Obras maestras del arte uruguayo

| La muestra reúne a las glorias del pasado y a los artistas más prestigiosos del presente

Compartir esta noticia

JORGE ABBONDANZA

Hacía mucho tiempo que las salas y pasillos del Museo Nacional de Artes Visuales no se dedicaban en su totalidad al arte nacional, pero esa muestra tentacular puede verse ahora en los dos pisos de la sede del Parque Rodó y el resultado es majestuoso. El despliegue —que además es enorme— comienza serenamente en la primera sala con una fila de grabados donde Fosatti, Frasconi y Cardillo codean sus maestrías, pero del recato de la gráfica se pasa a la sala mayor donde la pintura sirve su primer banquete. Allí Carlota Ferreira capitanea el muro de la derecha, pero lo hace flanqueada por otros Blanes (la muerte de Flores, la fiebre amarilla) de cuyo forma- to monumental se pasa a las obras pequeñas —y fascinadoras— conque Sáez prolonga el sector y en cierto modo la época. Hay que dar vuelta la esquina para desembocar en los grandes retratos de Blanes Viale y Arzadun que son seguidos a poca distancia por los contemporáneos, a los cuales esos viejos se vinculan por un hilo impalpable de cromatismo, de carácter y de clima: hacia un lado Damiani, Iturria, Lara y Espínola, del otro lado grandes paisajistas, el Martín de los años 60, los geométricos (Costigliolo, Freire), algunos collages embrujadores de Barcala, un ejemplo del informalismo impar de Ventayol y un Gamarra que resplandece, sin saltear la insólita fortuna de Luis E. Pombo, un personaje de la cultura nativa que fue retratado por Petrona Viera y también por Guillermo Laborde, pasando así doblemente a la posteridad.

Sin dejar de lado la rigurosa selección de algunas esculturas (Nantes, Cabrera, Díaz Valdez) hay que alejarse de ese festín de la planta baja y trepar al primer piso, donde el visitante es recibido en las vastedades de la nueva sala por una secuencia de retratos (primero Blanes, luego Sáez, después Torres García) cuya hilera es magnética. Los Torres se multiplican más adelante, derivando del paisaje al constructivismo para abrir paso a dos obras donde De Simone vuelca sus fastuosos espesores de materia y enhebrar esa etapa con pequeños trabajos de Cúneo que a los pocos metros crecen hasta el monumentalismo de las Lunas, una de las cimas de la pintura uruguaya del siglo XX. Por fin, el circuito de la sala se cierra con Figari, cuyos cielos rodean el ventanal que se abre hacia la arboleda del parque, prolongando (y comentando sutilmente) ese marco natural. El plato mayor de ese piso del Museo, empero, aguarda al visitante en el anillo que rodea el balcón interior, porque ahí se ha dispuesto la formidable colección de Barradas con que cuenta la institución: se trata de ochenta y cinco obras que no se recuerda haber visto juntas después de la remota exposición dedicada al artista en los años 70 y en el propio Museo. Esa suma puede hechizar ahora al contemplador a medida que avanza desde el colorido vibracionismo hacia la grave paleta de los Magníficos, deteniéndose por el camino en el retrato de la familia, que es una obra maestra.

Se recomienda no pasar de largo por la salita lateral de ese piso, a la que se accede bajando un par de escalones, porque allí sigue instalada la colección de gauchitos de Blanes (con su correspondiente espejo en un tríptico actual de Pablo Uribe que reproduce esa serie) junto a otros trabajos del pintor en formato muy menudo, una fila que tiene poderoso encanto para la observación cercana, tranquila y demorada. En verdad, el itinerario puede finalmente desembocar en la cafetería de la planta baja, que no sólo está ambientada como Dios manda sino que se convierte en la mejor tregua para ese largo recorrido por el arte del país: en pocas cosas el Uruguay ha sido tan beneficiado como en el florecimiento del talento pictórico, un área por la que se transita placenteramente hasta confirmar —gracias a la propuesta que abre el Museo— los alcances de esa riqueza nacional a lo largo de un siglo y medio.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

La promo del nuevo programa de Canal 12
Leo Pacella y Germán Medina debutan en una nueva propuesta de viaje,
0 seconds of 25 secondsVolume 90%
Press shift question mark to access a list of keyboard shortcuts
Next Up
Así fue la llegada de Anderson Maldonado para quedarse con la penúltima etapa de la Vuelta Ciclista del Uruguay
02:10
00:00
00:25
00:25