Redacción El País
El pasado viernes 3 de enero, Uruguay perdió una de sus voces más emblemáticas: la mezzosoprano Graciela Lassner. Figura central de la escena lírica uruguaya durante varias décadas, Lassner dejó una huella imborrable en géneros como la ópera, la zarzuela, los recitales y conciertos sinfónicos consolidándose como una de las grandes divas del bel canto de nuestro país.
Nacida en Montevideo, Lassner inició su formación musical en Uruguay y los continuó en Estados Unidos donde, en 1966 se perfeccionó con Uta Graf y también en el prestigioso Manhattan School of Music de Nueva York. A su regreso a Uruguay, egresó con honores de la Escuela de Ópera del Sodre cimentando así una carrera marcada por la excelencia. Su talento fue reconocido en concursos de Uruguay como de Río de Janeiro.
Lassner debutó en 1971 con su interpretación de Carmen de Bizet en el Estudio Auditorio del Sodre, brindando una actuación que quedó grabada en la memoria de los uruguayos, ya que coincidió con el trágico incendio del histórico teatro. Desde entonces, Lassner interpretó más de 50 roles operísticos, destacándose en producciones de óperas como Las bodas de Fígaro, El barbero de Sevilla, Cavalleria Rusticana, La Flauta Mágica y Anna Bolena. Su versatilidad vocal y carisma en escena le permitieron interpretar icónicos personajes como Dalila en Samson et Dalila, Susuki en Madama Butterfly y en las distintas versiones de Carmen.
En el Teatro Colón de Buenos Aires integró el reparto en las óperas Bomarzo, Madama Butterfly, Las bodas de Figaro, Peter Grimes, El Caso Maillard y Boris Godunov; y fue asidua invitada a los principales teatros brasileños como el Municipal de San Pablo, el Municipal de Rio de Janeiro y de la OSPA en Porto Alegre. Cantó Carmen en la Opera de Fort Worth de Texas, Estados Unidos y fue la solista de la Orquesta Sinfónica de Montreal en la gira internacional que realizaron con Charles Dutoit en el podio.
Aunque más allá de los escenarios del mundo, el Teatro Solís fue su hogar artístico, donde actuó en las más relevantes temporadas líricas y protagonizó momentos históricos como el Réquiem para el fin del milenio, la célebre versión escenificada del Réquiem de Mozart dirigida por Stefano Poda en 1999. Su arte también marcó la Gala de Reapertura del Solís en 2004, inaugurando la "nueva era" del teatro.
Además de su destacada carrera operística, Lassner se consagró como intérprete en escenarios de música de cámara. Su repertorio abarcó desde los clásicos alemanes hasta compositores contemporáneos y latinoamericanos, con especial dedicación al repertorio español y la zarzuela. En 1999 realizó una exitosa gira europea, ofreciendo recitales en Lisboa, París y Roma, donde su arte fue aclamado por la crítica. El crítico francés Michel Georges destacó su capacidad de "cautivar rápidamente al auditorio con un arte consumado de interpretación".
En su faceta como docente, Lassner formó a nuevas generaciones de cantantes líricos en la Escuela Nacional de Arte Lírico del Sodre, dejando un legado que perdura en sus alumnos y en la tradición musical uruguaya.
Con más de medio siglo de carrera y emblemáticos roles en los principales escenarios, Graciela Lassner será recordada por su impecable técnica y versatilidad vocal como por la intensidad emocional y la autenticidad que imprimía a cada rol.
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