Washington Carrasco y Cristina Fernández repasan la historia de cinco clásicos de su repertorio

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Washington Carrasco y Cristina Fernández. Foto: Leonardo Mainé.

ENTREVISTA

El viernes 2 de junio, el dúo llegará al Teatro Solís para celebrar sus 46 años de trayectoria. Antes del recital, repasaron la historia de cinco canciones de su discografía.

"Nos quedó mejor decir que faltan cuatro para los 50”, bromea Washington Carrasco al referirse al título del recital que ofrecerá junto a Cristina Fernández el viernes 3 de junio en el Teatro Solís. Es que, a diferencia de la costumbre que iniciaron hace dos décadas, el próximo concierto del dúo no marcará la celebración de un nuevo lustro de trayectoria. “Lo presentamos como la celebración de nuestros 46 años porque, entre idas y vueltas, vimos este aire de libertad en pandemia y pensamos en el Solís como en el lugar para festejar nuevamente”.

Fernández, que en 2020 celebró su cumpleaños con un concierto de entradas agotadas en ese mismo recinto, define este nuevo aniversario como un encuentro necesario con el público. “Es sumamente especial ser parte del abrazo que te da la gente”, dice. Enseguida, Carrasco agrega: “Necesitamos el contacto con la gente; además, nuestro público es muy expresivo. Hay un feedback muy interesante”.

Las entradas para el recital en el que repasarán su repertorio junto a varios invitados especialesestán a la venta en Tickantel. Los precios van de 900 a 1300 pesos, y ya hay varios sectores agotados.

Antes del show, el dúo detrás de varios clásicos del repertorio local repasó, junto a El País, la historia de cinco canciones de su discografía.

Washington Carrasco y Cristina Fernández. Foto: Leonardo Mainé.
Washington Carrasco y Cristina Fernández. Foto: Leonardo Mainé.

"Romance del Enamorado y la Muerte"

“La tuvimos en un cajón durante mucho tiempo porque no embocábamos el tono”, relata Carrasco. “Pero cuando la estrenamos fue un éxito. Fue en la mitad de un recital en el Club Social Canelones y fue tal el aplauso que la volvimos a cantar. Después, sobre el final, nos la pidieron de nuevo; así que la hicimos tres veces. Nunca más nos pasó algo igual con una canción”.

“En ese momento nos dimos cuenta de que pasaba algo”, agrega, sorprendida, Fernández. “Yo pienso que el secreto está en la letra; es raro que una recopilación del siglo XVI a cargo de Juan del Encina tenga esa repercusión. Hasta hoy nos pasa que vamos en un taxi y el conductor nos dice: ‘No me deben nada; gracias a ustedes salvé el examen de literatura en el liceo’”, dice, entre risas.

Romance del Enamorado y la Muerte” fue uno de los mayores éxitos de Habrá un mañana, el disco que grabaron en Argentina en 1983 y que les permitió trascender fronteras. “Fue muy reconocido allá y acá; incluso la gente del sello RCA quería que nos quedáramos en Argentina, pero como venía la democracia nos vinimos enseguida”, agrega la intérprete. “El productor nos quería matar”, añade Carrasco. “Pero sabíamos que había que volver”.

Washington Carrasco y Cristina Fernández. Foto: Leonardo Mainé.
Washington Carrasco y Cristina Fernández. Foto: Leonardo Mainé.

"La era está pariendo un corazón"

“La primera vez que la escuché me atravesó y enseguida dije: ‘Tengo que cantarla porque lo que siento pero no sé cómo decirlo’”, explica Fernández sobre la canción compuesta por Silvio Rodríguez y grabada por primera vez en 1968 para el EP colectivo Canción protesta. “El estribillo se relaciona con todos nosotros, que estábamos queriendo salir de toda la oscuridad de la época. Pasaron 40 años desde que la grabamos, pero la cantamos y la ensayamos con la misma pasión con que la hicimos el primer día”.

“En ‘La Era...’ estaba el juego de la famosa entrelínea. Era maravilloso porque después de los conciertos la gente se acercaba a agradecernos y nos decía que tenían a un hijo afuera o a un hijo adentro. Fue una época muy dura, pero muy vibrante porque estábamos todos juntos”, explica Carrasco. “Nosotros no buscábamos el panfleto”, advierte Fernández. “Nos interesaba la belleza de la palabra, por eso siempre hicimos canciones humanas”.

"Habrá un mañana"

 “Ese es un texto del ‘Bocha’ Benavides”, explica el cantante y guitarrista. “Apenas leí el texto me di cuenta de que tenía que musicalizarlo. Es muy especial porque habla de la gente que estaba afuera, y hasta hoy tiene su peso porque hay personas que dejaron el país y aún no volvieron”.

A través de tintes milongueros y tangueros, la letra se construye sobre la nostalgia del exiliado pero concluye con una mirada esperanzadora. “La grabamos porque conectaba con todos mis amigos que se habían ido al exilio, como Daniel Viglietti y Víctor Pedemonte. En esa época, pasabas por los boliches a encontrarte con alguno y ahí te dabas cuenta de que faltaban. Fue muy fuerte”.

"Son de negros"

“Este texto lo encontré mientras releía la obra de Federico García Lorca”, relata Fernández. “Me encantó porque cuando el poeta deja Nueva York, una ciudad llena de rascacielos y de esa cosa fría, y llega a Cuba es como que vuelve a respirar. Se sintió en España nuevamente”.

“El poema fue musicalizado por Washington para un espectáculo llamado Vuelvo por mis alas, que hicimos en 1998 en la sala Atahualpa para celebrar el centenario de Lorca. Allí la interpretó Cecilia Baranda y luego nos decidimos a grabarla y años más tarde la cantamos en Santiago de Cuba”.

"Adiós ríos, adiós fontes"

“La grabé en el disco Falade Galego como si tuviera una deuda con mis abuelos, que eran de la provincia de Lugo”, explica la cantante. “Siempre me interesó la poesía de Rosalía De Castro y, en época de dictadura, hubo un resurgimiento de lo que se llamaban ‘las voces libres’. Además, cantaba en gallego porque, aunque nadie las entendía, sí hablaban de las cosas que nos pasaban en ese momento. Hacía una explicación antes de cantarla”.

“Elegí ese poema porque Rosalía lo escribió a los 24 años, cuando debió irse de Galicia a Castilla y se despide de todo lo que la rodea. Es un texto sobre el desprendimiento de la tierra natal.”, asegura.

“Todavía me acuerdo del día en que la grabé en el estudio La Batuta”, comenta. “Lloré mucho porque cada vez que la canto me pasa una cosa lindísima: siento que tengo a mis abuelos y a mis padres enfrente, dándome la fuerza que necesito para interpretarla. La música es sencillísima pero el texto es muy emotivo. Cuando falleció mi padre me costaba cantar la frase: ‘Adiós, adiós, que me voy, / Hierbas del campo santo donde mi padre se enterró, / Hierbas que yo besé tanto’. Es fuerte”.

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