No Te Va Gustar llegaban a la cima a nivel local, el grupo de Garo Arakelian y Alejandro Spuntone —que ahora vuelve completado por el baterista Irvin Carballo y el bajista Carlos Rafols— generó un verdadero fenómeno de masas nacional. Claro está, dentro de los límites que tiene Uruguay (tanto Montevideo como el interior) y las cantidades de público que suelen manejarse.

La banda proponía un estilo musical que no era el predominante: sin instrumentos de viento ni de percusión, sin apostar al ska o al reggae, lo suyo era una mezcla de hard rock con tango y folklore, con reminiscencias metaleras y letras desencantadas y románticas que podían ser analizadas en las clases de Literatura del liceo. A priori, no era algo para que consumiera todo el público.

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Sin embargo trascendió sus propios límites y cautivó a adolescentes —a los que escuchaban rock y a los que escuchaban básicamente cumbia— y a adultos con el mismo ímpetu. Las mochilas, las remeras, los pines con las imágenes de La Trampa estaban por cada rincón y eso, desde entonces, no se volvió a repetir.

La imagen inmediata que asocio con la banda tiene que ver con ese alboroto generalizado: La Trampa empezaba a tocar en la Fiesta X de 2006 y de todas partes del Parque Batlle corrían jóvenes desesperados por llegar al escenario. Hubo un pogo bastante intenso y el show terminó con una cantidad de público siendo parte de él.

El disco Caída libre, con temas que quedaron grabados a fuego en el cancionero nacional, de la mano con la crisis económica y la decepción generalizada de la sociedad fueron todos elementos que contribuyeron a que este grupo creciera a un ritmo bastante vertiginoso, que al final terminó jugándole en contra a sus integrantes. En 2006 hicieron una pausa para trabajar en un disco y en 2010 dieron su último show para después, cuando podrían haber seguido estirando el límite de su techo, disolvieron el proyecto en silencio.

Desde entonces, los fanáticos le han repetido hasta el cansancio a Spuntone y a Arakelian que no alcanza con lo que hacen en sus nuevos proyectos (el primero con Guzmán Mendaro, el segundo en solitario y ahora con Diego Presa y Franny Glass), que es hora de que La Trampa vuelva. Y La Trampa vuelve porque, como dijeron sus integrantes a El País para una entrevista que se publicará el fin de semana, tienen cosas que decir y no hay ganas de callarse.

Vuelven —lo anunció hoy el sitio web Yamp— para dar dos shows en el Teatro de Verano en marzo y grabar nuevas canciones. Y es, en un año en que Traidores estuvo más activo que nunca en mucho tiempo, igual que El Peyote Asesino, un regreso que se celebra. La cuestión es si todos esos seguidores de la banda están dispuestos a recibirla de nuevo y con lo nuevo, o si sólo querrán a La Trampa que conocieron. A La Trampa que supo ser la voz de una generación.

El público de La Trampa. Foto: Archivo El País
El público de La Trampa. Foto: Archivo El País
El eterno femenino de una imaginativa pintora
La Trampa. Foto: Archivo El País

MÚSICABELÉN FOURMENT

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